lunes, 7 de marzo de 2011

Abandonan Juárez 3 de cada 10 médicos R. Chaparro/R. Gallegos El Diario

Un ajetreo interrumpió su intento de salvarle la vida a dos hombres que minutos antes ingresaron a la sala de Urgencias desangrándose. Iban heridos de bala.

Nada pudo hacer. Dice que unos hombres encapuchados y armados entraron hasta donde los atendía y los remataron.

Dispararon dos tiros. Fueron certeros, acabaron con la vida de sus pacientes y desataron el caos esa noche en el hospital ubicado al suroriente de la ciudad.

Aunque han pasado seis meses desde entonces, el médico aún narra consternado este episodio que le tocó vivir y que puso en crisis al personal y pacientes del nosocomio.

Salvar la vida es ahora en Ciudad Juárez una profesión peligrosa, señalan galenos entrevistados, alguno de ellos bajo la condición de mantener en resguardo su identidad por cuestiones de seguridad.

No es para menos, desde hace casi tres años médicos, enfermeras y otros profesionales del ramo de la salud, enfrentan en esta localidad un panorama de zozobra que mantiene en jaque su labor.

Estimaciones de la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados de Ciudad Juárez indican que cerca de una tercera parte de los profesionales de la salud han salido de esta frontera.

La mayoría de los que se han ido son médicos que no son de la ciudad, pero han tomado la decisión por temor, por haber sido víctimas de la violencia, aseguró Leticia Chavarría, integrante del Comité Médico Ciudadano.

Asaltos a consultorios, balaceras, doctores que han sido secuestrados —se dice que incluso “los levantan” o encañonan frente a sus pacientes—, muchos son extorsionados y en el peor de los casos, algunos han sido asesinados y otros huyeron por miedo.

Tal es el caso de “Álvaro Luévano”, un médico quien se identifica de esta manera para protección personal, y quien se vio obligado a trasladar su residencia y lugar de trabajo al extremo sur del país para seguir ejerciendo su profesión.

Cuenta que una tarde de agosto 2010, cuando degustaba unos burritos en una fonda ubicada frente a su trabajo, en el Hospital número 35 del IMSS, por la Valentín Fuentes, junto a él cayeron dos hombres que también comían en el lugar.

Un comando armado les había disparado a corta distancia a las dos personas.

Las balas de manera muy certera atravesaron varias partes del cuerpo de los hombres.

Ese sería el primero de una serie de eventos desafortunados que lo hicieron salir de Ciudad Juárez, afirma.

Luego siguieron los intentos de extorsión y acoso de hombres que le demandaban pago por “derecho de uso, de piso o cuota” para que pudiera seguir atendiendo en su consultorio, y las amenazas con advertencias que de no pagar lo matarían.

La situación llegó al límite cuando los extorsionadores le hablaron a su casa; por ello, sin consultar a los directivos del IMSS, pidió su cambio de plaza.

En menos de 24 horas de la Sección Octava del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social le aprobaron trasladarse a un Hospital General de Zona en Quintana Roo.

A esa entidad han emigrado en las últimas semanas al menos seis médicos de Ciudad Juárez.

Por inseguridad, ejercen profesión de alto riesgo

De asaltos en consultorios y en clínicas particulares, incluso con balaceras, pasaron al secuestro, luego a la extorsión… y a los asesinatos.

Desde el 2009 las circunstancias de los profesionales de la salud empeoraron, pero fue durante el 2010 cuando enfrentaron una inseguridad en ascenso porque se convirtieron en testigos de eventos en los que sicarios ingresan a los hospitales para rematar a sus pacientes, víctimas de balaceras que sólo resultaron lesionadas en el lugar donde fueron atacados.

“Y dicen que así dan ‘su bendición’ a los que dejaron a medio morir”, afirma uno de los galenos entrevistados, quien lleva casi 30 años ejerciendo la medicina en esta frontera y nunca había vivido una situación como la actual.

Así lo ha externado el propio secretario de Salud del Gobierno Federal, José Córdova, quien ha afirmado que poco pueden hacer porque la dependencia a su cargo no cuenta con medidas adicionales para proteger al personal médico.

En estas circunstancias, han asesinado a unos 15 médicos en los últimos dos años.

Datos del Comité Médico Ciudadano establecen además, que para seguir ejerciendo su profesión y vivir de ella, mucho de los galenos han tenido que pagar “cuota” a distintos grupos de narcotraficantes para que les permitan trabajar.

