La noche del sábado 15 de septiembre algo murió en mí. No sé si tuvo que ver con política, con medios de comunicación o con lo que está pasando a nivel social en nuestro país, pero presencié el peor Grito de Independencia de toda mi vida.
Peor por parte de lo que nos llegó del Zócalo de la Ciudad de México, peor por lo que hicieron Televisa y Azteca, peor por el box, peor por todo. No lo puedo creer. Es horrible.
¿Por qué? Porque hay cosas que deben estar por encima de nuestras preferencias políticas, de nuestros intereses comerciales, de nuestra competencia mediática y, en general, de nuestras diferencias.
¿A poco los ingleses que odian a la reina se burlaron de ella durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos?
Por supuesto que no. Nosotros, aquí, en cambio, seguimos sin respetar nada ni a nadie.
Por lo mismo, le pido que guarde en video lo que sucedió el sábado pasado y que lo vea en un año porque en la comparación con el primer Grito de Enrique Peña Nieto vamos a entender lo que pasó aquí.
¿Fue por una cuestión de rechazo hacia Felipe Calderón? ¿Tuvo que ver con la figura del Presidente de la República, con el Partido Acción Nacional o con su administración?
¿Fue porque el señor ya se va y nos da lo mismo lo que pase con él porque el que realmente nos interesa es el próximo presidente, porque se rompió la comunicación entre el gobierno de Felipe Calderón y los medios, o porque, de plano, ahora las televisoras se mandan solas?
¿Y qué fue lo que pasó? Es tan grande que, para poder explicárselo, lo voy a dividir en partes.
México tiene una de las fiestas nacionales más espectaculares de todo el mundo tanto en fondo como en forma.
Gritar ¡Viva México! la noche del 15 de septiembre es una de las tradiciones más hermosas, más interesantes, más populares y más divertidas de quienes nacimos, vivimos o tenemos que ver con esta nación.
Y se celebra lo mismo en el Zócalo de la Ciudad de México que en las plazas de los pueblos más pequeños, en las embajadas, en las casas, en los antros y, casi casi, en donde sea.
A mí, de niño, para bien o para mal, me tocó vivir los 15 de septiembre con una mística particularmente estremecedora.
Toda la familia se juntaba, decorábamos la casa, se preparaba una comida muy especial, se ponía música mexicana y, a la hora del Grito, todos corríamos a la tele para gritar con el Presidente, fuera quien fuera, estuviéramos bien o estuviéramos mal.
Era, palabras más, palabras menos, como recibir el Año Nuevo, como cantarle “Las mañanitas” a la virgen de Guadalupe, un rito, una invocación, una ceremonia vinculada a la esperanza.
El sábado lo que vi en la tele fue penosísimo. Todavía ni gritaba el Presidente y las multitudes ya le estaban apuntando con sus rayos láser.
Si no hubiera sido porque el señor se aferró a su discurso, no lo hubieran dejado gritar, porque le dispararon luces y se las movieron de tal manera que el resultado a nivel imagen fue grotesco, de lo más patético, de lo más lamentable.
¿Y la televisión? Espantosa. Nuestros canales más importantes no solo no mandaron a sus máximas estrellas de la conducción y el periodismo como solían hacerlo, cortaron la ceremonia nomás empezaron los fuegos artificiales.
¿Y todo para qué? Para vendernos dos pavorosas funciones de box donde se violaron todas las reglas y no, no me atrevería a decir que todas las reglas del deporte, todas las reglas de la comunicación.
Por el lado de Televisa vimos una pelea protagonizada por Saúl Canelo Álvarez contra un oponente que si no se había puesto de acuerdo para dejarse perder, poco le faltaba para hacerlo.
Por el lado de Azteca vimos otra, encabezada por Julio César Chávez Jr., donde el hijo del legendario Julio César Chávez perdió en una suerte de polémica que, de tan vista, ya hasta cae mal.
¿A qué me refiero cuando le digo que se violaron las reglas? A que las funciones de box de Televisa se transmiten por Canal 5.
Ésta, en cambio, se transmitió por El Canal de las Estrellas asquerosamente intercalada con la tradicional Fiesta Mexicana de Televisa que, de tan hecha, ya no emociona a nadie. Es como un requisito burocrático, algo automático, mal.
¿Qué tiene que ver el box con la más mexicana de nuestras tradiciones? ¿A usted no se le hace una falta de respeto? ¿A usted no se le hace una imposición, un abuso?
Y Azteca, si bien dejó el box en Azteca 7, lo cual la colocó en desventaja empresarial ante la competencia desleal de Televisa (porque no hay manera de comparar a Azteca 7 con XEW-TV), lo que puso en Azteca 13 fue horrible.
¿Qué? Un concierto de Juan Gabriel de hace chorromil años. Sí, intercalado con un ejercicio titulado Festejando el amor por México con Mauricio Barcelata. Raquel Bigorra y otros talentos, pero finalmente amenizando algo viejo y raro. Qué triste, ¿no?
1 comentario:
No hay misterio: los peores mexicanos (Calderón y Televisa) dieron el peor grito de la historia. Para mí es bastante congruente y estoy cierto que la real y auténtica tristeza es que te roben en la jeta tu decisión electoral. !!!!!
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