Astillero
El reino por un balón
Piedras contra balas
Copala y los caciques
Pero Felipe viaja
Julio Hernández López
Lipe Balón ya está listo para ir a la inauguración del Mundial aunque en Ciudad Juárez un adolescente haya sido asesinado por guardias fronterizos estadunidenses y en San Juan Copala los paramilitares propriístas hayan impedido a una caravana de paz llevar alimentos y medicina a una población sitiada. Ansias viajeras, gusto por el festín y cálculos de ganancia mediática en caso de triunfo del aguirrismo balompédico, mientras Cananea y Pasta de Conchos viven los extremos del dolor social: irritación activa en la plaza sonorense que no se rinde, a pesar de la amenaza policial multiplicada; silencio y retraimiento en la mina coahuilense que ya ha vivido mil ofensas parecidas. Pero Felipe piensa en futbol, sueña en futbol y “gobierna” en sintonía instrumental con las extremidades usadas para el deporte más popular del mundo. Ya una encuesta tramposa sostenida durante apenas unas horas en la página de Los Pinos le concedió “permiso” para salir a Sudáfrica, así es que no queda sino cumplir la orden popular marca 0.56 por ciento.
Balas gringas que cruzan la frontera para matar a un mexicano en su propia tierra, sin que el calderonismo pueda hacer más que el juego de las protestas protocolarias y el inicio de investigaciones sabidamente manipulables. Lipe Balón no quiere problemas que lo lleven a deshacer equipaje, así es que ya antes había concedido agachón beneficio de la duda ante el asesinato de Anastasio Hernández, el migrante golpeado y torturado al que en todo caso el Primer Futbolero del País prefiere entender como víctima de excesos en el cumplimiento de tareas de vigilancia y control de personal indocumentado que se resiste a tratamientos de rutina. Y ahora nomás falta que antes de subir a la escalerilla del avión rumbo al Mundial, el aficionado Calderón anuncie que Sergio Adrián Hernández es un simple daño colateral, un sicario infantil que se pasó mentalmente el retén de los gringos y trató de agredirlos con un cuerno de chivo disparador de piedras. Por lo pronto, el gobierno de Obama lamenta los hechos pero tiende una cortina de protección al decir que los agentes estadunidenses fueron atacados “por un número indeterminado” de mexicanos (¿no irían allí Jacinta y las demás mujeres queretanas acusadas de secuestrar a una bola de afis ellas solitas?) que amenazaron con líticas armas a los robots fronterizos de tecnología apabullante. Legítima defensa internacional, podría alegar Washington: guerra preventiva contra potenciales espaldas mojadas que de cruzar el río podrían derribar torres gemelas a pedradas.
En el imperio de la impunidad que tiene a Ulises Ruiz como comandante en jefe no fue posible romper el mandato de una facción aliada al priísmo en celo mapache que decidió impedir que llegaran al emblemático San Juan Copala centenares de personas, entre ellas algunos diputados federales de entre los que destacó Alejandro Encinas por su colocación en el organigrama de San Lázaro. Si alguien tiene dudas de corte académico sobre la condición fallida del Estado mexicano puede resolverlas de manera drástica viendo lo que sucede en esa porción triqui sustraída a cualquier forma de convivencia civilizada, estado de derecho o entretenimiento intelectual parecido. Allí rige la ley de las armas y la palabra del cacique, Rufino Juárez, que organizó bloqueo con piedras sobre la vía de acceso a Copala y presencia de mujeres y niños para impedir el paso de la caravana mencionada. Además, por si esos recursos sencillos fracasaran, había francotiradores y grupos armados listos para reproducir, con las variantes locales del caso, los mecanismos de obstrucción y disuasión que Israel ha aplicado contra ciudadanos pacifistas y solidarios que en barco pretendieron llegar a Gaza.
El rechazo de la caravana a Copala ayuda a Ulises Ruiz a dejar claramente establecido el mensaje de que en Oaxaca se puede hacer lo que sea sin que haya castigo (incluso, tranquilamente las policías estatal y federal dejaron ayer a su suerte a los que se encaminaban al poblado triqui). Matar a decenas durante la revuelta social encabezada por la APPO en 2006, sostener brigadas de la muerte para secuestrar, torturar, desaparecer y asesinar (e incluso luego dar tratamiento parecido a los propios ejecutores caídos en desgracia, jefes policiacos después acribillados sin explicación) y, desde luego, robar elecciones mediante procedimientos tan simples como los que se pueden dar con toda tranquilidad en la región triqui, donde los caciques habrán de manejar a su absoluta conveniencia el proceso electoral en puerta, donde el futbolero Felipe ha apostado su resto local en favor de Gabino Cué, quien suma tantas boletas de apoyo que a la hora de pagar dividendos políticos tendría que acabar convirtiéndose en una versión clásica de los gobernantes oaxaqueños que han sido gananciosos operadores de grupos de poder o dictadorzuelos folclóricos.
Felipe el Viajero tampoco tendrá mucho tiempo para precisar los alcances delictivos del nuevo fraude escandaloso, el de los funcionarios de Ferrocarriles Nacionales de México que, a imagen y semejanza de los lidercillos corruptísimos, como el diputado Víctor Flores, y de otros ejecutivos empresariales y políticos, se tomaron la libertad de aprovechar los bienes colectivos y convertirlos en inversión en chequera particular. Uno de los crímenes políticos y económicos cometidos por Ernesto Zedillo contra la nación fue el remate de las líneas ferroviarias, aunque el último de los presidentes priístas de la República no se fue a ver juegos de futbol sino a incorporarse a los directorios corporativos de grandísimas trasnacionales, algunas de ellas beneficiadas desde esos Pinos comercializados.
Y, mientras continúa el show de la Iniciativa México, tratando de convencer a los mexicanos que los mismos responsables de la crisis nacional pueden poner sus frecuencias y recursos al servicio de recomposiciones de palabra, ¡hasta mañana, en esta columna acalorada!
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