Salvador García Soto
Serpientes y Escaleras
13 de enero de 2010
Un capo de los más buscados del narcotráfico vive en su estado, en la ciudad capital, a escasas cuadras de la casa de gobierno y opera desde ahí todo un emporio; su secretario de Seguridad Pública y su procurador son señalados, acusados y cesados por proteger a los Beltran Leyva; dos de sus escoltas personales son investigados por operar desde su cargos para ese cártel de las drogas ¿Y todo pasa sin que el gobernador Marco Antonio Adame Castillo se entere?
Cada vez es mas difícil para el mandatario de Morelos y el gobierno federal, —que lo ha exonerado y respaldado una y otra vez— sostener que Adame es ajeno a la brutal penetración del narco en su administración. De hecho resultará más difícil creer en el total compromiso y veracidad de la guerra del presidente Calderón si no actúa contra ámbitos políticos tan identificados e involucrados, sobre todo de su propio partido.
Si en mayo de 2009 Adame salió ileso de la turbulencia cuando se demostró que su titular de seguridad estatal, Luis Ángel Cabeza de Vaca, y su entonces procurador Francisco Coronato, estaban en la nómina del fallecido Arturo Beltrán Leyva, fue sólo porque el presidente Calderón decidió respaldarlo y públicamente lo exoneró de cualquier responsabilidad sin que mediara una investigación profunda hacia el panista.
Hoy esos dos ex colaboradores suyos están sentenciados y declarados culpables de haberse involucrado con los narcos; y vuelven a surgir más señalamientos en torno al círculo cercano del gobernador. La revelación del periodista Francisco Gómez, de EL UNIVERSAL, sobre la existencia de una investigación en la SIEDO contra dos de los escoltas de la guardia del gobernador, han reavivado las sospechas y han hecho que la oposición en su estado exija que esta vez, más que exoneraciones políticas, se indague a fondo hasta dónde llega la infiltración al gobierno de Adame.
La credibilidad de la guerra calderonista, aun con los “golpes contundentes” de las últimas semanas —ayer con la detención de El Teo— se pondrá en duda si no hay decisión para desmantelar las redes políticas que protegen a los narcotraficantes, sin importar si en ellas están involucrados políticos del PRI, del PRD o del partido del Presidente.
NOTAS INDISCRETAS… La salida de Miguel Székely de la subsecretaría de Educación Media para ser sustituido por el panista jalisciense Miguel Martínez, despierta la suspicacia de si no dará un enfoque electoral a esa posición. La subsecretaría controla 950 mil estudiantes de entre 15 y 20 años y bien puede verse como un apetitoso botín electorero en este año de comicios locales. Si no, ¿por qué se sustituye a los funcionarios con militancia más que con perfiles académicos o especializados? Pretender hacer un uso electoral de la estructura educativa en este año puede resultar no sólo peligroso sino altamente dañino para nuestro de por si maltrecho sistema educativo… Los dados mandan Serpiente. Mala señal
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