Alejandro Solalinde, sacerdote.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
COATZACOALCOS, Ver. (apro).- De rodillas y ante un altar improvisado, de manera inesperada el padre Alejandro Solalinde Guerra pidió “perdón a Los Zetas, a todos los delincuentes y a todos los hermanos que les hemos fallado, que son víctimas de una sociedad enferma que no supo darles apoyo, que no supo darles valores”.
Los criminales, dijo Solalinde Guerra al recorrer esta ciudad junto con 600 familiares de centroamericanos desaparecidos en México, son “las primeras víctimas de un gobierno corrupto, capitalista, neoliberal, enfermizo y fallido”.
En una liturgia celebrada bajo el puente de la Avenida 1, donde los indocumentados aguardan el paso de La Bestia, el religioso envió mensajes directos a las autoridades gubernamentales, eclesiásticas, educativas y a los propios victimarios de los migrantes.
Flanqueado por fray Tomás González Castillo y del coordinador de la Movilidad Humana de la diócesis de Coatzacoalcos, David Hernández Tovilla, Solalinde se hizo eco de la angustia de los familiares de los migrantes.
En su reflexión, pidió “perdón a nombre de esa escuela a la que quizás no tuvieron acceso o no supieron educarlos y solamente los instruyeron”.
La jerarquía católica no escapó a los cuestionamientos del religioso, quien también pidió perdón “por esas iglesias cristianas, evangélicas o católicas que les dieron una embarrada de religión y de valores y que no supimos formarlos en los valores de Jesucristo; al contrario, contribuyeron a la idolatría y a la adoración del dinero”.
Rodeado de madres, hermanos e hijos que en sus manos portaban los retratos de sus seres queridos, de los que desconocen su paradero desde hace 10, 15 ó 20 años, Solalinde volvió a pedir perdón por políticos que no supieron estar “a la altura de su responsabilidad histórica, no supieron responder a formar personas, en fin, por todo esto, hermanos Zetas, hermanos que han participado en la delincuencia organizada y que han contribuido en el dolor de estas familias que están aquí, por ellos les pido perdón de todo corazón”.
El franciscano González Castillo secundó las denuncias que de manera sistemática viene realizando el padre Solalinde, al reafirmar que Veracruz, junto con Tabasco y Tamaulipas, constituye la zona más peligrosa del país en la ruta de los migrantes para llegar a buscar trabajo en Estados Unidos.
Luego, con ironía, destacó que “extrañamente en esta travesía hoy no pasó nada. Todo estuvo tranquilo, cuando de todos es sabido que en la ruta te pueden robar, extorsionar, secuestrar y, lo peor que les puede pasar, es ser asesinados o mutilados por el tren”.
El sacerdote denunció el calvario que pasan las familias de los migrantes para recuperar los cuerpos de sus muertos que terminan en la fosa común.
Hizo hincapié en que “tan sólo en Tenosique tenemos una fosa común donde van a dar los migrantes mutilados o las personas encontradas en las vías del tren o las personas que son asaltadas y las matan”.
Lamentó que “todavía después de muertos, no tengan el derecho a retornar a sus lugares de origen”.
También trajo a colación la postura del relator de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Felipe González, quien calificó este fenómeno de una tragedia humanitaria, como lo confirma el informe de la CNDH, que documentó sólo en 2010 unos 20 mil casos de desaparecidos, secuestrados y muertos en todo el país.
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