MÉXICO, D.F., 29 de julio (apro).- Después de los diálogos en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, entre el Movimiento para la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia y los legisladores federales, éstos tienen la obligación de definir, de una vez por todas, si habrá periodo extraordinario para aprobar las reforman demandadas.
En cuanto al primer tema, la reforma política, no hay mucho que buscarle: el “atorón” de esta iniciativa es consecuencia del pleito entre los principales aspirantes a la candidatura presidencial del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera y Enrique Peña Nieto.
La reforma política fue planteada por el senador Beltrones y, por supuesto aprobada en el Senado de la República, que es donde él manda. Sin embargo, en la Cámara de Diputados, Peña Nieto se encargó de frenarla para impedir que el senador avance en sus pretensiones electorales.
Peña Nieto frenó la reforma porque, si bien no manda formalmente en la Cámara baja –la “bancada peñista” tiene 70 legisladores incondicionales–, sí tiene el apoyo total de Carlos Salinas, el verdadero jefe, quien desde que inició la actual legislatura les pidió a sus seguidores apoyo total para el gobernador mexiquense.
Incluso, antes de que Peña Nieto se pronunciara por la reforma política, el principal operador político-económico de Carlos Salinas de Gortari en la Cámara de Diputados, el nuevoleonés Felipe Henríquez, salió al paso y habló por el gobernador. Dijo que Peña Nieto, su compadre, no estaba de acuerdo con la reelección y que, más bien, pugnaba por la cláusula de gobernabilidad.
Henríquez fue quien operó financieramente –por órdenes de Salinas– la campaña de Peña Nieto para el gobierno del Estado de México; hoy es secretario de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados. Un lugar en donde se mueven de 3 billones de pesos año al año.
Del otro lado de la reforma política se encuentra el tema de la Ley de Seguridad Nacional. Modificada en el Senado de la República, la minuta salió rumbo a San Lázaro con “peros” que le puso la Sedena. Los militares buscaron a los diputados priistas y ahí rehicieron prácticamente la minuta del Senado. Sin embargo, a la hora de presentarse ante el resto de los diputados éstos pusieron el grito en el cielo. A escasos días de concluir el periodo ordinario, en una ríspida y estruendosa reunión del grupo parlamentario del PRI, la expresidenta nacional de ese partido, Beatriz Paredes, preguntó: “¿Quién la pidió? ¿Por qué el PRI empuja y no el PAN? ¿Por qué el apuro de aprobar una reforma si no somos gobierno?”
Ese día, César Augusto Santiago, afín políticamente a Paredes, propuso ver todo con mayor calma, llamar a un seminario sobre el tema y si había materia, llamar a periodo extraordinario para aprobarla.
El problema ahora es que, ya realizado el seminario, existen dos predictámenes: el que hizo el grupo plural encabezado por el diputado priista Alfonso Navarrete Prida junto con autoridades y el que elaboró el presidente de la Comisión de Gobernación, el panista Javier Corral –a quien, dicho sea de paso, los militares le hicieron el feo.
Todo parece indicar que de pasar la ley en un periodo extraordinario sería el dictamen del grupo plural, pues éste lo designó la Junta de Coordinación Política (máximo órgano de gobierno en donde están representados todos los partidos políticos), sin embargo, el propio Javier Corral ha dicho en los últimos días que no hay predictamen de nadie y que sólo existe la minuta del Senado como base. Es decir, se regresaría al punto muerto, estrategia para detener todo lo que provenga de Beltrones.
En la misma reunión plenaria del PRI, alguien pensó en que sería bueno dejar pasar la reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que aunque con modificaciones de los priistas y a pesar de haber sido destapada inicialmente en Senado, el triunfo sería para los diputados del PRI, además de que con ello opacarían el posible triunfo de Beltrones, en caso de que se aprobara la reforma política.
A los pocos días de que la reforma política llegó a la Cámara de Diputados, en casa del diputado Pablo Escudero se realizó un encuentro sumamente interesante. Los comensales fueron, además del anfitrión, el senador Beltrones, la coordinadora de los diputados del PAN, Josefina Vázquez Mota, y el secretario particular de Calderón, el exdiputado panista Roberto Gil Zuarth.
El tema fue llegar a un acuerdo sobre la reforma política. Beltrones cedió a su pretensión de que el gabinete sea ratificado por el Senado y del lado del gobierno se aceptó renunciar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
Ahí hubo un primer acuerdo, es cierto. En las pláticas del Alcázar con Javier Sicilia parecieron coincidir poeta y legisladores, sin embargo, nada de esto servirá para tener un nuevo instrumento para las elecciones presidenciales del 2012.
Por ley –así lo marca la Constitución–, para que una reforma constitucional pueda aplicarse, el Congreso de la Unión debe aprobar la iniciativa un año antes y contar con el aval de, por lo menos, 17 Congresos locales. Estos hechos ya están fuera de tiempo.
Así es que adiós a las candidaturas comunes, adiós a las segundas vueltas, a la ratificación de gabinete o a cualquier poder para el ciudadano. A menos, claro, de que haya voluntad política y se cambien los tiempos que marca la Constitución, para que se apruebe de inmediato la reforma política y como paso segundo, pero también en seguida, se reforme el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe). Como todo, sólo se necesita buena voluntad para avanzar.
