viernes, 12 de noviembre de 2010

Felipe, Enrique y el incendio de Coppel


Escrutinio
Juan José Morales

La dramática muerte de seis empleadas de una tienda Coppel en Culiacán, que perecieron quemadas vivas en un incendio del cual no pudieron escapar porque habían sido encerradas deliberadamente en el establecimiento mientras trabajaban por la noche, según informó ayer nuestro periódico, me hizo recordar dos cosas: un caso semejante ocurrido hace años en la Ciudad de México, y el hecho de que Enrique Coppel Luken, principal accionista de la cadena de tiendas Coppel, fue uno de los más activos organizadores y patrocinadores de la guerra sucia contra López Obrador antes de las elecciones de 2006 y todavía mantiene una feroz campaña contra él.

El caso similar al que me refiero fue el de un velador de la ya desaparecida tienda departamental Blanco, en el Distrito Federal, quien tampoco pudo escapar de un incendio que destruyó por completo el lugar, porque durante la noche se le dejaba encerrado —igual que ahora se hizo con las empleadas de Coppel— “para que no pudiera robarse nada”. En el caso de Culiacán, según las primeras indagatorias, las seis empleadas debían trabajar toda la noche realizando inventarios en el interior de la tienda, que carecía de salidas de emergencia y fue herméticamente cerrada con cortinas metálicas y candados en el exterior de las mismas, presumiblemente también para que las trabajadoras “no se robaran nada”. Por ello, los bomberos no pudieron salvarlas. Es más: no hubo siquiera quien les informara sobre la presencia de gente en el interior y fue sólo cuando abrieron un boquete y entraron para sofocar las llamas, que descubrieron los cadáveres.

Lo que ahí ocurrió, pues, no fue “un lamentable accidente” como reza la estereotipada expresión, sino consecuencia de un acto criminal por el cual se debe exigir responsabilidades a la empresa propietaria de la tienda.

Pero eso es pedir peras al olmo. Coppel Luken es uno de los consentidos del régimen. Y no de gratis, sino a cambio del gran apoyo que le dio a Calderón, tanto en una carta personal como en el boletín publicitario de las tiendas Coppel y otras publicaciones —incluso historietas ilustradas— que el poderoso empresario pagó y repartió por millones y en las cuales se denostaba y ridiculizaba a López Obrador, en tanto que se elogiaba sin límite al candidato panista, a quien cariñosamente llamaba “Felipe”, así, a secas.

La cadena de tiendas Coppel es una poderosa empresa mercantil con establecimientos en todos y cada uno de los estados del país. Son cientos, entre ellos más de medio centenar en Sinaloa —donde se originó—, 40 en el DF, nueve en Mérida, cuatro en Cancún, uno en Chetumal, dos en Playa del Carmen y uno más en Cozumel, amén de tres en ciudad del Carmen y dos en Campeche. En 2006 decía tener 25 mil empleados —que ya vimos en qué condiciones trabajan— y que Coppel Luken parece considerar de su propiedad, a tal grado que casi les ordenó votar por Calderón y hacer campaña contra AMLO. Les decía el magnate en la carta que les hizo llegar antes de las elecciones presidenciales: “Hasta ahora, parece ser que la competencia estará cerrada entre el PRD y el PAN... y que un pequeño porcentaje de votos que se inclinen al PAN o al PRD van a marcar la diferencia. Piensen que somos en Coppel 25,000 y que si cada uno de nosotros podemos convencer a tres clientes, tres amigos y tres parientes, ya hablamos de 250,000 votos. ¡Podemos hacer la diferencia!”

Apenas llegó Calderón al poder, comenzó a pagarle este apoyo, dándole todas las facilidades a sus negocios. Por ejemplo, permitiéndole diferir el pago de impuestos. Al cierre del tercer trimestre del año pasado la cadena Coppel ya adeudaba al fisco casi cuatro mil millones de pesos. Igualmente le dio amplias facilidades para fundar Banco Coppel, uno de esos típicos negocios bancarios que —al estilo de Banco Elektra, propiedad de Ricardo Salinas, otro de los apoyadores de Calderón— funcionan a base de clientes semicautivos a quienes se dan créditos con altísimos intereses para comprar, a elevados precios, artículos que venden las tiendas de la cadena.

Sería en verdad ingenuo suponer que el gobierno de “Felipe” hará algo que pueda afectar los intereses de su gran amigo “Enrique”. Como en el caso de la guardería ABC de Hermosillo, los años pasarán y los deudos de las víctimas seguirán pidiendo justicia. Pero la ciudadanía puede castigar a Coppel dejando de comprar en sus tiendas. Así le pegarán donde más le duele a gente como él: en el bolsillo.

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