Luis Javier Garrido
La decisión del gobierno de facto de Felipe Calderón de buscar una confrontación con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), desconociendo a su dirigencia con vistas a acelerar la privatización inconstitucional de la industria eléctrica, no parece sino ahondar la grave crisis por la que atraviesa el país.
1. El nerviosismo, que no pueden ya ocultar los usufructuarios del poder en México ante el fracaso estrepitoso de Calderón al tercer año de su imposición, ha llevado al gobierno espurio a una nueva iniciativa de corte fascistoide –una confrontación gratuita con el SME– que entraña nuevos riesgos para todos los mexicanos sin que los grandes empresarios parezcan darse cuenta de la gravedad de lo que acontece.
2. Las expresiones vertidas el lunes 5 por Ricardo González Sada, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), decretando que está agotado el “sistema económico y político” de México y exigiendo las “reformas estructurales” (que para él han de ser, además de la hacendaria, en materia laboral, energética, política y educativa), para no tener que esperar “hasta el 2012” (en que al parecer ese grupo piensa fortalecer su poder), no hacen más que reflejar la desesperación no de los pequeños y medianos empresarios del país, sino de los más importantes traficantes de influencias por el fracaso de Calderón (Milenio Diario, 6/10/09).
3. El objetivo real de las “reformas estructurales” en este ámbito aparece ahora de nuevo tras la confrontación decretada por Felipe Calderón y Javier Lozano contra los electricistas, y no es otro que el viejo proyecto conocido de entregar plenamente el control estratégico del sector energético del país al capital trasnacional y a Washington. Otro vocero de la ultraderecha, Armando Paredes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), lo precisaba hace dos días afirmando que era urgente “privatizar Luz y Fuerza del Centro”, y fusionarla a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), ya en proceso anticonstitucional de privatización (Milenio Diario, 8/10/09).
4. La acometida oficial contra el SME se le va revertir muy pronto a Calderón y a sus amigos, pues busca doblegar por vías anticonstitucionales e ilegales a la organización sindical a fin de poder entregar el control de la industria eléctrica al capital trasnacional, por lo que no es sólo violatoria de la autonomía sindical y de derechos fundamentales de los trabajadores electricistas, lo que la hace una agresión contra la clase trabajadora del país en su conjunto, sino que constituye también una agresión contra el pueblo mexicano al tener como finalidad última entregar de manera ilícita la industria eléctrica a corporaciones privadas extranjeras, contradiciendo el principio sustentado en los artículos 25 y 28 constitucionales, que establecen que el sector público tendrá a su cargo, de manera exclusiva, diversas áreas estratégicas entre las que señala la electricidad.
5. La intentona de Los Pinos no entraña sorpresa alguna, pues se sabe que los estrategas del PP español han escogido esta coyuntura para el enfrentamiento con el SME para desviar la atención social por el fracaso de Calderón ante el paquete presupuestario de 2010. Diversos medios internacionales han señalado desde hace días, mucho antes de que la Secretaría del Trabajo desconociera a la dirigencia sindical, que el gobierno de facto calderonista prepara una ocupación policiaco-militar de las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro con el objetivo de destruir al SME y proceder a la privatización de la compañía, por lo que dada esta situación nada de lo que acontezca podría sorprender (Labor Notes, núm. 2478).
6. Los hechos derivados de la decisión del gobierno de facto de desconocer a la legítima dirigencia del SME se han ido presentando así como una nueva tragicomedia del calderonismo. Envalentonado, Calderón convocó ya el miércoles desde León, con aires de farsante, “a emprender una nueva reforma energética”, y el titular de Gobernación boletinó a los medios una serie de advertencias asumiéndose como un jefe militar en guerra contra los electricistas, lo que no descarta aplicar en este caso toda “la fuerza del Estado”. Un caso que tiene su origen en una provocación gubernamental: la decisión de Calderón y Lozano de desconocer a la legítima dirigencia del SME.
7. La insensata andanada de Calderón y Lozano contra el SME es aún más irracional al ir dirigida contra un sindicato que ha tenido una dirigencia moderada, dispuesta al diálogo y a la negociación, y que sólo se opuso a las pretensiones del gobierno cuando éstas fueron abiertamente descabelladas, como ahora, en que Calderón y Lozano han pretendido que su secretario general, Martín Esparza, aceptase el despido de 20 mil trabajadores para reducir a la mitad la plantilla laboral, y convalidase las demás políticas oficiales en vías a liquidar Luz y Fuerza del Centro, según han filtrado a los medios funcionarios de la propia Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
8. En todo caso, la decisión gubernamental de buscar esta confrontación deriva también del nerviosismo de las mafias en el poder por mantenerse en él, ya que entienden que los enclaves sindicales que conservan espacios democráticos serían una fuerza importante de oposición en 2012, por lo que buscan desde ahora destruirlos. Y si han fracasado hasta ahora en el caso del sindicato minero creen poderlo lograr con los electricistas. De ahí la desaforada campaña en los medios contra el SME buscando presentarlo como el responsable de las prevaricaciones e ineptitudes del grupo calderonista y culpándolo del mal manejo de la industria eléctrica del país, que se ha estado privatizando de manera anticonstitucional e ilegal en los últimos cuatro sexenios, y que ahora Calderón quiere compartir aún más con sus asociados españoles.
9. Los usufructuarios mexicanos del poder se asemejan de esta manera en el tercer año del sexenio, ante la impotencia e ineptitud del gobierno de Calderón para privatizar las empresas públicas, a los miembros de una gavilla del Lejano Oeste que tras entrar a asaltar un banco y no lograr abrir la caja fuerte se culpan unos a otros y se dedican a atracar a todo aquel que encuentran.
10. Las exigencias de la ultraderecha mexicana, que evidenciando un nerviosismo desquiciado ha perdido por completo el sentido de la realidad, y se está lanzando en múltiples ámbitos contra la mayoría de los mexicanos, están empinando al gobierno de facto a una situación cada vez más difícil que no hace sino ahondar la crisis del país y exacerbar el ánimo de amplios sectores.
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