Distrito Federal– A un costo de medio millón de pesos, de su propio peculio según se ha esmerado en notificar, hoy presenta Carlos Navarrete Ruiz su informe anual como legislador, que esta vez comprende su desempeño como presidente de la Mesa Directiva del Senado, que concluye el 31 de este mes.
Ni en mi memoria ni en mis registros encuentro que haya presentado informes de esa naturaleza en los años anteriores. No lo hizo con el gran despliegue publicitario con que esta vez lo anuncia, que se manifiesta muy visiblemente en las carteleras espectaculares dispersas en muchos puntos del DF, como el Anillo Periférico y el eje central. No registro tampoco que Manlio Fabio Beltrones y Gustavo Madero, que precedieron a Navarrete Ruiz se hayan esforzado tanto como éste en informar de sus tareas como presidentes del Senado.
Se trata de un acto propagandístico, de promoción personal. De ser parte del rito senatorial, se hubiera realizado en un local del Senado, ya sea en el gran patio del recinto de sesiones, ante el monumento a Belisario Domínguez, ya en el auditorio Sebastián Lerdo de Tejada, en Donceles, que ahora está en venta para sufragar en mínima parte el alto costo del edificio senatorial que para infortunio de Navarrete no podrá ser inaugurado por éste, ya que su construcción está demorada y sus compañeros del Senado rehusaron que se utilizara para abrir el próximo periodo de sesiones ordinarias.
El acto se realizará en el Museo Interactivo de Economía, que en el antiguo convento de betlemitas concreta una feliz iniciativa del Banco de México, al que pertenece, y que tiene magnífica y moderna museografía. Se halla a pocos pasos del Senado, en la esquina de Tacuba y Bolívar. Con esa cercanía la reunión informativa puede dar la impresión de institucionalidad aunque para todos sea claro que de publicidad personal se trata.
Navarrete Ruiz busca permanecer en la escena pública en la que ha estado centralmente durante este año legislativo con miras a su futuro político. Es versátil en sus metas. Tiene gana de contender por la Presidencia de la República, al punto de que abrió un espacio en Facebook titulado “Carlos Navarrete para presidente de México”. Y aunque reconoce estar 18 puntos debajo de los ya anotados participantes en la carrera dentro del PRD, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, considera al mismo tiempo que falta mucho tiempo, más de un año quizá, para que se dilucide la candidatura, y en ese lapso, y ante la eventual colisión que protagonicen los partidarios de aquellos dos aspirantes, tal vez se abriera para él un nicho de oportunidad como se dice en mercadotecnia.
Pero, menos iluso que a la hora de proclamarse aspirante presidencial, también se ha declarado ganoso de encabezar la campaña perredista en el Distrito Federal, como candidato a la jefatura de gobierno. Sus posibilidades reales en este punto pueden medirse por el hecho de que su hasta ahora jefe Jesús Ortega no pudo lograr en 2006 esa candidatura (en contienda con Ebrard) y de que entonces ahora la fuerza de Nueva Izquierda, la corriente a que ambos pertenecen, ha declinado notoriamente, tanto en su representación en la Asamblea Legislativa, a la que ya no encabeza, como en los gobiernos delegacionales. Nadie olvida que perdió la vasta y munífica fuente de votos y recursos que es Iztapalapa, donde la familia gobernante encabezada por René Arce quedó desplazada y a tal punto ofendida que se retiró del PRD, abriéndole huecos peligrosos.
Sin que él se haya descartado explícitamente, miembros de Nueva Izquierda piensan en Navarrete Ruiz para encabezar el partido en marzo próximo, cuando se elija al sucesor de Ortega. Tampoco en ese terreno tiene el camino llano el senador informante. Su corriente no tiene ya en este momento el carácter hegemónico que tenía en los órganos partidarios, y vaya usted a saber cómo queda su presencia en la base, una vez que se concluya el nuevo padrón que está en difícil trance de reconstrucción.
No obstante ese panorama, o quizá en función de él, Navarrete Ruiz decidió invertir medio millón de pesos en su promoción personal. Ha reconocido que gastó ya cuatrocientos mil pesos pero avisó que aun faltaban costos que cubrir (por eso calculo que ha llegado a aquella cifra). Aunque casi siempre ha hecho política desde la comodidad material, nunca como ahora se había avizorado tan claramente su capacidad económica, explicable en este momento por los altos ingresos de los senadores.
Navarrete Ruiz entró en la política en el Partido Socialista de los Trabajadores, un partido de fingida oposición creado y financiado con largueza por el presidente Luís Echeverría para frustrar el intento de Heberto Castillo por crear el Partido Mexicano de los Trabajadores. El intento de estorbarlo, que comenzó por imitar el nombre de la agrupación, fue logrado parcialmente, al punto de que el PST consiguió antes que el PMT la patente para participar en elecciones, federales y locales. Luego pasó al PMS y después al PRD, en cuyas planillas fue elegido diputado federal. Fue asimismo secretario general de su actual partido en una combinación antiestatutaria que lo llevó a un cargo que debía ser para Jesús Ortega. El que ahora ocupa también resultó de una operación política, contraria al texto de la ley orgánica del Congreso, que reserva la presidencia de la mesa directiva del Senado a los partidos que cuenten con los grupos parlamentarios más numerosos, que son el PAN y el PRI, y de los que el PRD se encuentra distante.
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