Pronunciamiento de Ferrer Galván Acosta, Director de Políticas de Abasto del Gobierno del Distrito Federal en el Día Mundial de la Alimentación
Día Mundial de la Alimentación (FAO)
CONSEGUIR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA EN TIEMPOS DE CRISIS
Ferrer Galván Acosta
Director de Políticas de Abasto
Gobierno del Distrito Federal
Hace 30 años, la Conferencia de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estableció al 16 de octubre de todos los años como el Día Internacional de la Alimentación, de entonces a la fecha cada año se han establecido temas sobre los cuales quienes tomamos las decisiones en el mundo entero estamos obligados, moralmente a seguir.
Este año 2009 sumergidos en una crisis estructural del sistema económico global, hundidos en las contradicciones del capitalismo de la región y sobretodo sufriendo el dogmatismo neoliberal de los responsables de la política económica nacional que sostienen los privilegios y agudizan la crisis familiar. El día de mañana, se conmemora el Día de la Alimentación, con la reflexión de cómo “conseguir la seguridad alimentaria en tiempos de crisis”.
Nuestro proyecto democrático, el del Gobierno del Distrito Federal, comprende la crisis alimentaria que vive nuestro país, una crisis francamente injusta y contradictoria para lo cual es importante pasar de las ideas a la actualidad, de la potencialidad a los actos de gobierno, a las políticas públicas.
Porque no nos encontramos en una crisis de producción alimentaria, es un error creer eso, cada día se producen miles de toneladas de alimento, en la tierra, en los árboles, en las ganaderías, en los laboratorios y en el mar. Se produce con dificultad, pero no se detiene. Sin embargo toda esa producción de alimentos termina por no encontrar las bocas de los hambrientos, de los millones de pobres de nuestro país. Está roto el hilo conductor entre la producción alimentaria y la alimentación final. Me atrevería a decir que se producen toneladas de algo que nunca será alimento, al menos no para las mayorías. Porque cada día más aumentan los precios y la gente no tiene posibilidades de consumir las cantidades y la calidad de lo que nutrimentalmente necesita cualquier ser humano, para vivir con decoro y dignidad.
En coincidencia con la reflexión de garantizar la seguridad alimentaria frente a la crisis, el Gobierno del Distrito Federal, a través de la Secretaría de Desarrollo Económico promueve diversos programas que integran y acortan las distancias entre la producción, el consumo y la alimentación. Hoy tenemos de testigo al Programa de Fomento al Consumo de Productos Pesqueros coordinado con el proyecto de Apoyo a la Economía Familiar de la Subsecretaría de Participación Ciudadana.
La República Mexicana se encuentra rodeada por 10 143 km. de litoral marino, 12 500 km² de superficie de lagunas costeras y esteros y 6 500 km2 de aguas interiores como lagos, lagunas, represas y ríos, además de las 200 millas náuticas de zona económica exclusiva (2 946 885 km2 de región marina nacional), lo que le confiere un gran potencial pesquero, y que convierte a la producción acuícola en una alternativa para solucionar la crisis alimentaria.
En la Ciudad de México existe uno de los principales mercados de comercialización del pescado en América Latina, La Central de Pescados y Mariscos de la Nueva Viga, un enorme espacio de comercialización y distribución, por encima de centros de abasto de mariscos de Brasil o Chile. Sin embargo, como el caso de la crisis alimentaria que comentamos, debido a prejuicios en los hábitos de consumo, el exagerado carnicentrismo de la alimentación y sobretodo los pocos canales de distribución del producto fresco y de buena calidad, hacen que la acuacultura no se haya desarrollado en su potencial de consumo.
La gran diversidad de especies comestibles y el alto valor nutricional de los productos del mar además de la gran cantidad de productos que se pueden comercializar a bajo costo, ha permitido coordinar beneficios para el productor, el consumidor e incluso el intermediario, lo que parece imposible. En México, la exageración de los precios de los alimentos se eleva inescrupulosamente, debido a que el intermediarismo y la comercialización interna acrecientan costos,
En este caso, con el Programa de Fomento al Consumo de Productos Pesqueros hemos logrado sacar los mariscos y el pescado a las calles de la ciudad de México, a las colonias con mayor índice de marginalidad y pobreza urbana, pero también a aquellas de media marginación, para cumplir con varios objetivos:
· Acercar productos de buena calidad y a bajo costo directo del puerto a las familias mexicanas. Los comerciantes que nos apoyan en este programa, no compran el pescado en la Nueva Viga, sino que son la Nueva Viga, hacemos de manera real pequeñas sedes de este centro de abasto en las colonias.
