viernes, 16 de octubre de 2009

El coraje acompañó sus pasos


Edith Martínez
El Universal
Viernes 16 de octubre de 2009
edith.martinez@eluniversal.com.mx
El coraje hacia un gobierno que les quitó su fuente de trabajo y la incertidumbre de no saber qué va a pasar cuando el dinero se les acabe, fue la constante entre los asistentes a la marcha realizada ayer para rechazar la desaparición de Luz y Fuerza del Centro (LyFC).

Mujeres, jubilados, adultos mayores, niños y jóvenes manifestaron su desacuerdo con la decisión del presidente Calderón de liquidar a 44 mil empleados.

“¿Qué vamos a comer?”, preguntó Julián Olivares, ex trabajador de LyFC, quien explicó que tendrá que sacar a sus dos hijas de la escuela particular en la que cursan la primaria “porque, aunque es de las baratas, ya no voy a tener para pagarla”.

Así opinaban los manifestantes, mientras los trabajadores de comercios establecidos en Reforma custodiaban el acceso a las tiendas, donde se vieron filas de hasta 20 personas que deseaban comprar agua para calmar la sed provocada por el calor.

Restaurantes y hoteles fueron resguardados por al menos cinco policías. Edificios como la Bolsa de Valores, el hotel Sheraton y la Procuraduría General de la República (PGR) estuvieron vigilados por granaderos.

El apoyo de la familia

Las madres, esposas, hermanas e hijas de los ex trabajadores de LyFC apoyaron con consignas de: “¡No nos vamos a dejar, con la lucha hasta el final!”.

Carmen García, esposa de un sindicalizado, tiene dos hijas, una en la preparatoria y otra en la universidad, estudios que sostenían, hasta la semana pasada, con el sueldo de su padre electricista.

“Siento hambre, desilusión, tristeza y preocupación, son 20 años tirados a la basura, ¿qué vamos a hacer, adónde vamos a trabajar?”, se preguntó.

Martha Morales, madre de dos hijos ex trabajadores de LyFC, de la colonia San Simón Culhuacán, contó que en apenas una semana que se quedaron sin empleo, ya tuvieron que empeñar el refrigerador y el estéreo para poder llevar comida a la casa. “No buscan trabajo porque no dejan de ir al sindicato, no lo van a dejar perder hasta que se componga esto”.

“Desde mis abuelos estamos en el SME, mi padre y mis hermanos, todos trabajan ahí y venimos a apoyarlos”, dijo una integrante de la familia Olvera. Agregó que “estamos estirando el sueldo, estamos dispuestas a lavar y planchar ajeno, bordar, tejer, todo lo que sea necesario para apoyar el movimiento”.


Ahorros insuficientes

La situación de Rubén Limón, electricista, no es mejor. Sus ahorros le alcanzarán para sobrevivir dos semanas, pero se niega a firmar la liquidación que le propone el gobierno federal, aunque debe tarjetas de crédito.

Dijo que pedirá prestado entre sus familiares para pagar sus deudas y en una semana, si no se resuelve el conflicto, pondrá un puesto en un tianguis para tener dinero y “que me dé tiempo para seguir en el movimiento”.

Mario Piña, electricista jubilado, reclamó que su pensión mensual de 3 mil 500 pesos no es suficiente, ya que no le alcanza para mantenerse a él y a su esposa.

“De por sí ya estamos limitados a comer frijoles. No me alcanza para vivir, con esto (la desaparición de LyFC) se acaba todo. Ahora a pedir limosna”.

Mientras, un grupo de adultos mayores, algunos con bastón, esperaban sentados en la banqueta de la calle Madero, a que la marcha pasara para incorporarse.

Josefina Mendoza estuvo media hora en la calle Madero para apoyar a los ex trabajadores del SME. “Me parece injusto que se queden sin trabajo y por eso estoy aquí”, expresó.

Un grupo de cinco jóvenes indigentes marcharon junto con los electricistas. Su pancarta decía “los chavos de la Calle Apoyan al Sindicato Mexicano de Electricistas”. (Con información de Claudia Bolaños, Ella Grajeda, Johana Robles, Sara Pantoja).

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