Marco Antonio Campos
Gato Döring rondaba las azoteas del bufete del ex Jefe Diego, pero como el ex Jefe se hallaba muy ocupado haciendo negocios inmorales que parecieran legales, no lo atendía. Ante los maullidos desesperados de Gato Döring, con fastidio, con enojo, el ex Jefe Diego le gritó: “¡Ya te dije mil veces que no tengo más videos de Bejarano, ni de Ponce, ni de los Chuchos creyéndose Jesucristos de izquierda, ni de Ruth agarrándole la pierna a Juan Vicente Cristero en Guanajuato, ni del Babalú de Guadalupe Costeño sirviéndome de tonto inútil! Ya te di con Loret de Mola tus quince minutos de gloria y lucimiento. No me quites el tiempo. ¿Por qué no te das una vuelta por Los Pinos a lamer las manos a Felipe, o a las oficinas del Partido de los Chuchos a ver si hay dos izquierdistas que estén de acuerdo entre sí, o a la unam a ver cuántos terroristas, drogadictos y delincuentes te encuentras por las facultades y los institutos?”
Llorando, Gato Döring se dio cuenta de que había perdido a su patrón y fiador, pero agradeció, como siempre, los buenos consejos. Lo vio a distancia: estaba sentado en su escritorio, y detrás de él, en el muro, colgaba un retrato donde el ex Jefe Diego, un día de principios de la década de los noventa, le lustraba los zapatos a Carlos Salinas. “Qué tiempos, qué costumbres”, se dijo con nostalgia, y recordó cuando él boleaba los del propio Diego, y Diego le echaba deliciosamente el humo del puro en la cara y los bigotes. Cuánto daría por aparecer de nuevo en televisión, 20 kilos más tarde, luego de aquella gloriosa mañana bejaraniana cuando evidenció lo ahumado que estaba el antro amloísta. Ahora tenía que conformarse con tener su página electrónica y ser sólo un miembro opaco del Bloguetariado Internacional.
–Me manda decirte Diego que ya no llores y te vayas a ver si ya puso la marrana y a lo mejor te enteras cuál es la causa de la influenza– le gritó desde la ventana Lozano Gracia, conspicuo socio de Diego en el manoseo de las leyes para hacer lícito lo que es injusto.
Gato Döring lanzó tres maullidos que oyeron todos los conservadores religioneros hasta la mitad del siglo XIX: ¡PATARIA, RELIGIÓN Y SANGRE!
Gato Döring, pese a su enorme sobrepeso, llegó a las afueras de Los Pinos. Se trepó a uno de los grandes árboles de la avenida. Quería ver a Felipe de Jesús, el Presidente Santo, aunque fuera a distancia. Quería mostrarle su blog, donde lo apoyaba incondicionalmente, aun más de lo que lo hacía el ultraservil de Hermann Martins. En su blog ahora pedía el voto por el Partido Retrógrada, defendía a los curros de la escuela privada contra la naquiza de la escuela pública, y proponía, para contrarrestar a la unam , la creación de la URM, siglas de la Universidad para Retrasados Mentales, de donde saldrían los cuadros para próximos gobiernos del partido en el poder, aunque sería muy difícil superar a los anteriores.
–Mira un gato gordo allá arriba –dijo un guardia presidencial a otro–. ¿Por qué no te lo bajas de un balazo?
Más tardó en oírlo que Gato Döring en bajar. Se acercó a ellos para aclararles quién era.
–Soy senador del Partido Retrógrada –se presentó–. He trabajado de criado, de valet parking, de caddie, de aguador, de recoge bolas, de vieneviene, de carga portafolios, de ayudante de chef, pero eso sí, sólo en círculos VIP, es decir, con gente que nunca ha estudiado con el peladaje unameño, ni en las universidades públicas de provincia. Mi último patrón fue el ex Jefe Diego, coyote jurídico de pedigree, pero ahora aspiro a ser acólito del presidente santo Felipe de Jesús.
–Mira –dijo el guardia– manda llamar a alguien de la comisión de recepción para que le reciba los papeles a este orate.
Llegó un joven con toda la pinta de neojunior. Lo reconoció. Hablaron. Gato Döring le entregó en dos fólders los documentos y le explicó su contenido:
–En uno viene todo lo que he escrito en mi blog y en el otro una propuesta que de seguro interesará al ciudadano presidente.
–Tenga toda la seguridad, señor senador, de que llegarán a manos del gran destinatario –le dijo el neojunior a Gato.
Gato se alejó rápida y furtivamente porque llegaba una horda de manifestantes que gritaban consignas contra el Presidente del Desempleo. “Por eso no pasan de pobres”, pensó.