En la mayoría de los casos sólo pagando el “derecho de piso” han podido mantener abiertos los consultorios.

En estos tiempos, los médicos se han convertido en un mito que los hace atractivos para los grupos de delincuentes, organizados y del común: creen que tienen mucho dinero, menciona Felipe Fornelli Lafón, representante de la Secretaría de Salud en el estado.

“Hay la creencia de que el médico, el odontólogo, etc., ganan mucho dinero, sobre todo en el sector privado, pero bajo las actuales circunstancias eso ya no es cierto, eso se acabó, pero la percepción sigue siendo la base sobre la que actúan muchos de los miembros de la delincuencia”, expone.

Asegura que desde hace algunos años hay muchos médicos y hospitales que ofrecen servicios gratuitos, entonces ya los servicios de salud han dejado de ser el gran negocio, y para los asalariados, los sueldos no son muy altos.

Arturo Valenzuela Zorrilla, miembro de la mesa de seguridad del programa Todos Somos Juárez e integrante del Comité Médico Ciudadano, dice que todavía existe en Ciudad Juárez un temor muy evidente en el gremio.

Agrega que pese a los esfuerzos hechos por la autoridad con el blindaje hospitalario, siguen existiendo ingresos de grupos armados a las instalaciones, y continúan los secuestros y el cobro de cuotas a los profesionales de la salud.

Dice que los grupos delictivos se ocupan de aquellos que trabajan de forma aislada en consultorios.

“Los más vulnerables son los que trabajan solos en consultorios con un fácil acceso desde la calle, los que trabajan aislados en zonas de mayor incidencia delictiva, ellos han sido a los que más molestan”, expone.

Buscan refugio en las instituciones públicas

La violencia que viven, directa e indirectamente, también ha obligado a los trabajadores de la salud a huir al norte, a ciudades como El Paso o hacia localidades del sur de nuestro país.

“Hemos perdido gente muy valiosa, especialistas con renombre han tenido que irse luego de sufrir algún hecho violento o enfrentar una amenaza”, asegura Leticia Chavarría, médico general integrante del Observatorio Ciudadano de Seguridad Pública y Seguridad Social.

Pero no todos pueden o quieren irse de la ciudad. Los que emigran con más facilidad son aquellos que nacieron en la frontera estadounidense y cuentan con familiares allá, aunque otros se van sólo con la visa de turista.

Chavarría menciona que los galenos que se quedan son juarenses con un arraigo a la ciudad y que les duele tan solo pensar en tener que irse, por eso luchan, marchan y protestan, porque no quieren entregar la ciudad a la delincuencia organizada.

“Los que hemos decidido no irnos es porque tenemos nuestras raíces aquí, yo nací en Juárez, aquí he estado toda mi vida, entonces nos resistimos a abandonar la ciudad, también hay gente que no nació aquí, y que no quiere irse porque quieren a Juárez”, dice.

Los que se han quedado han optado por refugiarse en el sector público, en el que han ocupado plazas de gobierno para seguir trabajando.

Miguel García Navarro, presidente de la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados de Ciudad Juárez, dice que se tienen datos que ubican a 20 galenos que trabajaban en el ámbito privado y ahora lo hacen en los servicios de salud del Estado, 15 en la Federación y 15 en el Municipio.

Adicionalmente, otros se han refugiado en empresas privadas como el Hospital Ángeles o Star Médica, así como en los consultorios del Doctor Simi.

Felipe Fornelli Lafón, representante de la Secretaría de Salud en el estado, indica que los médicos consideran el trabajo en instituciones de salud de gobierno más seguras, porque hay más gente, contrario al aislamiento y vulnerabilidad en que se encontraban cuando trabajaban en sus consultorios y clínicas particulares.

Menciona que no se han documentado extorsiones o actos contra la integridad física de los trabajadores de la salud que sólo laboran en hospitales y centros de salud públicos.

Comenta que como medidas de seguridad, en los hospitales gubernamentales se han instalado botones de pánico y en algunos de ellos, adicionalmente, existe vigilancia policiaca.

Sin embargo, esto no ha sido suficiente debido a que hospitales públicos, como los del Seguro Social –35 y el 66– han sido blanco de ataques a pacientes para rematarlos.

Saldo de la violencia

contra gremio médico


La situación de inseguridad que afecta directamente a los médicos y otros profesionales de la salud se ha agravado con el crecimiento de la ola delictiva en la ciudad.