· Difundir y Promover el consumo de mariscos y pescado. Con ello intentamos acabar con el prejuicio que tienen muchas familias a consumir este producto. Como gobierno y la Nueva Viga garantizamos la alta calidad y frescura de los productos, establecemos talleres para que la gente aprenda no sólo a cocinar de manera cotidiana y variada el pescado sino que también aprendemos a comerlo.
· También buscamos difundir el consumo de especies marinas que no son muy conocidas pero que representan, por lo bajo de sus precios, alternativas para paliar y salvaguardar a las familias en estos tiempos de crisis. Productos exquisitos y baratos, como el bagre, papelillo o jurel que se comercializa entre 12 y 28 pesos el kilo, dependiendo la producción.
Para la Secretaría de Desarrollo Económico, en general para el Gobierno del Distrito Federal, nos queda claro que la alimentación es uno de los derecho fundamentales de los humanos, quizá el principal pues de la alimentación depende la subsistencia y desarrollo de las sociedades. Tenemos un amplio compromiso con la sociedad de nuestra ciudad, de garantizar que nadie, en toda la ciudad de México, nadie de sus nueve millones de habitantes e incluso de los 20 millones de hombres y mujeres que, por una u otra razón conviven diario en la Ciudad, nadie tenga vedado el derecho a alimentarse, por ninguna razón, mucho menos por cuestiones económicas. Es inadmisible saber que haya tiendas, restaurantes y hoteles que desechan toneladas de comida porque no se consume, mientras haya millones de niños que hoy se despertaron y no pudieron comer o que viven en un ayuno permanente porque son parte de esas angustiosas cifras de la pobreza alimentaria.
Es una tristeza que nuestro país aporte 20 millones de humanos a esa precariedad. En el mundo uno de cada seis personas carece de alimento, En México uno de cada cinco, mientras que se produjo en este año 30% más alimento que el que pudo consumirse. Tenemos claro, que no depende sino de la voluntad conjunta de Gobierno, productores y consumidores. A nosotros más que a nadie nos corresponde generar esos canales de entendimiento.
México es un país de enormes desigualdades y contradicciones, tenemos a uno de los hombres más ricos del mundo que eleva sus ingresos con el negocio de las telecomunicaciones, México es el país que más dinero aporta a la facturación total que hacen a empresas como Walmart la 20va. economía del mundo por encima de 180 países. Pero en México, en nuestro país, se consideran pobres 75 millones de habitantes que viven con ingresos inferiores a los de cualquier país de Europa, el salario mínimo es de apenas 50 pesos diarios, el ingreso mensual promedio de los 105 millones de mexicanos es de 6 mil pesos, y en consumo de los productos de la canasta básica, en el mejor de los casos es de 2 mil pesos al mes, en los lugares donde se comercializan productos de mala calidad o mal empacados.
Es por ello que nuestro gobierno se plantea programas como de Apoyo a la Economía Familiar que sin ambages conforman sólidos canales para la subsistencia en tiempos de pobreza.
Por eso nuestro gobierno ha sido muy enfático en la discusión del paquete económico de nuestro país. No estamos de acuerdo con la iniciativa del Gobierno Federal de gravar, de poner impuestos a los alimentos. El gobierno federal, propone gravar con un impuesto de 2% al consumo de alimentos, no estamos de acuerdo, ese impuesto injusto viola de manera impúdica el derecho humano a la alimentación si nos atenemos a la realidad que nos dice que mientras las familias más pobres gastan el 90% de sus ingresos en alimentos, las familias más acaudaladas apenas lo hacen con el 30%. Es en definitiva un impuesto contra las falmilias más pobres, pero además está instalado en la lógica absurda de que la alimentación es un privilegio por el cual hay que pagar impuestos.
En el siglo XIX, personajes como Antonio López de Santa Anna y Maximiliano de Habsburgo establecieron impuestos a las ventanas y puertas, la reacción del mexicano, fue lógica, en ambos casos, clausuraron puertas y ventanas. El gravamen del IVA, disfrazado, el impuesto contra la pobreza, lo único que ocasionará será que las familias obtengan menos alimentos destinando la misma cantidad de dinero. No se resuelve la crisis, se ahonda.
Este día internacional de la alimentación, se debe conmemorar exigiendo que no se impongan más gravámenes contra el consumo, que no se creen impuestos a los alimentos; por el contrario que se generen canales de distribución para garantizar que ninguna boca se quedé sin alimentos y que ningún alimento se quede sin boca.
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