Álvaro Cepeda Neri
Hace más de un año, en un desayuno en la casa de gobierno de Toluca (con la sala tapizada de fotografías de sus hijos con su primera esposa, Mónica Pretelini, fallecida entre dudas y sospechas que lo persiguen), a una pregunta de Enrique Peña Nieto sobre la competencia por la Presidencia (de la cada vez menos República por los sabotajes antilaicos de Vicente Fox y Felipe Calderón) le contestaron que se esperara para 2018. Siempre y cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) –como indicaban sus victorias en las elecciones intermedias– obtuviera la victoria en 2012, con un candidato de lujo como el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, que en el cargo hubiera probado su evolución a estadista con sus propuestas de reformas políticas, económicas y sociales, que los diputados federales peñistas impidieron consumar como todo un programa.
Enrique, el galán de Televisa, que desayunando con arreglo a su dietista y nueces de por medio (para combatir el colesterol), no estuvo de acuerdo… y helo ahora de candidato, tras comprar y controlar al priísmo, exhibe su inmadurez política y arrastra una carreta con muertos (los feminicidios mexiquenses), corruptos politiquillos y su hijita Paulina que insulta a quienes lo critican (reflejo de lo que se dice en su nuevo hogar con su cónyuge, la “estrella” apagada, la Gaviota, Angélica Rivero).
En cuanto Peña creyó (no lo pensó, pues otro gallo le cantaría) que las tenía todas consigo e ingenuamente supuso que Calderón no era tan perverso (pero es su única cualidad), impuso a Humberto Moreira como presidente del PRI. Después exigió su renuncia para ponerlo a salvo de las imputaciones sobre los más de 30 mil millones de pesos que dejó como deuda al ser desgobernador de Coahuila; cargo que heredó a su hermanito Rubén. En su último informe de gober, Peña se exhibió con su tío y padrino, el saqueador Arturo Montiel, por estos días en líos con su exesposa Maude Versini, por la custodia de los hijos. Se dejaba ver con su hoy asesor, el expresidente Carlos Salinas de Gortari. Y no se apartaba de él su hombre de confianza: Luis Videgaray, el “hombre del maletín” hinchado de “poderoso caballero es don dinero”, ahora su coordinador general de campaña (y para taparle el ojo al macho, puso a Felipe Solís Acero y a Ramírez Marín con sus más de 100 kilos).
Parte de sus apoyos son los siguientes depredadores; el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz; el de Veracruz, Fidel Herrera; el de Puebla, Mario Marín, y el mexiquense Emilio Chuayffet, famoso por confesar haber bebido “dos o tres chincholes” cuando la matanza de Acteal (y con el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, por esto acusado en una Corte estadunidense… muertos de miedo de que se les aparezca el mismísimo don diablo). Con fama de que si lo sacan del guión y sus asesores no le “soplan” por su “chicharito”, no sabe si reír o llorar, Peña ha tenido una mala salida y todavía no empieza la competencia. Pero cree que tiene ganada la Presidencia y se muestra como el rey que, desnudo, creía andar vestido elegantemente. Malos presagios lo acompañan en otro de sus flancos sin defensa, con David López, en comunicación. En otra entrega me ocuparé del resto del “equipo” peñista que, de seguir así, volverá a ser derrotado y entonces sí… ¡adiós al PRI para siempre!
*Periodista
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
-
La historia de la familia Ramírez es casi como de película. El matrimonio Ramírez compuesto por Enrique Ramírez Miguel y María Villalón...
-
El encargado de despacho de la PGJEM, Alfredo Castillo, explicó que el cuerpo de la niña tardó en emitir un olor fétido debido a que su cue...
-
El voto de castigo. Cartón: Rocha MÉXICO, D.F. (Proceso).- México es un claro ejemplo de la indisociable relación entre una demo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario