El secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, con el director de la Policía Nacional de Colombia, Óscar Adolfo Naranjo Trujillo, durante la reunión de mandos de la Ameripol celebrada el 8 de octubre de 2010 en la ciudad de MéxicoFoto Víctor Camacho.
El jefe de la Policía Nacional de Colombia, quien condecoró a García Luna, se lo advirtió en 2008
Tras la Operación Limpieza, la Interpol investigó si su información había llegado a manos de cárteles
Arturo Cano
Periódico La Jornada
Jueves 26 de mayo de 2011,
Óscar Adolfo Naranjo, el director de la Policía Nacional de Colombia, quien condecoró hace unos días al titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, Genaro García Luna, fue el mismo que, en 2008, amenazó con cerrar un programa de entrenamiento de agentes mexicanos debido a “los niveles de corrupción en las fuerzas de seguridad pública” de nuestro país. Y se lo dijo al ingeniero García Luna.
A finales de ese año, la Operación Limpieza –que llevó a prisión a funcionarios de alto nivel– levantaba polvo en el aparato de seguridad mexicano y más que suspicacias fuera del país. La Interpol había enviado un equipo para investigar si su información había caído en manos de un cártel del narcotráfico. Y Colombia amenazaba con suspender su colaboración con México si no se le convencía de que la investigación de los antecedentes de los agentes mexicanos había sido “exhaustiva”.
Así lo reseña el cable 08MEXICO3498, de la embajada de Estados Unidos en México, enviado el 25 de noviembre de 2008, que contiene los resultados de sus indagaciones acerca de “la capacidad de García Luna para manejar a sus subordinados”. La preocupación al respecto, dice el cable, “puede complicar la capacidad de México para trabajar en forma bilateral en temas de seguridad sensibles”.
Además de “las preocupaciones de la Interpol en relación con la integridad de su información y sus bases de datos”, el despacho refiere otras dudas que venían del sur. “Colombia también está preocupada por los niveles de corrupción en las fuerzas de seguridad pública mexicanas”.
El despacho cita una reunión efectuada el 19 de noviembre de 2008, entre un “oficial político” de la embajada estadunidense y Paola Holguín, su homóloga de la representación colombiana en la ciudad de México: “(Holguín dijo) que el director de la Policía Nacional de Colombia le había dicho recientemente a García Luna que si no mejora la investigación –y demuestra a Colombia que el proceso fue exhaustivo– de los antecedentes de los agentes de la policía que reciben entrenamiento en Colombia, Bogotá tendrá que considerar cerrar el programa”.
Ayer, en Bogotá, Óscar Adolfo Naranjo Trujillo, director de la Policía Nacional de Colombia, encabezó la ceremonia de balance de cuatro años de su gestión, casi una semana después de haber entregado a García Luna la Medalla al Mérito Categoría Excepcional, conferida por el presidente Juan Manuel Santos, al mexicano “por su contribución estratégica a la seguridad”.
La condecoración fue entregada a García Luna sin que el Congreso mexicano hubiera aprobado la solicitud presentada por el Ejecutivo federal.
Pero quizá lo que importa al secretario de Seguridad Pública es que, al menos ante los ojos de los colombianos, las dudas sobre la integridad de sus fuerzas se disiparon.
“No se da cuenta o tolera las actividades de sus subordinados”
En los cables diplomáticos entregados a La Jornada por Wikileaks, García Luna nunca recibe los elogios que se ganaba su otrora compañero de gabinete Eduardo Medina Mora, aunque tampoco las fuertes críticas que la embajada endereza contra el Ejército Mexicano.
Ni siquiera en noviembre de 2008, cuando la Operación Limpieza arrasa con varios funcionarios de alto nivel, algunos de ellos cercanos al titular de Seguridad Pública.
El despacho referido, que lleva la firma del embajador Anthony Garza, evalúa que si bien hay “alarma en los círculos públicos” por el hecho de que la corrupción haya llegado a los más altos niveles, las aprehensiones, a la larga, “también ayudan a Calderón a pulir sus credenciales como un líder comprometido con la lucha contra la delincuencia organizada y la corrupción”.
Pero en ese mismo escenario estima que el “único perdedor real puede ser el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien tendrá que trabajar duro para superar la percepción de que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor o que tolera las actividades de sus subordinados”.
El jefe policiaco vuelve a ser el “perdedor” en un cable dado a conocer en diciembre pasado: “García Luna también se cuenta como un perdedor neto en la operación conjunta, después del operativo contra ABL (Arturo Beltrán Leyva). La SSP considera a objetivos de alto nivel, como los Beltrán Leyva, como parte de su responsabilidad, y García Luna ya ha dicho en privado que el operativo debió ser suyo” (cable 09MEXICO3573, del 17 de diciembre de 2009).
