Miguel Ángel Granados Chapa en un retrato de 2007. Foto: Eduardo Miranda |
MÉXICO, D.F., (apro).- El axioma del periodista Miguel Ángel Granados Chapa fue muy claro: “Los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los políticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe”.
Esta frase le dio título al libro de conversaciones e intervenciones más importantes de Miguel Ángel Granados Chapa, editado a finales de 2010 por la colección Cuadernos de El Financiero, coordinado por el periodista Víctor Roura.
Como una manera de homenaje al autor de Plaza Pública, al conductor constante del programa radiofónico del mismo nombre en Radio UNAM, al editor, reportero, cronista, subdirector de información, fundador y director-gerente de la revista Proceso, y maestro de decenas de generaciones de periodistas, ofrecemos a continuación algunas de las principales ideas que Granados Chapa expone en este libro periodístico:
La columna
“La columna no debería servir para golpear a los políticos. Para ello, en todo caso, está el mazo. Aunque algunos siguen golpeando, sí; pero en menor medida. Sobre todo porque la columna ha perdido importancia, debido al ensanchamiento de los periódicos que hoy, a diferencia de antaño (cuyos espacios eran limitados, tornándose incluso aburridos a veces, circunscritos a la información oficial, por lo tanto insustancial), son más entretenidos. En cambio, las columnas tenían un cierto grado de esparcimiento en el cual los políticos podían permitirse mandar mensajes entre sí. Y todavía ocurre, pero mucho menos. Porque ahora las columnas no son ya los espacios más leídos de un diario”.
La opinomanía
“Aunque ahora abunda la opinomanía. Y se da justamente porque el despertar de la sociedad, este largo desaletargamiento, ha producido un interés inusitado por la vida política del país haciendo arribar a personas sin preparación, sin tener ningún interés real por la política, pero sustraídos en la mercadotecnia, cuyo nicho ha creado de la opinión una sustancia banalizadora. Eso ha permitido la multiplicación de estas opiniones triviales, muy a menudo interesadas, tanto en los espacios electrónicos como en los impresos”.
“Yo no quiero ser político”
“Yo no quiero ser un político. Obviamente quien escribe de política debe asumir que posee una coloración política, pero ésta es otra cosa. Cuando fui candidato a la gubernatura de Hidalgo (1998-99) se debió a la idea de contribuir personalmente a la posibilidad de ensanchar los espacios públicos en mi estado natal, que es uno de los más atrasados de la República (Hidalgo). Yo no quería hacer carrera política. Incluso antes y después de esa experiencia me invitaron a ser candidato a diputado y a senador por la vía plurinominal, pero no acepté. De hecho, durante mi campaña no dejé de escribir nunca mi columna, pues no quería, ni quiero, apartarme del periodismo”.
Políticos y columnistas
“Los columnistas se manejan de otra manera: no pueden distanciarse de los políticos. Así es, mas pueden regular su distancia. Hay quienes se ufanan de comer con los políticos, es cierto, y exhiben su cercanía con los funcionarios porque con eso quieren advertir que ellos, los periodistas, también son importantes. Es una tontería, por supuesto. Antaño era muy frecuente que se procurara esta vinculación porque de ella podría derivar una oportunidad personal de hacer un negocio. Por eso se participaba en las comilonas y las francachelas. Pero eso ha ido disminuyendo. Sin embargo, hay que reconocer que la cercanía de los columnistas con los gobernantes ha sido, en México, históricamente venal. Porque los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los políticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe”…
“Escapa a mis impulsos tener dinero o una propiedad. Prefiero ir, como dijera Machado, ligero de equipaje”.
Mezquindades y vilezas
“No sólo en la política, también en el medio periodístico, hay mucha mezquindad y vileza. Es cierto. Pero como dice un refrán, al que vuelvo muy seguido: ‘El que no quiera ver fantasmas, que no salga de noche’. Si uno entró a este oficio es porque es lo que quiere hacer en la vida, como es mi caso, debe arrastrar las consecuencias como un efecto natural. Si quiero ser periodista, me atengo a los efectos positivos y negativos de este oficio”.
Periodismo y poder
“Hay un periodismo que se dirige al poder. Es un periodismo que no satisface su misión social. Porque la misión social es la comunicación con la gente, el público, los lectores. Desde luego, también es verdad que algunas cosas han cambiado para bien; por ejemplo, antes casi todo el periodismo se dirigía más al poder que a los lectores. Es reciente su dedicación a los lectores y no al poder… o no sólo al poder”.
La censura
“No se ha modificado mucho. La censura a veces empresarial, a veces gubernamental, a veces es simulada, a veces es directa, abierta; hay que enfrentarla según el modo, según quien la ejerza. No hay un solo modo de enfrentarse a ella… salvo el ejercicio mismo de la libertad de expresión”.
“La censura avanza en sus formas. Hoy, por ejemplo, el juicio por presunto daño moral se ha constituido en un método novedoso para inhibir el trabajo periodístico; ese es un riesgo nuevo y creo que debería derogarse”.
Los excesos de la prensa mexicana
“Necesitamos reflexionar sobre los excesos en la prensa mexicana. Para mí, uno de ellos es ofender al que no es poderoso. Insultar al que no puede defenderse. Acusar al que no puede decir su verdad. El exceso que se practica contra los que tienen menos poder que uno. No hay exceso cuando uno se refiere al poderoso, pero sí hay cuando uno se refiere al que no lo es. Eso no debe suceder.
“Tampoco puedo dejar de señalar que una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio. No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lícito hacer negocio con el periodismo, pero no es lícito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio”.
