Videgaray. Rasputín del peñismo |
Luis Videgaray, número dos en la estructura de Enrique Peña Nieto, mantiene contacto frecuente con Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio y Josetxo Zaldúa, para diseñar la política de medios que el próximo gobierno desarrollará en la televisión, la radiodifusión y la prensa, reveló a Desfiladerito una fuente que pidió no ser identificada.
En el esquema de relaciones de Videgaray, López-Dóriga significa Televisa y Radio Fórmula; Gómez Leyva, Milenio; Riva Palacio, Tv Azteca y Zaldúa, La Jornada. Es decir, las dos mayores empresas televisivas del país, el gigante radial de Rogerio Azcárraga, la cadena de periódicos asociada al grupo Multimedios de televisión por cable y el periódico “de izquierda” más influyente de América Latina.
Aun cuando vuelven a cobrar fuerza los rumores de que López-Dóriga será sustituido en breve por Carlos Loret de Mola y se irá a vivir a Estados Unidos, la asesoría del ex discípulo de Jacobo Zabludovsky a Videgaray no se limita a los aspectos técnicos, lo que ocurre asimismo con los otros tres directivos de medios aludidos.
Cada cual en su ámbito de acción, se dedica a poner al alcance del número dos de Peña Nieto a funcionarios que toman decisiones importantes en el día a día de la prensa, el radio y la televisión, así como a columnistas, articulistas, reporteros, moneros y demás para invitarlos a entrar al aro a cambio de $onri$a$ de Los Pinos.
“¿Ya te sentaste con Videgaray?”, es la pregunta de moda que se hacen los vividores de la industria de las noticias. Ante la crisis que afecta a los medios en todo el mundo –y particularmente a los que distribuyen sus contenidos impresos en papel-- la oferta del PRI, que consiste en dar respaldo económico a cambio de recibir apoyo acrítico, podría garantizar la subsistencia de empresas como La Jornada, que trata de evitar el despido de al menos 50 trabajadores.
Por querer aplicar una medida similar pero bastante más ruda –echar a la calle a 149 periodistas--, el rotativo español El País enfrenta una huelga en la que participan 95 de cada 100 de sus empleados, los cuales a su vez cuentan con la solidaridad de articulistas como Mario Vargas Llosa, Almudena Grandes y Javier Marías, indignados por los actos de censura cometidos por José Luis Cebrián, director general de la empresa.
Con el pretexto de reducir sus tiempos de cierre de edición para entregar el diario más temprano a la imprenta, La Jornada censuró a no pocos de sus colaboradores durante la pasada campaña electoral, en la que dio un sorprendente viraje a favor de Peña Nieto, cuya gira por el país estuvo plagada de incidentes de violencia, en los que golpeadores del hombre del copete reprimieron a personas que protestaban contra él, sin que el tabloide considerado tradicionalmente “de izquierda” los denunciara.
La semana pasada, quedó fuera de la industria el periódico El Financiero, vencido por sus deudas con los proveedores, las demandas por retrasos en el pago a su personal y la falta de publicidad. Fundado por don Rogelio Cárdenas –ex jefe de prensa de Pemex en 1982-- nació como un medio especializado en temas de los mercados de valores. Sin embargo, a partir de 1990 rompió con el gobierno de Salinas de Gortari y se convirtió en el más destacado crítico de los abusos y los crímenes del jefe de jefes de la dictadura neoliberal, cosa que le permitió reunir en sus páginas a las plumas de mayor prestigio entre la prensa opositora de la época.
En pleno boom a causa de la inesperada popularidad del diario, Rogelio Cárdenas junior, que sucedió a su padre en la dirección de la empresa, efectuó una serie de audaces inversiones, mismas que se convirtieron en estrepitosas pérdidas tras la devaluación del peso en diciembre de 1994.
Para evitar la quiebra, en 1995 El Financiero hizo las paces con el gobierno, que ya encabezaba Ernesto Zedillo, y dejó de ser un espacio crítico. La fórmula, a la postre, no lo ayudó a subsistir, pues tras despedir a sus colaboradores más atractivos para el público pero incómodos para el poder, sus ventas se desplomaron y su influencia en el ámbito político se redujo al mínimo.
No cabe por lo tanto sino cruzar los dedos y desearle a Josexto Zaldúa lo mejor de lo mejor en sus acuerdos con Videgaray y Peña Nieto, para que La Jornada no siga las huellas de El Financiero hacia el abismo. Por eso y por muchas cosas más, hoy también estaré en Twitter, en la cuenta @Desfiladero132.
Jaime Avilés
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