jueves, 7 de octubre de 2010

El PAN se pudre… y apesta. ¡ Las ratas huyen del barco !

Itinerario Político | Ricardo Alemán


Lo de hoy, lo “políticamente correcto”, es jugar al refrito del “peligro para México”, que en los previos a julio de 2006 fue estandarte de azules contra el candidato amarillo. En realidad esa es historia vieja.

En todo caso, lo nuevo, lo que ofende al ciudadano de a pie y puede ser puntilla para el PAN y sus cuestionados gobiernos, es la podredumbre que se produce en Acción Nacional y los hedores que desprende un partido que —en la figura de algunos de sus presidentes y aspirantes a presidirlo— exhibe miserias como la competencia por el galardón al más cínico, más ambicioso y que más se ha enriquecido; al más incongruente e ineficaz, antes que competir por el más eficaz y congruente, por exaltar al que hace lo indecible por preservar la historia de Acción Nacional.

En el PAN todo parece listo para echar a Manuel Espino de sus filas. Y pareciera que tienen razón quienes dicen que Espino es un “traidor” que jugó cartas marcadas contra su partido. Oportunista llevado al cargo por “la pareja” presidencial, y político que busca chantajear al presidente y a la dirigencia azul. Puede ser que Espino sea eso y la representación azul del demonio. ¿Pero qué decir cuando el que lo echa se llama César Nava? Pero obliga repreguntar: ¿y qué tiene de malo que Nava eche a Espino?

Poca cosa. Que a su vez, César Nava debía ser echado del PAN por una traición igual o mayor. ¿Cuál traición? Usar al partido azul para ocultar que es parte de la camada de nuevos ricos surgidos del PAN. El escándalo aparece cuando Nava utilizó al PAN para negar que gastó 15 ó 25 millones de pesos en su nuevo departamento. Está claro que todo mortal —rico o no— tiene derecho a gastar en su boda lo que le plazca.

Pero cuando Nava exhibió sin pudor su estatus de nuevo rico, a partir de su pertenencia al PAN, y cuando cometió la torpeza de usar al PAN para tratar de ocultar el costo de su depa, Nava se mimetiza como aquello que el PAN siempre criticó de los políticos y gobernantes del PRI. Y usó al partido para esconder lo que nadie puede esconder: lo tonto y el dinero. Olvidó que los partidos son entidades de interés público.

¿De donde salieron 15 ó 25 millones de pesos para un nuevo depa, los millones para amueblarlo, para la fiesta, el viaje de bodas...? ¿Quién pompó, señor Nava? Pero Nava ya se va, y Espino ya se fue. Para fortuna de todos. Pero la señora Cecilia Romero, la cínica ex directora del Instituto Nacional de Migración —responsable del fracaso de la política migratoria—, ahora quiere ser presidenta del PAN. No importa que sus credenciales sean el cinismo, la ineficacia y, ¡por supuesto!, el amiguismo. El PAN se pudre, y apesta. ¿O no?

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