miércoles, 16 de septiembre de 2009

Guerrillas en movimiento

Raymundo Rivapalacio

September 16, 2009
— 1:00 am
En las dos últimas semanas, cuatro ataques de organizaciones clandestinas fueron perpetrados en la ciudad de México. Tres bombas hicieron explosión, con daños limitados, en una sucursal de BBVA Bancomer en el sur de la capital, en una distribuidora Renault en el oriente, y en una boutique en una exclusiva avenida en el poniente. Una más no estalló, en una sucursal de Banamex, por lo cual el hecho no fue de conocimiento de la opinión pública. Sólo se reivindicaron dos de esos atentados, por parte de tres agrupaciones clandestinas aparentemente sin conexión, pero con una peculiaridad: en todos los casos, el explosivo estaba compuesto de gas butano con detonadores de manufactura artesanal. ¿Qué está pasando? La olla está comenzando a hervir.

Los atentados a los bancos no fueron reivindicados por nadie, pero el de la Renault, el 9 de septiembre, se lo acreditó primero el grupo España Signus Franciscanos, que ha estado asociado a grupos de derecha, y que tuvieron un papel importante durante un movimiento social en Oaxaca hace 30 años. Horas después se lo adjudicaron las Células Autónomas de Revolución Inmediata “Práxedis G. Guerrero”, que hicieron una denuncia muy particular: contra la construcción de una cárcel de máxima seguridad en las inmediaciones del Reclusorio Norte, donde se encuentran presos militantes de la vieja Liga Comunista 23 de Septiembre, de la Unión del Pueblo –que al fusionarse se convirtió en el Procup-, y del EPR, que nació de la integración orgánica de las guerrillas de Oaxaca y Guerrero. El último, la mañana de este lunes, en una boutique de Max Mara, fue reivindicado por el Frente de Liberación de Animales (FLA), que emitió un comunicado en el cual afirman que se suman a la semana internacional contra esa marca Prét-a-Porter italiana.

El procurador general de Justicia del Distrito Federal, Miguel Mancera, minimizó los atentados, argumentando que los implementos utilizados pueden ser comprados en cualquier tlapalería, y que la similitud de los explosivos utilizados se debía probablemente a un imitador. Aunque hipotéticamente sea cierto, no es común que una persona cualquiera pueda fabricar un explosivo. Se puede entender que Mancera no quiera hacer sonar las alarmas en la capital, pero mientras no se resuelvan los casos de manera satisfactoria, hay que atenderlos con toda seriedad. Especialmente, porque al analizar los vínculos entre las organizaciones, brotan las relaciones que existen entre ellos que trazan escenarios inquietantes para el futuro mediato.

A diferencia de lo que plantea Mancera, sí hay vasos comunicantes entre cuando menos dos de las organizaciones que reivindicaron los atentados. Una es el FLA, que es una organización anarquista que pertenece a las redes del llamado Black Block, que ganó prominencia en 1999 con sus acciones violentas durante las protestas callejeras en Seattle, contra la reunión de la Organización Mundial de Comercio, y reiterada en las calles de Génova, durante la reunión anual del G-8. Estos grupos son de izquierda radical –aunque se les llegan a unir organizaciones de extrema derecha-, y tienen como constante ideológica el ataque a empresas multinacionales. En México llegaron por la puerta de Chiapas, y tuvieron larga relación con el Subcomandante Marcos y el EZLN. Aunque no hay una vinculación orgánica evidente con las Células Autónomas, hay una relación indirecta, a través de las redes insurgentes en internet, con la autoridad máxima de esa organización guerrillera, las Milicias Insurgentes Ricardo Flores Magón, que nacieron en 1996, cuando emitieron su primer comunicado el primero de agosto, el “Manifiesto de los Volcanes”, donde reivindicaban la lucha armada.

Las Milicias Insurgentes Ricardo Flores Magón son quienes, como órgano cúpula, establece los nexos operativos de los bombazos de septiembre. Este grupo opera en cuando menos 11 entidades del país, y tiene en Texcoco y Chimalhuacán, en los suburbios de la ciudad de México, sus principales centros de reclutamiento de cuadros. En este sentido ha funcionado en los últimos años de la misma manera que el EPR, con quien también tienen vínculos. Pero el grupo guerrillero con quien más relación tiene son las FARC, el ejército rebelde colombiano. De hecho, en la computadora de Raúl Reyes, el número dos de las FARC, asesinado por el Ejército colombiano en una invasión a territorio ecuatoriano, encontraron correos electrónicos enviados al “Comandante Fermín”, Ángel Fermín García Lara, quien era líder sindical en el IMSS, y dirigente del Movimiento de Lucha Popular y del Movimiento Bolivariano de los Pueblos.

El enjambre en el cual se mueven los grupos clandestinos que sembraron los explosivos este mes en la ciudad de México, no demuestra necesariamente una acción coordinada –para establecer la teoría de la conspiración-, pero sí refleja, cando menos, la efervescencia que se vive en los pasillos de la clandestinidad dada la frecuencia de los atentados. No son los únicos que se han dado. En los últimos meses, el FLA ha estado muy activo en varios estados del país, y el EPR tendrá que ratificar con sus bases si en 2010 inician una nueva campaña armada. Agitación guerrillera existe en todos los estados del Pacífico, y en algunas entidades en el centro y sur del país. En 1994, cuando se alzó el EZLN, la coordinadora guerrillera consideró que no estaban dadas las condiciones para la insurrección popular. Previamente a las elecciones, el EPR, principal organización guerrillera militar, aplazó para el próximo año sus acciones.

El país se está calentando en paralelo a la agudización de las contradicciones por la crisis económica y las altamente cuestionadas y repudiadas recetas gubernamentales. Sin quererlo, en el gobierno federal están ayudando a las guerrillas a madurar el alzamiento con la exacerbación social. En su favor cuentan con algún tiempo, pues aún no deciden la fecha para el levantamiento. Los bombazos de septiembre no fueron la enfermedad; son los primeros síntomas.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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