sábado, 11 de agosto de 2012

Tenebrosos personajes


Julio Pimentel Ramírez
A la par que Andrés Manuel López Obrador, hasta ahora acompañado por los dirigentes de los partidos aglutinados en el Movimiento Progresista, prosigue su incansable lucha por la invalidez de la elección presidencial para recuperar, de ese modo, el espíritu democrático del maltrecho sistema electoral y la dignidad de una sociedad agravada por la masiva compra de votos, los grandes problemas nacionales permanecen o se agravan peligrosamente.
Mientras la mayor parte de los medios de comunicación y su ejército de “opinadores” intensifican su campaña en contra de AMLO y Felipe Calderón voltea para otro lado, preocupado por su destino a pesar de que evidentemente ya pactó con el PRI, la escalada de violencia no cesa y la brutalidad criminal de la que es corresponsable el Estado cobra más vida de niños, adolescentes y mujeres.
En tanto, ineludiblemente, se extingue el plazo para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación haga publica su decisión sobre la calificación de la elección presidencial, los reacomodos en el seno de las fuerzas políticas siguen su curso y nos muestran, entre otras cosas, que en el PRI en correlación a la debilidad política de Enrique Peña Nieto, que se desprende de su ilegitimo triunfo formal el primero de julio, se fortalecen personajes formados en sótanos, antecámaras y rincones oscuros del tricolor.
A la manera de la clásica cargada priísta, en la que de manera “espontánea” se precipita un alud de adhesiones y loas a los indiscutibles designados, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón son nombrados coordinadores de los legisladores del PRI en las cámaras de Diputados y Senadores, respectivamente.
Cada partido escoge –mejor dicho sus cúpulas- a quien mejor lo representa o para ser más puntuales a los que concentran una mayor parcela de poder. En este caso la tan cacareada consigna del nuevo PRI es regresada al cesto de la basura en el que fue arrojada desde hace ya varias décadas por quienes abandonaron sus raíces nacionalistas y populares, con todo lo limitado que eran, conservando su autoritarismo y corporativismo.
Nada bueno presagia para los mexicanos que estos “experimentados” políticos -de larga y tenebrosa historia salpicada de corrupción y sangre, de capítulos de crímenes de Estado y vínculos con el narco- sean los operadores de las estrategias del PRI y sus aliados en el poder legislativo.
Ya se anuncia la decisión del PRIAN para concretar las anheladas, para los hombres del poder, reformas estructurales: privatización de PEMEX, reforma laboral regresiva para los trabajadores y adecuaciones fiscales que no toquen a los hombres del dinero y que, a cambio, carguen IVA a medicinas y alimentos.
En este gris panorama destaca la oxigenadora presencia del movimiento estudiantil, que se esfuerza por conjugar la demanda en contra de la imposición de EPN en la presidencia de la República con una perspectiva de lucha a mediano y largo plazo.
Es de tomar en cuenta la creciente movilización de los estudiantes rechazados de la educación media y superior por un sistema que los excluye de la posibilidad de desarrollo. Miles de jóvenes han salido a las calles: exigen una auténtica formación universitaria, no se dejan engañar por la SEP y su feria de falsas opciones educativas.
Como señala el ex rector de la Universidad de la Ciudad de México, Manuel Rocha, quienes controlan el sistema de educación superior de este país tienen la convicción de que la educación universitaria –científica, humanística y crítica– es sólo para una elite, no para las masas. Su proyecto es consolidar una sociedad estratificada a la que corresponde un sistema educativo también estratificado
Sin duda este es un tema complejo que demanda una solución integral, que pasa por cambios profundos en el modelo económico y una transformación del sistema educativo en todos sus eslabones, desde el nivel básico hasta la educación universitaria.
Los jóvenes del YoSoy132 tienen razón en oponerse a la imposición de EPN, ya que de concretarse seguirá adelante la instrumentación de medidas neoliberales en todos los órdenes, incluyendo la prolongación de la estrategia de seguridad que inunda de sangre a la República, la política económica que excluye del desarrollo a la mayoría de la población y concentra la riqueza en unos cuantos. En fin, más violencia, desempleo, pobreza y la perpetuación en el poder de políticos corruptos y ambiciosos.

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