viernes, 30 de octubre de 2009

Astillero


Calaveritas fiscales
Falso Felipeje
Panteón legislativo
Genaro ataca
Julio Hernández López


Producciones García Luna ataca de nuevo, ahora con un oportuno espectáculo de fantasía aérea y por tierra en locaciones michoacanas. El montaje de Genaro Salvador (con detenidos “de primerísimo nivel”, supuestamente uno de ellos sería el famoso Tuta) se produce justamente cuando el país no hallaba a cuál de los peores platillos informativos debía ponerle más atención, si a los narcocorridos empresariales entonados por el subsecretario calderónico de fomento a los agronegocios, a las despechadas confesiones de impotencia política de un ocupante de Los Pinos que se ha revelado como falso pejista de última hora, o a los tragicómicos vaivenes de los congresistas entrampados con el paquetazo fiscal a causa de cálculos electorales, riñas partidistas, futurismo marca 2012 y traiciones e indecisiones pinoleras.
Felipe amaneció con el mismo enojo humedecido que la víspera le había hecho dar un primer apunte de sus arranques contra los malvados empresarios de primerísimo nivel que “rara, rara vez pagan impuestos” (nomás le faltó al cuñado de Hildebrando acusarlos de haber impuesto un presidente espurio en 2006). En la mañana de un día cargado de tensión política, Felirium asegundó el golpe, ahora yéndose contra las filantropías (¿oh, el Teletón ya no recibirá cheque felipillo y cursilería oficial?) y las fachadas de ayuda social fiscalmente descontables, al tiempo que en un lance dramático salía del clóset para declararse pejista tardío, izquierdista por despecho, subcomandante contra natura, cobrador de impuestos mal tratado. Felipe el pequeño luchando por convertirse en Felipe el guerrillero, retomando cifras y discursos correspondientes al pejemundo; Calderón peligrosamente parecido a los momentos cumbre de la demencia política de Luis Echeverría y José López Portillo (aunque a éstos les pegó lo más duro del mal de Los Pinos ya al final del sexenio, no a la mitad).
Máximo agitador del momento, FC ha creado más conciencia social en unas horas que sus opositores durante años: 1.7 por ciento de impuestos pagan las grandes empresas, ha dicho la criatura electoral de esos mismos capitalistas de cúpula, y no es lo mismo que lo diga un opositor persistente, como López Obrador, que el propio compañero de brindis en julio de 2006, y no sería lo mismo decir esas cifras –que constan en documentos oficiales– en otro momento que decirlo hoy, cuando los legisladores fallidos escenifican la tragedia ofensiva de estarse peleando por los costos políticos que significará el acuchillamiento económico de una nación: Nosotros los Forbes, 1.7 por ciento de impuestos; ustedes los pobres, los aumentos que el momento y el sueño y el hambre sugieran a esos diputados y senadores que sólo podrán producir un remedio mal hecho para tratar de que el aparato gubernamental sobreviva cuando menos un año más, justamente el de las celebraciones de calendario de nuestros ímpetus históricos trastocadores.
A Felipe ya sólo le falta pelearse consigo mismo (bueno, esta columna no puede asegurar que ese desdoblamiento agresor no se haya dado). En el colmo del descontrol político, ha generado rebeldía en miembros de su propio partido que no entienden las jugadas contradictorias que se destilan desde Los Pinos, y ha colocado a las bancadas blanquiazules en la kafkiana circunstancia de ser oficialmente el partido “en el poder” pero estar dependiendo de la voluntad del PRI y recibir agravios y trampas de parte de su propio y presunto jefe político máximo, el ya antes dicho lic Calderón (lic no debe llevar punto, como si fuera abreviatura, pues no lo es, sino una exclamación, un hipo con licenciatura). Hoy, a la hora de las votaciones finales en el Senado, las cuentas descuadradas, los chantajes explícitos, las omisiones significativas, el priísmo colaborando apenas con lo necesario, el panismo sacrificado pero también dividido y el perredismo convertido en suplemento de la revista beltrónica habrán de mostrar el tamaño de la crisis, la profundidad de las heridas, la gravedad de los desgarramientos, y se encaminará al país al siguiente escalón de la irritación social, con la inflación tocando a la puerta, los grandes empresarios ya sabedores de que el paciente se les ha ido y la recuperación económica que en otros lares ya avanza, transformada en México en un objetivo a largo y doloroso plazo. Todo listo, pues, para el Día de Muertos. Calaveritas de azúcar para el mal rato (mal año) legislativo y político.
Aunque, por fortuna, Producciones García Luna siempre está allí, cuando las circunstancias lo requieren. Un megagolpe al narco en el simbólico Apatzingán se anunciaba a la hora en que esta columna habría de cerrar su agronegocio de teclas (teclas de la golden), con utilería bélica de primer nivel, invitados periodísticos de la capital del país y la versión de que entre los primeros actores estaría La Tuta. Todo listo para otro golpe de distracción, para aparentar que se sigue ganando la guerra contra las drogas (aunque tales victorias no lo parezcan) y, bueno, de pasada, para que el licenciado Calderón vuelva a visitar Michoacán (¡gulp!) creyéndose héroe matadragones de La familia, se aliste para ir a Miami a recibir un premio como superlíder y siga manteniendo a los mexicanos con un ¡Jesús! fiscal en la boca.
Astillas
Agustín Carstens cumplió ayer la ingrata tarea de sostener de alguna manera los exabruptos políticos de su jefe tardía y torpemente claridoso y dar alguna satisfacción a los “capitanes de empresa” que anoche estaban muy indignados por el trato que les ha dado en estas horas de enfelipamiento. El secretario de Hacienda de alguna manera reconoció que no es tan cierto lo que dijo FC pero también sostuvo que ciertas rendijas legales permiten ciertos comportamientos empresariales que no aportan los dineros que deben dar... Y, mientras sigue la lucha electricista, y en Oaxaca preparan diversas actividades en la víspera del 20 revolucionario, ¡feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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