domingo, 12 de septiembre de 2010

Atardeceres chapultepecadores

El Despertar


José Agustín Ortiz Pinchetti
Cansado de que los reaccionarios digan que soy un amargado, he buscado dar a mis lectores una buena noticia. He encontrado una magnífica: el viejo bosque de Chapultepec cerrará sus puertas de ahora en adelante hasta las ocho de la noche. No en el absurdo horario que terminaba a las cuatro de la tarde, lo que privaba a los capitalinos de media jornada de delicias forestales. El bosque sufrió una tosca mutilación en la época de Salinas, cuando le amputaron el parque de La Hormiga, que por fortuna se recuperó durante la administración de Alejandro Encinas. Felicito a la coordinadora del bosque, Rosa María Gómez Sosa; a nuestra amiga Lupita Fragoso y/o a todos quienes tuvieron que ver con tan acertada medida. Los chapultepecadores disfrutaremos del espectáculo más espléndido y barato que se proporciona en la capital: los mejores atardeceres (y anocheceres) del clásico entretiempo mexicano.

Espero que los progresistas no me critiquen por frívolo. Difiero el tratamiento de temas densos para otras entregas. Chapultepec vale la pena. Desde la época azteca fue manantial atractivo y remanso de la capital. Mencionado por viajeros ilustres, cantado por poetas, exaltado en canciones y trovas. Entrañable porque para millones representa la infancia, “verdadera patria del hombre”, y también porque sus forestas penumbrosas han sido cómplices de nuestros primeros deliquios eróticos que a algunos de mis amigos les costó alguna mordida e incluso algún fugaz arresto por imaginarias o reales “faltas a la moral”.
El parque remodelado en la siempre digna de memoria administración de AMLO en la cual (tuve honor en participar) tiene en sus tres secciones 670 hectáreas, es el mayor de toda América Latina y del mundo. Recibe a más de 120 millones de visitantes al año y en toda su extensión vive el recuerdo de la historia y también el asiento del poder. Primero en el castillo y desde 1938 en lo que fue una modesta hacienda convertida en residencia presidencial, y hoy un búnker que representa cabalmente la degradación del Poder Ejecutivo. Acumula mil atractivos, entre otros, un conjunto impresionante de teatros y museos. A principios del siglo XX era el jardín a las afueras de la capital y hoy es su corazón.

¿Y qué ventajas tiene ampliar el horario de acceso? Uno puede prolongar los picnics o los trotes aeróbicos sin soportar la presión de los guardabosques con aquello de “desalojando, joven”. Puede hacer yoga, jugar ajedrez, urdir diabluras o negocios. Filosofar sobre todo amar, ejercicio el más noble y útil, para el que es escenario sublime y propicio Chapultepec “jardín y morada eterna de los hombres” como decía el antiguo cantar.

jaorpin@hotmail.com

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