Ahora ingresan a los consultorios, encañonan y amordazan al médico, a las secretarias y a los pacientes, para robar o matar, dice uno de los entrevistados.

Una situación como la que se narra antes provocó el cierre de consultorios y sanatorios, pero también modificó de manera radical el modus operandi del gremio, dice Chavarría.

Cambiaron hábitos, horarios y formas de trabajo, comenta la profesionista.

Algunos atienden en domicilios camuflados, sin letreros, donde sólo reciben a los pacientes que hayan tramitado previamente cita, acordadas estrictamente por la vía del teléfono celular y con recomendación de pacientes ya conocidos.

Según testimonios recogidos, la consulta a domicilio se descartó por completo, igual que la atención nocturna.

Incluso se batalla para cubrir las guardias en urgencias de hospitales públicos, porque son áreas que han sido escenarios de varias ejecuciones.

Hay consultorios privados donde los médicos empiezan a consultar desde las 7 u 8 de la mañana para poder terminar a las 4 ó 5 de la tarde y cerrar temprano “para no exponerse a que en horas de oscuridad pueda ocurrir una tragedia”.

García Navarro aseguró que el médico de barrio se ha extinguido.

Este tipo de servicio en las colonias populares prácticamente ha desaparecido, porque a todos ellos se les ha exigido “cuota”, se les ha secuestrado o los han asaltado.

Esta situación orilló al cierre de negocios de este giro.

Pero con la cancelación de los servicios médicos y atención a la salud no sólo se afecta a los médicos sino que otros trabajadores del ramo han perdido su empleo.

La Comisión Estatal para la Protección Contra los Riesgos Sanitarios (Coespris) tiene registrados 65 instituciones de salud, públicas y privadas, entre hospitales, clínicas y sanatorios.

Además 2 mil 696 consultorios médicos con servicio de atención general, dentales, ginecológicos, de especialidades y hasta de control de peso.

Muchos de esos negocios que aún cuentan con permiso vigente de operación ya no están funcionando y las autoridades comentan que es difícil asegurar cuántos dejaron de funcionar.

Aunque también en céntricas zonas se perciben los cierres de consultorios, el cierre de este tipo de negocios se observa principalmente en la periferia o en zonas muy afectadas por la delincuencia.

Es más notorio, por supuesto, en calles donde tradicionalmente abundaban consultorios, como la avenida De Las Américas, Plutarco E. Calles y López Mateos, o en las zonas de los puentes internacionales.

En un recorrido por esos sectores, se detectó que establecimientos que antes albergaban consultorios o clínicas, están vacíos, con letreros colgados donde se indica que los locales están en venta o renta.

“Los médicos estamos teniendo una nueva acometida del crimen”, pero muchos ya ni denuncian porque se ha visto que en lugar de ir para delante, vamos para atrás en seguridad, afirma uno de los galenos entrevistados.

Ofertan plazas, no hay candidatos para cubrirlas

La inseguridad ha frenado la contratación de personal en las instituciones de salud pública.

Un ejemplo de esto es lo que ocurre en los tres hospitales generales de zona del IMSS, de donde se han ido 70 médicos por el temor a la violencia que se vive o por haber sido víctimas de la delincuencia.

Este problema se ha agravado debido a que 54 médicos residentes han expresado su voluntad de irse de Juárez, por lo que ya solicitaron su cambio a otra parte del país.

José Huberto Favela Rey, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), comentó que en toda la entidad hay 797 plazas vacantes que buscan cubrir en el corto plazo.

Dijo que en los primeros días de marzo se buscará en otras localidades de México a personal para cubrir estos huecos.

El líder sindical indicó que las plazas están vacantes porque no hay candidatos, pero esperan que con el reclutamiento de los médicos recién egresados se pueda resolver la contingencia.

“Creemos que para febrero, cuando es el reclutamiento de los recién egresados, lograremos traernos a los valientes que quieran venirse a Juárez”, precisó.

Indicó que en Ciudad Juárez hay 70 plazas de médicos libres pero no se tienen candidatos para ocuparlas.

La mayoría de ellas son de especialistas, precisó, aunque aclaró que también hay de médico familiar, pero éstas pueden ser restituidas con otro médico general, sin embargo los profesionales de la salud especializados tienen que ser cubiertos con personal con preparación a ese nivel y no hay de donde tomarlos.

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