lunes, 18 de junio de 2012
EPN y el Cártel de los Diablos. Jaime Avilés
Con bombo y platillo, EPN anunció el jueves que su asesor en materia de seguridad será –si gana las elecciones, claro-- el general colombiano Oscar Naranjo Trujillo, quien hasta hace días fue director de la Policía Nacional de su país. De acuerdo con múltiples informes de prensa, Naranjo Trujillo sostiene vínculos con una poderosa organización clandestina llamada El Cartel de los Diablos.
¿Cómo? Para “combatir” al narcotráfico, ¿Peña Nieto contrató a un narcotraficante? Juzguen ustedes. Hace un sexenio, en la ciudad alemana de Colonia, Juan David Naranjo Trujillo fue condenado a cinco años y seis meses de cárcel por tratar de vender 35 kilos de cocaína a dos policías encubiertos. Estos lo detuvieron, in fraganti, el 27 de abril de 2006.
Cuatro años más tarde, gracias a las influencias de su hermano Oscar, David Naranjo quedó libre. Las cartas que presentó a las autoridades alemanas el hipotético asesor de EPN bastaron y sobraron para que el gobierno teutón lo apoyara. Y es que en los años 80 y principios de los 90, el general Naranjo Trujillo y otros oficiales, como el coronel Danilo González, tejieron una sólida alianza con los capos del Cártel del Norte del Valle que dio origen al grupo Pepes, como se autodenominaron los perseguidores (P) del célebre Pablo (P) Escobar Gaviria.
Esa alianza entre los policías militares Oscar Naranjo y Danilo González con el cártel del Norte del Valle, es conocida en el bajo mundo como el Cártel de los Diablos. Antes de formar esa sociedad secreta, Naranjo y González trabajaron en Colombia para la DEA y fueron acusados de ordenar los asesinatos de militares y policías que se negaran a colaborar con el Cártel de los Diablos.
Las agencias de inteligencia estadunidense destacadas en Colombia, de acuerdo con reportes de la prensa de aquella nación del sur, conocen al detalle las actividades criminales del general Oscar Naranjo y su mancuerna, el coronel Danilo González, pero no los han detenido porque se benefician de los informes que éstos les proporcionan desde la clandestinidad, para que las autoridades actúen contra las bandas enemigas del Cártel del Norte del Valle.
Como gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto se reunió en varias ocasiones con el entonces presidente Alvaro Uribe, para pedirle consejos acerca de cómo aplicar la versión del Plan Colombia en nuestro país, que aquí se llama Iniciativa Mérida. En su libro de campaña, Josefina Vázquez Mota reconoció que también visitó a Uribe en Colombia, es de suponerse que con iguales propósitos.
La Iniciativa Mérida fue sellada entre George WC Bush y Vicente Fox, a finales del sexenio anterior, cuando la ineptitud del panista echó por tierra el Plan Puebla-Panamá. Tras la firma de la Iniciativa Mérida y la llegada de Felipe Calderón al poder, este dio, como suele decir AMLO, un “palo al avispero” y desató la violencia infernal, sin pies ni cabeza, que ha causado la muerte de más de 150 mil personas.
Pero los hechos han demostrado que ese acto aparentemente caprichoso e irresponsable de Calderón, en realidad obedeció a órdenes de Estados Unidos, para desatar el caos en nuestro país, fortalecer a los cárteles de la droga y permitir que la economía mexicana se mantenga a flote –gracias a los 30 o 40 mil millones de dólares anuales que produce el lavado de dinero-- mientras las actividades productivas más rentables –el petróleo, el gas, la electricidad, la minería y otras-- benefician a unas cuantas empresas extranjeras y a unos cuantos magnates locales.
Gracias al Plan Colombia, que desangró a aquel país con una crueldad similar a la que nos desgarra actualmente, el ejército colombiano tiene hoy por hoy medio millón de y en sus fronteras hay siete bases militares estadunidenses, con las armas apuntadas hacia Brasil, Venezuela y Ecuador, que poseen las mayores reservas de energéticos en Sudamérica.
¿La Iniciativa Mérida persigue los mismos objetivos? ¡Por supuesto! Por eso Estados Unidos apoya con todo la candidatura presidencial de Peña Nieto y saluda el arribo del narcogeneral colombiano Oscar Naranjo Trujillo a su equipo de trabajo. Si este señor es el líder del Cártel de los Diablos, sin duda simpatizará con los Diablos Rojos del Toluca. Pero, ¿no es un delito que el aspirante del PRI contrate los servicios de un delincuente de tamaña envergadura?
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