martes, 22 de diciembre de 2009

Astillero


Judo púrpura
Oportunidad neocristera
Ebrard, en la mira
San Marco Adane
Julio Hernández López



Dado que Marcelo Ebrard tiene el control cómodo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal han de acreditarse a su cuenta política las aprobaciones de dos iniciativas que generan ánimo positivo en la comunidad de izquierda o progresista de la capital del país, y la correspondiente irritación activa de los segmentos conservadores, con el abierto activismo de los jefes católicos deseosos de encontrar justificantes para renovar aires cristeros por doquier.
Primero fue la mayor despenalización del aborto voluntario, que con cifras y hechos puede considerarse ya como un acierto demostrable que ha permitido a miles de mujeres optar por intervenciones médicas responsables y controladas que les han evitado bajar a los infiernos de la clandestinidad tolerada que antes funcionaba en materia de esas suspensiones forzadas de embarazos. Ahora ha sido la aprobación de las bodas entre personas del mismo sexo y la apertura de posibilidades para que esas parejas formales puedan adoptar niños.
La reacción derechista ha pasado en ambos casos de los exabruptos compartidos con sus opositores al trazo frío de estrategias de contrarreforma (ayer, en la tribuna de Donceles se cayó en la torpeza de las alusiones personales de presuntas conductas sexuales de un notable personaje panista ya fallecido, y del propio acusador, un ex delegado capitalino al que reviraron el tono de bajo mundo que había usado contra el icono blanquiazul). La reacción del alto clero mexicano ha sido tan habilidosa que le ha permitido recolocarse sin escándalo como elemento de decisiones políticas trascendentes y tripular un movimiento nacional de recompostura de la periferia al centro del diseño liberal en materia de aborto.
En esas maniobras han sucumbido personajes que se consideraban de una textura diferente, como Beatriz Paredes, la presidenta formal del PRI que durante décadas se ha hecho pasar por una política cargada a las causas populares y progresistas (y no sólo por el uso del huipil como uniforme distintivo) y que ahora ha quedado política e ideológicamente desnuda en la coyuntura del apoyo decisorio del PRI en los estados para apoyar a la reacción eclesiástica. Y en ese contexto de avanzada clerical abierta se han insinuado escisiones priístas a propósito de episidios de futurismo como el escenificado por Quique Vaticano y su Gaviota sahagunizada.
Por todo ello, el voto mayoritario que autoriza el matrimonio de personas del mismo sexo es una batalla que los jefes católicos tratarán de utilizar con técnicas de judo, aun cuando ellos tienen expedientes densos de abusos sexuales, pederastia y otros delitos (el máximo representante de esa Iglesia, Norberto Rivera, nunca ha podido desprenderse de los indicios reales de protección a pederastas que sin embargo ha podido eludir judicialmente mediante artimañas que en México han sido apoyadas desde el poder, y del legionario de legionarios, Marcial Maciel, ni qué decir). La exaltación del conservadurismo podría dar oportunidad a esos jerarcas de organizar marchas, manifestaciones y movilidad política que ayude a su proyecto mayor de asalto al poder público, preocupados como están esos mismos líderes nacionales del vaticanismo por los crecientes deterioros de la gobernabilidad nacional y de la figura y eficacia del católico Felipe Calderón.
Del lado de la “izquierda” ha de advertirse la ironía de que el líder masivo de ese seccionamiento ideológico, Andrés Manuel López Obrador, haya evitado metódicamente el comprometerse con el impulso de inciativas polémicas, que podrían haber afectado sus planes electorales rumbo a 2006, portándose más bien como un político conservador, mientras que su sucesor sexenal, Marcelo Ebrard, jefe del aparato burocrático capitalino, ha tenido decisión plena para impulsar las dos espinosas reformas de las que se ha hablado, aun a sabiendas de que el alto clero mexicano centrará sus críticas en él y que ello puede significar un veto infranqueable como el que esa Iglesia ha impuesto ya en varios puntos de la agenda nacional.
Astillas
¿En qué va a quedar el brutal golpe a la credibilidad del Ejército luego que el comandante Calderón decidió entregar el trofeo de Arturo Beltrán Leyva a las vitrinas de la Secretaría de Marina? ¿Estados Unidos está detrás de esta forzada transferencia de responsabilidades a cuerpos de elite de la Armada, supuestamente no infiltrada por el narcotráfico? Antes del Beltranazo, soldados y oficiales estaban presionando silenciosamente en busca de que se rediseñe la estrategia de la tal “guerra” contra el narcotráfico, pero la masacre de Cuernavaca reavivó el fuego bélico e incluso lo trasladó a una fase superior, la del exterminio sin disfraces del “enemigo”... Jura y perjura el gobernador de Morelos, Marco Antonio Adane (chin: dos consonantes se cambiaron de lugar en nombre y apellidos, una especie de delincuencia escritural organizada; por favor, ayude el lector a reacomodar ene y eme donde mejor crea), que en ese paraíso de narcotraficantes famosos no hay pactos con las sacrosantas autoridades. El citado mandatario es un ultraderechista que en su juventud dirigió el movimiento de fanatismo religioso denominado Testimonio y Esperanza. Además, fue comprometido organizador de peregrinaciones anuales al Cristo Rey del Cerro del Cubilete, en Guanajuato. Ya en el poder, ha gobernado con La Sagrada Familia, una organización secreta que nació en el contexto de El Yunque, pero hoy ha tomado características propias. Con todos esos nexos con lo celestial, Marco Adane nunca supo lo que sucedía en sus terrenas inmediaciones y hoy no se le toca desde el gobierno federal guerrero ni con el pétalo de una injuriosa sospecha... Y, mientras Córdova Villalobos confirma influencialmente que su fuerte no es la ciencia sino la grilla, ahora en busca de la candidatura panista a gobernar Guanajuato, ¡hasta mañana, en esta columna que a partir de este jueves cumpleañero tomará vacaciones y regresará el 11 de enero!
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