Tardó más horas de las debidas, pero Gato llegó al campus de la UNAM. Pasó frente a Rectoría, pasó frente a Filosofía y Letras, y cruzaba las islas frente a Derecho, cuando un joven, que tenía toda la pinta de superpasado, le lanzó una piedra, que le rozó la piel. “¿Qué hace un gato de angora en nuestra universidad?” Asustado, Gato Döring se trepó a un árbol haciendo huir a pájaros y ardillas. “Estos muertos de hambre no respetan las clases sociales. En los tiempos de don Porfirio los indios se bajaban de la banqueta cuando pasaba la gente de bien. Seguro es un terrorista afiliado a las farc , enviado por Lucía Morett”, se dijo ya a buen resguardo.
“¿Para que servirán estos Frankensteins de universidades?”, se preguntó. Empezó a ver con ojos de felino el campus. Sacó su calculadora de mano y concluyó que con los terrenos de la UNAM se podría pagar la deuda, aunque no supo si la externa, la interna, o la que él debía por estar de monigote decorativo en el Senado. Se preguntó cuánto habría cabildeado y pagado de nuestros impuestos el ex rector Juan Ramón de la Fuente para que se considerara a la unam en los últimos años como la única universidad de lengua española entre las cien mejores del mundo, incluso sobre el ITAM, y que aún la colocaran entre las mejores veinticinco en humanidades? ¿De dónde habría venido esa ilusión óptica, que ha durado décadas, de que en la unam se hace más del sesenta por ciento de la investigación nacional? ¿Para qué existen carreras inútiles como Biología, Matemáticas y estudios del genoma que sólo atentan contra nuestra religión? ¿No se habría equivocado el presidente Felipe cuando elogió entusiastamente los resultados de los estudios del genoma mexicano? ¿No se daba cuenta de que eso iba contra la vida, como decía el Pájaro Cardenal? ¿Pero a quién se le ocurrió que la unam era la segunda institución cultural del país, y si lo era, a quién le importaba la cultura, si a fin de cuentas era mucho más nociva que provechosa, y los intelectuales y artistas una casta parásita y sostén de guerrilleros y terroristas?
“Aquí podría construirse un pequeño Manhattan”, se repitió. Era uno de los dos puntos fundamentales que ponía en su propuesta al ciudadano presidente. Imaginó en el campus una serie de grandes réplicas neoyorquinas: en el lugar de la Rectoría podía alzarse el Empire State, y enfrente, sustituyendo a la estatua de Barros Sierra, se erguiría la Estatua de la Libertad. En vez de la Biblioteca –se dijo– levantarían el Rockefeller Center, y donde corría el circuito, hasta el Periférico, con todos sus meandros, se abriría un río que bautizarían como el Mexican Hudson. En una de las zonas ecológicas podría geometrizarse el Central Park y en la de las facultades un nuevo Wall Street. No, de ningún modo habría un nuevo Broadway; sería eso un nido de perdición.
El terrorista que le había enviado Lucía Morett, al parecer había llamado a otros farquianos y errepianos, porque pronto se juntó una turba que le tiraba piedras: “¡Bájate, débil mental.”
Como pudo se agazapó y luego salió huyendo.
Se refugió, sin saber dónde estaba, en la Facultad de Economía. Caminó, tratando de pasar inadvertido, por los corredores. De pronto, al pasar por un salón de clases, oyó su nombre. El profesor les leía a los alumnos las páginas de su blog donde él, el propio Gato Döring, ponía en su lugar a la UNAM. “Imaginen ustedes –decía riéndose– un senador que es casi un analfabeta: ni siquiera sabe redactar. En el título de su artículo inicia con tres admiraciones finales (!!!), omitiendo, claro, la primera. Tiene una puntuación de manicomio: pone siempre comillas y puntos donde no debe y no está aún enterado de que en español existen los acentos. Escribe manhatan en vez de Manhattan, es decir, con minúscula y con una t, y dice frases como que la UNAM se halla “a un lado de Perisur y mero Insurgentes”.
Gato Döring, conocido en su casa y en el ITAM como Federico, se hundía más en su rincón pensando cómo huir sin ser descubierto.
“La mentira –añadió el profesor– es consustancial a la política, pero al menos hay que aprender a decir las mentiras. Jonathan Swift hacía notar las bases fisiológicas de la mentira: el alma contiene un lado plano, creado por Dios, y un lado cilíndrico, que gobierna Satanás. Según los Evangelios, Satanás es el padre de la mentira. Gato Döring, que es fundamentalista católico, a causa de su devoción por la mentira, está del lado de Satanás. Leamos este párrafo del senador que sólo utiliza del alma el lado cilíndrico: ‘Los tres últimos años hemos tenido grandes logros en el combate contra el narcotráfico, la creación de empleos, el fortalecimiento de la economía, el orden moral y el bienestar en general de todos los mexicanos.'”