DATO: Hay quien ya asegura que habrá periodo extraordinario entre el 15 y el 17 de agosto. ¿Será?
Comentarios: mjcercantes@proceso.com.mx
La reforma política fue planteada por el senador Beltrones y, por supuesto aprobada en el Senado de la República, que es donde él manda. Sin embargo, en la Cámara de Diputados, Peña Nieto se encargó de frenarla para impedir que el senador avance en sus pretensiones electorales.
Peña Nieto frenó la reforma porque, si bien no manda formalmente en la Cámara baja –la “bancada peñista” tiene 70 legisladores incondicionales–, sí tiene el apoyo total de Carlos Salinas, el verdadero jefe, quien desde que inició la actual legislatura les pidió a sus seguidores apoyo total para el gobernador mexiquense.
Incluso, antes de que Peña Nieto se pronunciara por la reforma política, el principal operador político-económico de Carlos Salinas de Gortari en la Cámara de Diputados, el nuevoleonés Felipe Henríquez, salió al paso y habló por el gobernador. Dijo que Peña Nieto, su compadre, no estaba de acuerdo con la reelección y que, más bien, pugnaba por la cláusula de gobernabilidad.
Henríquez fue quien operó financieramente –por órdenes de Salinas– la campaña de Peña Nieto para el gobierno del Estado de México; hoy es secretario de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados. Un lugar en donde se mueven de 3 billones de pesos año al año.
Del otro lado de la reforma política se encuentra el tema de la Ley de Seguridad Nacional. Modificada en el Senado de la República, la minuta salió rumbo a San Lázaro con “peros” que le puso la Sedena. Los militares buscaron a los diputados priistas y ahí rehicieron prácticamente la minuta del Senado. Sin embargo, a la hora de presentarse ante el resto de los diputados éstos pusieron el grito en el cielo. A escasos días de concluir el periodo ordinario, en una ríspida y estruendosa reunión del grupo parlamentario del PRI, la expresidenta nacional de ese partido, Beatriz Paredes, preguntó: “¿Quién la pidió? ¿Por qué el PRI empuja y no el PAN? ¿Por qué el apuro de aprobar una reforma si no somos gobierno?”
Ese día, César Augusto Santiago, afín políticamente a Paredes, propuso ver todo con mayor calma, llamar a un seminario sobre el tema y si había materia, llamar a periodo extraordinario para aprobarla.
El problema ahora es que, ya realizado el seminario, existen dos predictámenes: el que hizo el grupo plural encabezado por el diputado priista Alfonso Navarrete Prida junto con autoridades y el que elaboró el presidente de la Comisión de Gobernación, el panista Javier Corral –a quien, dicho sea de paso, los militares le hicieron el feo.
Todo parece indicar que de pasar la ley en un periodo extraordinario sería el dictamen del grupo plural, pues éste lo designó la Junta de Coordinación Política (máximo órgano de gobierno en donde están representados todos los partidos políticos), sin embargo, el propio Javier Corral ha dicho en los últimos días que no hay predictamen de nadie y que sólo existe la minuta del Senado como base. Es decir, se regresaría al punto muerto, estrategia para detener todo lo que provenga de Beltrones.
En la misma reunión plenaria del PRI, alguien pensó en que sería bueno dejar pasar la reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que aunque con modificaciones de los priistas y a pesar de haber sido destapada inicialmente en Senado, el triunfo sería para los diputados del PRI, además de que con ello opacarían el posible triunfo de Beltrones, en caso de que se aprobara la reforma política.
A los pocos días de que la reforma política llegó a la Cámara de Diputados, en casa del diputado Pablo Escudero se realizó un encuentro sumamente interesante. Los comensales fueron, además del anfitrión, el senador Beltrones, la coordinadora de los diputados del PAN, Josefina Vázquez Mota, y el secretario particular de Calderón, el exdiputado panista Roberto Gil Zuarth.
El tema fue llegar a un acuerdo sobre la reforma política. Beltrones cedió a su pretensión de que el gabinete sea ratificado por el Senado y del lado del gobierno se aceptó renunciar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
Ahí hubo un primer acuerdo, es cierto. En las pláticas del Alcázar con Javier Sicilia parecieron coincidir poeta y legisladores, sin embargo, nada de esto servirá para tener un nuevo instrumento para las elecciones presidenciales del 2012.
Por ley –así lo marca la Constitución–, para que una reforma constitucional pueda aplicarse, el Congreso de la Unión debe aprobar la iniciativa un año antes y contar con el aval de, por lo menos, 17 Congresos locales. Estos hechos ya están fuera de tiempo.
Así es que adiós a las candidaturas comunes, adiós a las segundas vueltas, a la ratificación de gabinete o a cualquier poder para el ciudadano. A menos, claro, de que haya voluntad política y se cambien los tiempos que marca la Constitución, para que se apruebe de inmediato la reforma política y como paso segundo, pero también en seguida, se reforme el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe). Como todo, sólo se necesita buena voluntad para avanzar.
DATO: Hay quien ya asegura que habrá periodo extraordinario entre el 15 y el 17 de agosto. ¿Será?
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