Octubre del 2007
El subcomandante Marcos rindió homenaje a la Revolución Cubana y al comandante Ernesto Che Guevara, y denunció que la llamada Iniciativa Mérida representa una amenaza también para la isla. Después de casi 50 años, el gobierno estadunidense “descubre que la opción elegida por el pueblo cubano no depende de un hombre excepcional, sino de una vocación histórica que es compartida por los pueblos latinoamericanos: la de la libertad y la justicia. El problema entonces para el gobierno de Estados Unidos no tiene el nombre de Fidel Castro Ruz sino, para decirlo llanamente, Revolución Cubana”.
Durante su participación en el Foro Nacional de Solidaridad con las Comunidades Zapatistas, realizado en Jojutla, Morelos, este fin de semana, el delegado de la Comisión Sexta también acusó a Héctor Aguilar Camín de pretender “lavar el crimen de Estado” cometido en Acteal, y expresó: “Según nuestro pensamiento zapatista, no se puede hablar de la solidaridad como hermandad sin pensar en Cuba, en su lucha y en su historia. Y nombrando a Cuba no nombramos a la víctima en turno, sino a lo que ahí se juega a nivel regional, continental y mundial”.
Esto, “cuando se va y viene diciendo que si la soberanía nacional (ahora supuestamente defendida por los ‘patriotas’ senadores), que si el combate al narcotráfico, olvidando que la llamada Iniciativa Mérida o Plan México tiene como uno de sus objetivos el cerrar la pinza militar y diplomática sobre esa solitaria estrella de dignidad en el Caribe. Hace 40 años, el poder extranjero descubrió que la rebeldía de un continente no moría con la bala que mató a Ernesto Che Guevara, y que este sentimiento a veces encarna en individuos y siempre en pueblos”.
Marcos recordó los inicios del levantamiento zapatista: “Todo parece imposible la víspera, dijo alguno de los nuestros, para agregar luego: Y resulta que el mañana está ahí nomás, cerca, pero no porque nos espere, sino porque lo construimos en su momento, en otro calendario. Los hombres, mujeres, niños y ancianos que abrazaron la causa sintetizada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y decidieron hacer otra cosa, abajo y a la izquierda, se enfrentan a los imposibles de hoy”.
Con don Félix Serdán al lado, Marcos abundó ante los asistentes al encuentro: “Si a la repetida bolsa de preguntas que ustedes llaman ‘luna’ le preguntáramos qué vio esas noches en las montañas del sureste mexicano, seguramente diría: ‘parecía una sombra múltiple, sin destino, rota’. Para el zapatismo del EZLN, el fracaso y la muerte se conjugan con la primera persona del singular (el Yo, Mi, Me, Conmigo, que diera título a uno de los discos de Joaquín Sabina). Y, en cambio, el éxito y la vida llevan siempre de la mano el ‘nosotros’ que nos da identidad, pasado y mañana (lo que se conoce como Utopía que, por cierto, es el nombre de uno de los discos de Joan Manuel Serrat)”.
Abundó: “Acháquenlo a nuestro pesimismo dialéctico o a nuestra desconfianza ancestral, pero el caso es que (en enero de 1994) pensábamos que seríamos recibidos con el silencio, la sordera, la condena, la lapidación. Claro, además de balas y bombas. ‘No son bombas, son rockets’, dijo el autodenominado historiador y entonces fan de Carlos Salinas de Gortari, como después lo sería de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Andrés Manuel López Obrador (antes del fraude, claro), y ahora lo es de Felipe Calderón. Creo que se llama Héctor Aguilar Camín quien, por cierto, ahora firma un libro sobre Acteal porque el patiño (Carlos) Tello Díaz no estaba a la mano. Más dinero para ampliar los anexos, a cambio de lavar el crimen de Estado que lleva el sello de una guerra de exterminio”.
El sucomandante Marcos llama la atención “de que la memoria que se hace de Acteal edite el lugar de Gustavo Iruegas, encargado de las relaciones exteriores del llamado gobierno legítimo de López Obrador. Y que, en el momento en que se denuncia la participación de ex guerrilleros en la estrategia de contrainsurgencia que se echó a andar entonces, y que culminó con la matanza de Acteal, se olvide que uno de los jefes de la delegación gubernamental de Zedillo era el señor Iruegas, hoy súbitamente converso a la causa de la izquierda”.
Ninguna retribución para la usura políticaMarcos concluyó con una crítica a la solidaridad de “quienes se acercan a las luchas ofreciendo apoyo, cuando en realidad están dando un préstamo con altísimos intereses”. Mencionó a Benito Mirón Lince, inicialmente aliado, luego crítico del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y ahora funcionario capitalino, “olvidando que era un furibundo crítico de la izquierda institucional”.
Esto pasa también en Europa, dijo, donde “pretenden que, en pago a los ‘favores recibidos’ (así dicen), el Ejército Zapatista apoye sus posiciones sobre la justa lucha del pueblo vasco, o su respaldo vergonzante al intervencionismo estadunidense y europeo. Sólo vine para avisarles que aquellas personas, grupos, colectivos, organizaciones que piensen practicar la usura con sus apoyos, sepan que no tendrán retribución alguna. En este largo batallar, los pueblos indios todos, no sólo los zapatistas, somos los acreedores”.
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