Los desafíos que enfrenta México |
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María Elena Salinas
PERIODISTA | 03-09-2010 | 22:30 | Opinión |
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Miami– México está preparando el escenario para llevar a cabo la próxima semana una celebración multifacética, multimillonaria en dólares y plagada de estrellas. El 16 de septiembre es el Bicentenario de la Independencia de este país. Es un día conocido como “El Grito” para independizarse del dominio español.
Sin embargo, los riesgos de la celebración están siendo eclipsados por los muchos desafíos que enfrenta el gobierno mexicano en relación con los problemas de seguridad.
Los cárteles mexicanos de la droga han estado operando en el país durante años, y se fortalecieron más con la caída de los capos de la droga colombianos. Sin embargo, en la última década han sido cada vez más violentos.
El presidente Calderón le declaró la guerra al crimen organizado cuando tomó posesión en el 2006, y desde entonces más de 28 mil personas han muerto –tantos, que el país parece haberse quedado inmune al impacto de encontrarse con cadáveres, algunos decapitados o desmembrados–.
Sin embargo, la masacre de 72 inmigrantes de Sur y Centroamérica en el fronterizo estado de Tamaulipas, ha sido el asesinato masivo más grande que ha habido en esta guerra y ha provocado una onda expansiva no sólo en todo México, sino en toda Latinoamérica.
Esta tragedia ha dejado de manifiesto la incapacidad que tiene el país para controlar la violencia y su falta de respuesta a años de quejas respecto al abuso en contra de inmigrantes. También los forzó a dar un vistazo más cercano para saber quién está cometiendo estos actos de barbarie y cómo pudieron escaparse.
De los nueve cárteles de la droga que se conoce operan en México, ninguno es más violento que Los Zetas, quienes son sospechosos de esta masacre en Tamaulipas.
“Esas son sus características. Son muy violentos”, me dijo en una entrevista Ricardo Ravelo, quien ha escrito cinco libros acerca de los cárteles de la droga. “Tenemos que recordar que su formación es militar. Ellos fueron entrenados, les encanta la guerra y esa es la única manera de verlos”, agregó.
De acuerdo a Ravelo, Los Zetas son ex miembros de una unidad élite del Ejército creada para intensificar la guerra contra las drogas a mediados de los años 90.
En ese tiempo, el cártel del Golfo era dirigido por Osiel Cárdenas y estaba ganando poderío, pero Cárdenas cada vez tenía más miedo de ser asesinado, así que organizó un grupo de seguridad para protegerse de sus rivales.
El primero en unirse fue uno de los líderes de la fuerza élite del Ejército, conocido por su código como “Zeta 1”, y él, a su vez, reclutó a docenas de oficiales.
Cuando Cárdenas fue arrestado en el 2003 y deportado a Estados Unidos, en donde está purgando una sentencia por tráfico de droga, los Zetas dejaron de ser los guardias de seguridad de los cárteles para convertirse en sus rivales.
Lo que los diferencia de los otros cárteles es su naturaleza extremadamente violenta y la red que han podido formar, que incluye a ex miembros de Los Kaibiles, una fuerza militar de élite de Guatemala que se especializa en luchar en la selva y miembros de pandillas de Centroamérica.
Los Zetas también han salido muy inteligentes para los negocios. Anticipándose a la posible legalización de las drogas que podría hacer mella en sus negocios, se han diversificado en 25 actividades criminales, de acuerdo a Ravelo.
Las más lucrativas hasta ahora, son la extorsión y el tráfico humano. El asesinato masivo de 72 inmigrantes se debió, de acuerdo al relato de un sobreviviente ecuatoriano, a que se rehusaron a unirse a sus filas.
Nada de esto sería posible si no fuera por la complicidad de las autoridades locales, estatales y hasta federales. “Los cárteles de la droga han pagado enormes cantidades de dinero a los oficiales de la policía, a agentes federales, políticos, jueces y agentes de aduanas. Controlan varias ciudades en la frontera, y el gobierno no tiene la capacidad institucional para detener su actividad criminal”, me dijo el analista político Héctor Aguilar Camín.
Aguilar Camín agregó que al igual que México no ha podido controlar sus fronteras para impedir el flujo de inmigrantes que utilizan el territorio para llegar a Estados Unidos, tampoco Estados Unidos ha podido impedir la entrada de inmigrantes indocumentados ni las drogas.
Él considera que el gobierno mexicano no puede ganar la guerra en contra de las drogas: “Esta guerra necesita ser vista en diferente perspectiva. Necesitamos dejar de poner énfasis en la persecución de los narcotraficantes y poner más énfasis en la protección y seguridad de la gente”.
Después de la celebración del Bicentenario –una vez que la fiesta haya terminado y los escenarios desmantelados– México necesita ver con seriedad las maneras de recuperar al país.
Hace 200 años se independizó de un dictador opresivo, ahora necesita independizarse de la tóxica combinación del crimen organizado y la corrupción interna.
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