El despacho diplomático sobre la Operación Limpieza ofrece detalles acerca de las aprehensiones de Rodolfo de la Guardia García, ex alto funcionario de la Agencia Federal de Investigación (AFI), y del ex jefe de la Interpol México, Ricardo Gutiérrez Vargas.
Como consecuencia de esta última, dice, la Interpol envió a México un equipo para investigar si su información no fue a dar a manos de los cárteles del narcotráfico.
En el cable 08MEXICO3498 también se recuerda que en los meses anteriores habían sido detenidos más de 30 funcionarios, incluyendo a Noé Ramírez Mandujano, “popularmente considerado como el zar contra las drogas en México” (fue titular de la SIEDO durante 20 meses). Tras esa aprehensión, el entonces procurador general, Eduardo Medina Mora, informó que un miembro del cártel de Sinaloa había informado que Ramírez recibía 450 mil dólares mensuales a cambio de información confidencial.
“Bueno para el presidente Calderón… ¿malo para García Luna?”, pregunta el embajador estadunidense, quien en su informe recoge los cuestionamientos de la prensa mexicana sobre la cercanía de varios de los imputados en la Operación Limpieza con García Luna.
La lista incluye al mencionado Ricardo Gutiérrez, así como a Francisco Navarro, jefe de Operaciones Especiales de la SSP; Gerardo Garay Cadena, jefe de la Policía Federal Preventiva, y Mario Velarde Martínez, quien fuera secretario particular de García Luna.
¿Malo para García Luna? No, según el presidente Calderón, quien desde Perú dio un espaldarazo a su secretario de Seguridad Pública.
“Evidentemente si hubiera alguna duda de su probidad o más aún, algún elemento probatorio que descalificara esa probidad, seguramente no sería secretario de Seguridad Pública”, dijo Calderón el 23 de noviembre de 2008.
En su despacho, Garza anotó: “Calderón exhortó a los observadores a no interpretar la Operación Limpieza como dirigida a una persona en particular”.
Pese al espaldarazo presidencial, el todopoderoso secretario de Seguridad Pública salió raspado, en la visión del embajador Garza: “El verdadero perdedor en todo esto puede ser García Luna, hasta la fecha no implicado personalmente en las actividades corruptas de sus subordinados, (quien) tendrá que trabajar duro para superar la percepción de que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor o de que tolera las actividades al menos dudosas de sus subordinados”.
Ni en español se le entiende
La percepción sobre las actividades “dudosas” de subordinados de García Luna no eran nuevas. Apenas despuntaba el sexenio cuando la funcionaria Leslie Bassett envía un despacho con los perfiles de quienes integran el gabinete de seguridad de Calderón.
Del flamante titular de la SSP, la embajada escribe: “Su reputación personal es muy buena; sin embargo, la que tienen algunos de sus subordinados no ha sido tan favorable” (cable 06MEXICO6871, con fecha 11 de diciembre de 2006).
Pese a todo, la embajada le ponía palomita al papel de García Luna por la transformación de la Policía Judicial Federal (“altamente contaminada por la corrupción”) en la Agencia Federal de Investigación (AFI), “una combinación híbrida de la FBI y la DEA”.
En 2006, las antenas de la embajada andaban mal calibradas, al menos en lo que hace a la relación entre García Luna y su compañero de gabinete Eduardo Medina Mora: “Están cerca personal y políticamente”, escribían los diplomáticos que años después criticaban el impacto negativo que provocaba la “animosidad personal” entre ambos en la lucha contra el narcotráfico.
Pero a finales de 2006 la embajada consideraba que la presencia de los dos funcionarios iba a “ayudar a mantener la excelente cooperación que las agencias de seguridad pública del gobierno de Estados Unidos disfrutaron con el gobierno de (Vicente) Fox”.
En el caso del ingeniero García Luna, había motivos para pensar que así sería, pues la embajada consideraba su actitud “amigable hacia EU”, sin contar que desde sus tiempos en la Policía Federal Preventiva había “sido un enlace de confianza, socio y amigo de la FBI (Oficina Federal de Investigaciones)”.
Muchos que han escuchado a García Luna hablar en público se preguntan cómo hacen sus subordinados para entender sus órdenes. No son los únicos. “Su español –decía la embajada en 2006–, es a menudo entre dientes y habla en un ritmo entrecortado y difícil de entender incluso para los hablantes nativos de español; sus capacidades en inglés son insignificantes”.
En juicios que no son elogios ni diatribas, la embajada citaba a sus “interlocutores” para calificar la personalidad de García Luna como “intensa”, al tiempo que lo definía como “un tipo que ve el bosque y un estratega que aborda las cuestiones y problemas como el ingeniero que es”.
En el arranque del sexenio, la embajada estadunidense veía inmejorables a los dos funcionarios luego confrontados: “Ambos hombres han sido firmes defensores de la necesidad de una restructuración significativa de la estructura de la Policía Federal. García Luna incluso escribió un libro sobre el tema”.
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