En Sonora se libra un conflicto que puede derivar en violencia sangrienta, ya que el desgobernador panista (protegido de Felipe Calderón), Guillermo Padrés Elías, está dispuesto a robarse el agua del Valle del Yaqui (la parte Sur de la entidad constituida por ocho pueblos indígenas y 20 municipios, desde Cajeme a Navojoa), con tal de surtir de la presa El Novillo, agua para su megaproyecto en Hermosillo, que redituará a éste y su grupo –casi cártel depredador– ganancias personales al favorecer irracionalmente a inversionistas (los Vázquez Raña, del tronco de Olegario e hijos, quienes tratan despóticamente a sus trabajadores en su corporativo de hoteles, radiodifusoras, televisión, periódico, hospitales, etcétera). Y pasa por encima de las resoluciones judiciales que lo tienen en desacato y al borde de que, como es posible jurídicamente, los ciudadanos planteen su desafuero, para destituirlo.
Aunque “la pelota” está en la cancha de los tribunales federales, también es un asunto político-administrativo, por lo que los afectados por el abuso de Padrés, han dirigido, con éste último (El Universal, 8 de septiembre de 2011) 17 textos a Calderón para que en lugar de apoyar el robo del agua, entre en razón y con la información imparcial, convenza a éste de que instale una o dos desaladoras (en Bahía de Kino y Guaymas), para abastecer de agua potable a casi todo el estado. Y así resolver el problema y que la agricultura regrese a la siembra y cosecha de tres cultivos anuales, como cuando había agua suficiente. Pero, llevarse el poco líquido vital que hay al centro de Sonora, generará más escasez y que estalle un conflicto político-social.
Calderón y José Luis Luege Tamargo (el director general de la Comisión Nacional del Agua y quien la maneja como palanca para ser candidato del Partido Acción Nacional a la jefatura del Distrito Federal), apoyan al desgobernador de Sonora quien, envalentonado se enfrenta a las resoluciones judiciales federales, hasta quedar en desacato, mientras pandilleros a su servicio amenazan a jueza que está a punto de utilizar la fuerza pública para detener la construcción del acueducto.
Padrés supone que la impunidad está de su parte y no detendrán la obra. Pero las movilizaciones de los pueblos indígenas y de todo el Sur de Sonora, están dispuestas a impedir el robo.
Las tensiones políticas aumentan y las respuestas provocadoras del desgobernador, harán que estalle la violencia social. Pues éste quiere sustraer el agua para su proyecto hotelero y comercial en Hermosillo y en su estupidez (a pesar de que se comprometió a ello) rechaza la solución de las desaladoras, porque en la construcción del acueducto está entrado en gastos con sus empresarios; por lo cual contra cuatro resoluciones, dos amparos y en el filo del desafuero por desacato judicial, no da un paso atrás.
Ya encarceló a yaquis de Vícam porque protestaron y amenazó a agricultores cajemenses con más represiones policiacas. El Sur de Sonora está a punto de convulsionar por las provocaciones de Padrés y el desprecio de Calderón y Luege a las peticiones para que intervengan.
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Aunque “la pelota” está en la cancha de los tribunales federales, también es un asunto político-administrativo, por lo que los afectados por el abuso de Padrés, han dirigido, con éste último (El Universal, 8 de septiembre de 2011) 17 textos a Calderón para que en lugar de apoyar el robo del agua, entre en razón y con la información imparcial, convenza a éste de que instale una o dos desaladoras (en Bahía de Kino y Guaymas), para abastecer de agua potable a casi todo el estado. Y así resolver el problema y que la agricultura regrese a la siembra y cosecha de tres cultivos anuales, como cuando había agua suficiente. Pero, llevarse el poco líquido vital que hay al centro de Sonora, generará más escasez y que estalle un conflicto político-social.
Calderón y José Luis Luege Tamargo (el director general de la Comisión Nacional del Agua y quien la maneja como palanca para ser candidato del Partido Acción Nacional a la jefatura del Distrito Federal), apoyan al desgobernador de Sonora quien, envalentonado se enfrenta a las resoluciones judiciales federales, hasta quedar en desacato, mientras pandilleros a su servicio amenazan a jueza que está a punto de utilizar la fuerza pública para detener la construcción del acueducto.
Padrés supone que la impunidad está de su parte y no detendrán la obra. Pero las movilizaciones de los pueblos indígenas y de todo el Sur de Sonora, están dispuestas a impedir el robo.
Las tensiones políticas aumentan y las respuestas provocadoras del desgobernador, harán que estalle la violencia social. Pues éste quiere sustraer el agua para su proyecto hotelero y comercial en Hermosillo y en su estupidez (a pesar de que se comprometió a ello) rechaza la solución de las desaladoras, porque en la construcción del acueducto está entrado en gastos con sus empresarios; por lo cual contra cuatro resoluciones, dos amparos y en el filo del desafuero por desacato judicial, no da un paso atrás.
Ya encarceló a yaquis de Vícam porque protestaron y amenazó a agricultores cajemenses con más represiones policiacas. El Sur de Sonora está a punto de convulsionar por las provocaciones de Padrés y el desprecio de Calderón y Luege a las peticiones para que intervengan.
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