Gato Döring, alias Federico pero que en su blog firma como Edgar, se lamía nerviosamente los bigotes. Temblaba. Esperaba que llegara la noche.
Collages de Philippa King
“¿Grandes logros en el narcotráfico? –preguntó el profesor–. Los analistas políticos y los profesionales de las estadísticas entonces deben estar chiflados. Este año, en menos de 150 días, llegamos ya a cerca de 3 mil muertos –cifra record– y la gente del narco, a la par que la capturan, se reproduce como chinches. ‘No se ha reducido el consumo de las drogas', ha escrito un analista político, pero sí los derechos y prácticas antidemocráticas. ¿ Creación de empleos, dice nuestro senador? Según el INEGI hay 2,400,000 desempleados, es decir, oficialmente existe el 5.25 %, lo que significa que en un año ha aumentado cerca de 70% el desempleo. ¿Fortalecimiento económico? En los primeros dos años no creció el PIB y para este 2009 el presidente del Banco de México anuncia un decrecimiento económico del 5.5 % (es decir, peor aun que en 1982 y 1989-1995) y el ministro de Hacienda de su propio partido reconoce que hay un hoyo de 300 mil millones de pesos. A esto aúnesele que la inversión extranjera bajó doce veces en 2008 y se ha dado una caída en lo que va del año del diez por ciento de la producción industrial. Todo esto, según las conclusiones sin datos estadísticos de nuestro senador, mostraría que 107 millones de mexicanos, incluidos 60 millones de pobres y miserables, hemos conocido el bienestar. ¿Logros en el orden moral? En eso, reconozcamos, se reparte democráticamente toda la clase política la corrupción y la impunidad. Pero ¿qué dicen las encuestas? Las gentes de menos fiar, aun por debajo de los policías, son los miembros del Congreso, al que el senador pertenece. ¿No son ladrones los miembros del Congreso que han hecho leyes para darse a sí mismos todas las prebendas? ¿No se dan autolegalmente sueldos demenciales, sobresueldos, compensaciones, aguinaldos dignos del Rey Midas, partidas de viajes, seguros, tienen personas a su servicio y aun en períodos en que les toca trabajar y no asisten, suelen devengar días de salario? ¿No es esto, por parte de diputados y senadores, simples hurtos legales? ¿No es el senador Döring un delincuente legalizado que, sin embargo, se elogia por pagar impuestos? Si alguien sabe qué ha hecho por el país, en este momento lo exento.”
Aún agazapado en un rincón, Gato era visible por su grosor esencial. Empezó a runrunear. Un estudiante lo descubrió: “¡Te voy a dar una calentadita, gato de angora!“ Otro dijo admirado: “Pero si parece más Cenador que Senador”.
–Déjenlo ir. Tómenlo como el tonto de la familia de su partido –dijo el profesor.
Ya de regreso a casa, Gato Döring, pensaba si lo correcto era presentar una demanda contra los 360 mil académicos, alumnos, empleados y trabajadores de la unam por terroristas, delincuentes y drogadictos ante la pgr , en lo que seguramente el Procurador General, que de todas todas favorecía lo que fuera del Partido Retrógrada, lo secundaría y los arraigaría en CU.
Llegó a su azotea habitacional en el barrio gatuno.
Ya estaba Gato colocándose cómodamente en el sofá para ver sus historietas de Garfield, cuando tocaron a la puerta. Para su sorpresa, para su alegría, era un mensajero que traía un sobre rotulado de la Presidencia de la República. El Salvador de la Humanidad, de su puño y letra, le dirigía una misiva: “He leído con un grupo calificado de colaboradores su blog y su originalísima propuesta educativa. Como usted sabe, hace poco un diario publicó quiénes eran los dieciocho hombres más influyentes del país; nosotros hicimos un recuento de quiénes eran los dieciocho políticos en activo con menor iq a lo largo del país. Habiéndose ya retirado a su rancho de agaves azules en Guanajuato la pareja de Juan Vicente Cristero y Máscara Wouse, me alegra comunicarle que, por méritos en campaña, usted encabeza la lista y, por tanto, hemos aprobado su propuesta de crear la Universidad para Retrasados Mentales (URM) y decidido que el primer rector será usted mismo.”
El mensajero le dijo que el ciudadano presidente le enviaba también una taza de leche. Gato Döring empezó a bebérsela, y a cada sorbo no dejaba de lamerse los bigotes, pensando cómo, desde la Rectoría de la Universidad para Retrasados Mentales aniquilaría a la naquiza de delincuentes, drogadictos y terroristas de las escuelas y universidades públicas, en especial a los de la UNAM.
Volvió la cabeza y vio en el muro la fotografía donde estaba boleándole los zapatos al ex Jefe Diego, quien dejó la tarea de ser ideólogo de la derecha para volverse videólogo del Partido, y le sonrió agradecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario