Una página electrónica cercana a la rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), filtró ayer al mediodía que el jefe del Gobierno del Distrito Federal (GDF), Marcelo Ebrard Casaubón (MEC), recibió muy temprano a la señora María Esther Orozco (MEO) y la conminó a firmar la propuesta preparada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) para poner fin al paro de labores que estalló hace más de 80 días en esa casa de estudios.
La filtración se hizo con una post-data que no salió a la luz pública: MEO le dijo a MEC que no aceptaría la propuesta de la ALDF porque si lo hiciera violaría la autonomía universitaria. Por su parte, los opositores a MEO adelantaron que suscribirían el documento sin quitarle ni ponerle una coma.
Desde el pasado viernes, acorralada por todas partes –Ebrard accedió a la petición de Miguel Angel Mancera, su sucesor, de no heredarle ese costal de gatos llamado Esther Orozco--, la rectora explicó a Carmen Aristegui los nuevos pretextos que utilizaría para prolongar el conflicto, pero la periodista, en una interpretación laxa, informó lo contrario: que la doña estamparía su rúbrica al calce de la propuesta de la ALDF.
Ayer por la tarde, poco antes de las 18:00, MEO llegó a la ALDF y se encerró en una oficina con sus incondicionales, mientras afuera, en las escalinatas del antiguo recinto, los jóvenes paristas y sus familiares bailaban al ritmo de estruendosas cumbias que alegraban el ambiente, presagiando el ocaso de una amarga etapa de despotismo en la universidad fundada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Durante la sesión convocada por el grupo de trabajo que la ALDF designó para dar por terminada la crisis, MEO sorprendió a propios y ajenos al asegurar que firmaría “lo que fuera” con tal de que se reabran los planteles. No obstante, su abogado solicitó nuevas “precisiones” al acuerdo suscrito ya por los paristas y esta maniobra ocasionó un nuevo receso.
Como los planetas se alinearon –un poco demasiado tarde pero se alinearon al fin-- en la cúpula del GDF, los diputados que representan los intereses de Ebrard y Mancera en la ALDF deslizaron a quienes quisieran y pudieran oírlos que si Orozco se empecinara en no firmar, se le aplicaría una fórmula legal para revocarle el mandato.
Ahora bien, si perdidos todos sus apoyos en las altas esferas (excepto en los medios de la oligarquía que le dan cuerda y la exhiben como víctima de AMLO), doña MEO firma como –antes de terminar de escribir esta columna parece que inevitablemente-- tendrá que hacerlo, de todos modos sus días al frente de la UACM estarán contados.
Al reconocer la composición del Tercer Consejo Universitario tal como quedó después de la huelga –esto es, con una pequeña pero suficiente mayoría opositora--, la rectora habrá de acatar las resoluciones que adopte democráticamente esa instancia, que es el máximo órgano de gobierno de la institución.
Porque si no las acata, el consejo podrá destituirla ya sin mayor trámite, de tal suerte que a estas alturas, si alguna salida le queda en defensa de su menoscabada figura pública, es renunciar invocando la palabra “dignidad”, y luego tomarse unas largas, muy largas vacaciones, por ejemplo en una buena institución psiquiátrica, y volver al trabajo en un sector de la vida productiva más adecuado a su perfil, un puesto como de jefa de personal de Wal-Mart o Cotsco, donde su ferocidad sin escrúpulos será muy bienvenida.
En espera de las mejores noticias para la UACM a partir de ya, hoy también estaré en Twitter, en @Desfiladero132, observando la indignación de los habitantes de la ciudad de México por el cierre de cinco estaciones del Metro, que mantendrán sus rejas encadenadas hasta el sábado en la mañana, cuando finalice la toma de posesión de Peña Nieto, en un Congreso de la Unión cercado por las fuerzas armadas, para confirmarnos, por si alguna falta hiciera, que llegará al poder un “presidente electo” por nadie, que teme y aborrece al pueblo.
Jaime Avilés
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