“Los delitos que comete” el Ejército son más que los beneficios obtenidos, denuncian
Rubén Villalpando
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 14 de febrero de 2010, p. 5
Ciudad Juárez, Chih., 13 de febrero. Participantes en la Marcha de Coraje, Dolor y Desagravio exigieron la renuncia del presidente Felipe Calderón, del gobernador José Reyes Baeza y del alcalde José Reyes Ferriz, y que se someta a consulta ciudadana la presencia del Ejército en esta frontera, “ya que son pocos los beneficios y más los delitos que comete”.
Encabezados por Luz María Dávila, madre de dos estudiantes asesinados en el fraccionamiento Villas de Salvárcar el 31 de enero, los manifestantes dijeron “¡Ya basta!” en cartulinas, mantas, aparatos de sonido y volantes.
Vestidos de negro y con un crespón en el brazo, mientras los estudiantes usaban uniforme deportivo, corearon consignas como: “¡Juárez no es cuartel, fuera Ejército de él!”
Uno de los oradores denunció que los militares “tratan a los ciudadanos como si fueran delincuentes, catean fraccionamientos sin tener orden de un juez, y a los delincuentes los tratan como ciudadanos decentes”.
Javier Contreras, activista del Frente Nacional Contra la Represión, recriminó que el Presidente esté “decidiendo por los juarenses que los militares no se van, como si no tuviéramos derecho a que nos consultara.
“La presencia del Ejército es anticonstitucional y vulnera los derechos de los ciudadanos. Es por eso que estamos pidiendo su retiro. No se puede combatir la violencia con más violencia y vulnerando las leyes.”
La marcha partió a las 10:30 horas locales del monumento a Juárez, donde se congregaron maestros, estudiantes, vecinos de Villas de Salvárcar y familiares de las víctimas de la masacre del 31 de enero.
Concluyó a las 13:30 horas en el puente internacional Santa Fe, que fue cerrado al tráfico vehicular porque cientos de manifestantes se acostaron en la calle, simulando haber sido asesinados.
Esta manifestación fue convocada en gran parte por las redes sociales de Internet, y la mayoría de los asistentes fueron jóvenes que decidieron “no permanecer indiferentes a la ola de violencia”.
Luz María Dávila, quien encaró a Calderón durante su visita a la ciudad, el jueves pasado, señaló que deben dimitir el Presidente, el gobernador y el alcalde “porque tengo coraje, impotencia y miedo, miedo que he perdido buscando justicia para mis dos hijos que me mataron en la fiesta”.
Marcha de coraje, dolor y desagravio en JuárezFoto Reuters
Dávila pidió a los asistentes: “no me dejen sola. Quiero justicia, y la voy a buscar y exigir hasta que tengan en la cárcel a los asesinos; a muchos los vimos y no nos dejaremos engañar con chivos expiatorios”.
Una hermana suya anunció: “vamos a luchar juntos contra la injusticia, cueste lo que cueste. Ya sabemos que mis sobrinos no regresan, pero los políticos inútiles y corruptos con sus policías y Ejército deben salir”.
Carmen Morales, madre de Juan Antonio Chávez Morales, asesinado en diciembre pasado, denunció que “las autoridades estatales se tiran la bolita unas y otras; a mi hijo, estudiante de cuarto semestre de medicina, lo mataron a balazos, y al exigir justicia me dicen en la procuraduría estatal que lo investigue la Procuraduría General de la República, y en esta dependencia ni siquiera me reciben”.
“Torturado para que se confesara culpable”
Guadalupe Meléndez Villegas, madre de Israel Arzate Meléndez, segundo detenido por la masacre, aseguró que su hijo “es inocente, no conoce al otro detenido y fue torturado para que se confesara culpable”. El único ilícito que pudo haber cometido, añadió, fue vender discos piratas desde que fue corrido de la maquiladora en que trabajaba.
En la marcha, las consignas eran: “sólo el pueblo se puede proteger”, “queremos justicia” y “somos estudiantes, no pandilleros”, entre otras.
Al arribar al puente Santa Fe, algunos estudiantes disfrazados de militares representaron la matanza de sus 15 compañeros de Villas de Salvárcar.
Dávila desquitó su coraje con un inconforme que caracterizaba a Calderón, a quien gritó: “asesino, renuncia”.
Otros manifestantes hicieron lo mismo con quienes iban disfrazados como militares, a quienes gritaron: “¡fuera, Ejército”. En el acto, una unidad militar y otra de vialidad fueron rayadas con pintura en aerosol con la leyenda “asesinos”.
Los manifestantes rechazaron la “manera ineficiente” con que se ha manejado la seguridad de esta urbe fronteriza, en la que, a pesar de la presencia de casi 10 mil militares y policías federales, se han cometido unos 5 mil asesinatos en los dos años recientes.
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