sábado, 10 de noviembre de 2012

Universidad en jaque

De las cosas que uno se entera viendo la televisión

Paco Ignacio Taibo II

 (La Jornada, nov. 10,/2012)
 
En la medianoche del jueves pasado, alguien me avisó que siguiera la emisión Milenio Televisión, de una entrevista realizada unas horas antes. La rectora de la Universidad de la Ciudad de México (la UACM en versión sopa de letras) se quejaba amargamente de haber sido desalojada de sus oficinas en la colonia del Valle de la ciudad de México por una maligna turba de estudiantes enmascarados apoyados por gente de esa que toma casas y remata con la siguiente frase: Paco Ignacio Taibo no estaba aquí, pero dirige también la agresión.
–Ay, nanita –digo en voz alta–. De qué cosas se entera uno viendo la televisión.
Bueno, menos mal que no estaba ahí. ¿Estaría cerca de allí? ¿Me habría reunido con los tomadores de oficinas a la vuelta de la esquina? ¿Habría organizado el complot que la despojaba de su escritorio y sus papeles reuniéndome con los estudiantes? (Por cierto, las oficinas son de la universidad, no de la rectora, aunque su comportamiento en estos últimos meses no ha sido de directora de una universidad, sino de propietaria de ella.) Para los interesados en precisiones traté de imaginarme cómo, con quienes y a qué horas dirigí la agresión.
La misión resultó imposible. El martes asistí a la manifestación convocada por estudiantes y profesores en huelga que salió de esas instalaciones. Ejercí el pleno derecho de opinar y actuar en un conflicto que envuelve a la universidad de mi ciudad. Reiteraba mi apoyo a los huelguistas y sus demandas. Marché en la cola de la manifestación con mi compañera Paloma, unas 20 cuadras (lo siento, de la colonia del Valle al Zócalo y fumando al ritmo que fumo es más de lo que se le puede pedir a un ciudadano medio consciente). Saludé a algunos maestros y muchos estudiantes. En ningún momento opiné sobre si el siguiente paso de la huelga debería ser la toma de la rectoría o alguna otra medida. Entiendo que el movimiento tiene su propia forma de tomar decisiones y la respeto. A lo más que llegué fue a decir al pie de la rectoría:
–Mejor bajen; la vida está acá abajo –dirigido a unos anónimos esquiroles que se asomaban desde las alturas.
De cualquier manera la frase no era afortunada; no creo que la hayan escuchado y me pintaron un violín desde una ventana.
Al día siguiente y en lo que en los partes policiales suele llamarse la hora de los sucesos, estaba reunido con 400 estudiantes de Chapingo dando una conferencia (la rectora podría entrevistarlos uno por uno, para que dieran constancia del hecho, sería divertido) y posteriormente en un debate sobre políticas culturales con la presidenta municipal electa de Texcoco, en el que había otros tantos asistentes. Durante todo ese día, transporte incluido, no conversé con ningún uacemita (así se llaman a sí mismos los compañeros, con ese nombre extraño que parece sacado de una subtribu apache).
Quedaba una posibilidad, podía haber dirigido la agresión por teléfono. Cosa por demás complicada porque no tengo ningún teléfono de los estudiantes en huelga y, aún peor, como los que me conocen saben, ni siquiera tengo un celular.
II
Durante un instante seamos serios aunque, cuando el debate político cobra la forma de la calumnia, cuesta trabajo serlo.
No son los estudiantes los que han violentado la legalidad universitaria; es la acusadora rectora, quien en estos últimos meses ha conducido a la UACM al caos: confrontando al sindicato, reteniendo las cuotas sindicales, despidiendo ilegalmente a varios trabajadores, tratando de romper el modelo popular de la universidad en función a proyecto aristocrático-elitista impuesto por la fuerza, corrompiendo a los que se dejaran con empleos fantasmas, becas y prebendas, utilizando las amenazas y la intimidación contra los profesores (muchas de estas situaciones recogidas en la recomendación de Derechos Humanos del DF), diciendo que cumplía acuerdos que ignoraba y mintiendo y, finalmente, en el colmo de autoritarismo, desconociendo a 10 consejeros universitarios independientes que habían ganado en las últimas elecciones, poniéndola en declarada minoría.
Es la acusadora rectora la que ha desoído las conclusiones de la comisión mediadora para resolver el conflicto reponiendo las elecciones cuestionadas y es ella la que ha amenazado con destituir a los demás consejeros independientes si no aceptan integrarse en un consejo espurio. ¿De qué se sorprende, pues, si los estudiantes en legítima huelga deciden tomar las instalaciones de su universidad? (La de ellos, no la de ella.)
III
Me debato internamente entre tomármelo a broma, llamar a mi abogado (que más que abogado es cuate) y demandarla por difamación o usarla como ejemplo para un personaje de futura novela policiaca que, siendo alto funcionario del sector educativo y habiendo fumado mariguana de baja calidad, se dedica a reprimir a un pobre bibliotecario, aunque en la era de Elba Esther hay prototipos mejores.
Sea lo que sea, sigo apoyando al movimiento, nomás faltaba.

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