Las nuevas tecnologías
“Las nuevas tecnologías abrirán un espacio al periodismo de calidad. Tan sólo el acceso a la información es ahora una gran ventaja de la sociedad. Y no hemos aprovechado todavía este acceso plenamente. Es real: la tecnología contemporánea ensancha considerablemente la búsqueda de información y la posibilidad de comunicación. Ahí hay, claro, un terreno inmenso para la comunicación profesional”.
Como una manera de homenaje al autor de Plaza Pública, al conductor constante del programa radiofónico del mismo nombre en Radio UNAM, al editor, reportero, cronista, subdirector de información, fundador y director-gerente de la revista Proceso, y maestro de decenas de generaciones de periodistas, ofrecemos a continuación algunas de las principales ideas que Granados Chapa expone en este libro periodístico:
La columna
“La columna no debería servir para golpear a los políticos. Para ello, en todo caso, está el mazo. Aunque algunos siguen golpeando, sí; pero en menor medida. Sobre todo porque la columna ha perdido importancia, debido al ensanchamiento de los periódicos que hoy, a diferencia de antaño (cuyos espacios eran limitados, tornándose incluso aburridos a veces, circunscritos a la información oficial, por lo tanto insustancial), son más entretenidos. En cambio, las columnas tenían un cierto grado de esparcimiento en el cual los políticos podían permitirse mandar mensajes entre sí. Y todavía ocurre, pero mucho menos. Porque ahora las columnas no son ya los espacios más leídos de un diario”.
La opinomanía
“Aunque ahora abunda la opinomanía. Y se da justamente porque el despertar de la sociedad, este largo desaletargamiento, ha producido un interés inusitado por la vida política del país haciendo arribar a personas sin preparación, sin tener ningún interés real por la política, pero sustraídos en la mercadotecnia, cuyo nicho ha creado de la opinión una sustancia banalizadora. Eso ha permitido la multiplicación de estas opiniones triviales, muy a menudo interesadas, tanto en los espacios electrónicos como en los impresos”.
“Yo no quiero ser político”
“Yo no quiero ser un político. Obviamente quien escribe de política debe asumir que posee una coloración política, pero ésta es otra cosa. Cuando fui candidato a la gubernatura de Hidalgo (1998-99) se debió a la idea de contribuir personalmente a la posibilidad de ensanchar los espacios públicos en mi estado natal, que es uno de los más atrasados de la República (Hidalgo). Yo no quería hacer carrera política. Incluso antes y después de esa experiencia me invitaron a ser candidato a diputado y a senador por la vía plurinominal, pero no acepté. De hecho, durante mi campaña no dejé de escribir nunca mi columna, pues no quería, ni quiero, apartarme del periodismo”.
Políticos y columnistas
“Los columnistas se manejan de otra manera: no pueden distanciarse de los políticos. Así es, mas pueden regular su distancia. Hay quienes se ufanan de comer con los políticos, es cierto, y exhiben su cercanía con los funcionarios porque con eso quieren advertir que ellos, los periodistas, también son importantes. Es una tontería, por supuesto. Antaño era muy frecuente que se procurara esta vinculación porque de ella podría derivar una oportunidad personal de hacer un negocio. Por eso se participaba en las comilonas y las francachelas. Pero eso ha ido disminuyendo. Sin embargo, hay que reconocer que la cercanía de los columnistas con los gobernantes ha sido, en México, históricamente venal. Porque los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los políticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe”…
“Escapa a mis impulsos tener dinero o una propiedad. Prefiero ir, como dijera Machado, ligero de equipaje”.
Mezquindades y vilezas
“No sólo en la política, también en el medio periodístico, hay mucha mezquindad y vileza. Es cierto. Pero como dice un refrán, al que vuelvo muy seguido: ‘El que no quiera ver fantasmas, que no salga de noche’. Si uno entró a este oficio es porque es lo que quiere hacer en la vida, como es mi caso, debe arrastrar las consecuencias como un efecto natural. Si quiero ser periodista, me atengo a los efectos positivos y negativos de este oficio”.
Periodismo y poder
“Hay un periodismo que se dirige al poder. Es un periodismo que no satisface su misión social. Porque la misión social es la comunicación con la gente, el público, los lectores. Desde luego, también es verdad que algunas cosas han cambiado para bien; por ejemplo, antes casi todo el periodismo se dirigía más al poder que a los lectores. Es reciente su dedicación a los lectores y no al poder… o no sólo al poder”.
La censura
“No se ha modificado mucho. La censura a veces empresarial, a veces gubernamental, a veces es simulada, a veces es directa, abierta; hay que enfrentarla según el modo, según quien la ejerza. No hay un solo modo de enfrentarse a ella… salvo el ejercicio mismo de la libertad de expresión”.
“La censura avanza en sus formas. Hoy, por ejemplo, el juicio por presunto daño moral se ha constituido en un método novedoso para inhibir el trabajo periodístico; ese es un riesgo nuevo y creo que debería derogarse”.
Los excesos de la prensa mexicana
“Necesitamos reflexionar sobre los excesos en la prensa mexicana. Para mí, uno de ellos es ofender al que no es poderoso. Insultar al que no puede defenderse. Acusar al que no puede decir su verdad. El exceso que se practica contra los que tienen menos poder que uno. No hay exceso cuando uno se refiere al poderoso, pero sí hay cuando uno se refiere al que no lo es. Eso no debe suceder.
“Tampoco puedo dejar de señalar que una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio. No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lícito hacer negocio con el periodismo, pero no es lícito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio”.
Las nuevas tecnologías
“Las nuevas tecnologías abrirán un espacio al periodismo de calidad. Tan sólo el acceso a la información es ahora una gran ventaja de la sociedad. Y no hemos aprovechado todavía este acceso plenamente. Es real: la tecnología contemporánea ensancha considerablemente la búsqueda de información y la posibilidad de comunicación. Ahí hay, claro, un terreno inmenso para la comunicación profesional”.
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