Sevicia de principio y final de sexenio
La historia en breve
Ciro Gómez Leyva
2012-11-16 • Al Frente
Sevicia: trato cruel. Dos casos.
Principio de sexenio. La forma en que Enrique Peña Nieto y sus cercanos decretaron el final de la Secretaría de Seguridad Pública pareció, esencialmente, una censura a la gestión de seis años de Genaro García Luna. Se propuso aquí que el presidente electo le estaba sirviendo un banquete a quienes, sin elementos, le gritaron asesino. Dentro y fuera del gobierno. Un encabezado de esa prensa, ayer: “Elimina Peña el juguete de Calderón y García Luna”. Otro: “Recortan a dos inútiles”. Un comentario tipo en las redes sociales: “Genarito García Luna debiera parar en la cárcel¡¡¡ Incompetente, mentiroso, ladrón. Ah, pero preferido de Felipe Calderón”. Y faltan 15 días de tiro al blanco. Si así lo pensó el futuro gobierno, qué crueldad. Si no lo calculó, qué crueldad también.
Final de sexenio. Cuitláhuac Salinas era el funcionario modelo. Su trayectoria impecable le permitió asumir en noviembre del año pasado el segundo cargo en importancia de la PGR, la subprocuraduría en Delincuencia Organizada (SEIDO). Algo muy grave debió haber hecho, o algo muy grande se quiere ocultar, para que a dos semanas de que todos dejen los edificios de Reforma, la procuradora Marisela Morales (o el presidente Calderón) lo despida. Cuitláhuac no tenía problemas de salud, como argumentó en su “renuncia”. Ayer mismo dictó una ponencia sobre lavado de dinero, en la semana se le vio en perfecta forma en los restaurantes del Centro y la Zona Rosa. Como García Luna, entregó tiempo y vida a su institución. ¿Qué necesidad había de degradarlo así?
Y luego quieren funcionarios de carrera.
Principio de sexenio. La forma en que Enrique Peña Nieto y sus cercanos decretaron el final de la Secretaría de Seguridad Pública pareció, esencialmente, una censura a la gestión de seis años de Genaro García Luna. Se propuso aquí que el presidente electo le estaba sirviendo un banquete a quienes, sin elementos, le gritaron asesino. Dentro y fuera del gobierno. Un encabezado de esa prensa, ayer: “Elimina Peña el juguete de Calderón y García Luna”. Otro: “Recortan a dos inútiles”. Un comentario tipo en las redes sociales: “Genarito García Luna debiera parar en la cárcel¡¡¡ Incompetente, mentiroso, ladrón. Ah, pero preferido de Felipe Calderón”. Y faltan 15 días de tiro al blanco. Si así lo pensó el futuro gobierno, qué crueldad. Si no lo calculó, qué crueldad también.
Final de sexenio. Cuitláhuac Salinas era el funcionario modelo. Su trayectoria impecable le permitió asumir en noviembre del año pasado el segundo cargo en importancia de la PGR, la subprocuraduría en Delincuencia Organizada (SEIDO). Algo muy grave debió haber hecho, o algo muy grande se quiere ocultar, para que a dos semanas de que todos dejen los edificios de Reforma, la procuradora Marisela Morales (o el presidente Calderón) lo despida. Cuitláhuac no tenía problemas de salud, como argumentó en su “renuncia”. Ayer mismo dictó una ponencia sobre lavado de dinero, en la semana se le vio en perfecta forma en los restaurantes del Centro y la Zona Rosa. Como García Luna, entregó tiempo y vida a su institución. ¿Qué necesidad había de degradarlo así?
Y luego quieren funcionarios de carrera.
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