miércoles, 1 de abril de 2009

Morfo: Venganza oficial contra artistas renegados

Daniel Giménez Cacho y Lorenzo MeyerAlgunos reaccionarios expresan total repudio a cualquier señal que denote un comportamiento renegado. Esos mismos reaccionarios proclaman que el movimiento cada vez tiene menos apoyo, incluso llegan a expresar que es inexistente, pero cuando alguien sobresale y pone en evidencia su la mediocridad de los ciudadanos favoritos de este gobierno de facto harán todo lo posible por que ese personaje destacado no evolucione.

El arte en México es abstracto como el mismo arte, al menos esa es la impresión, la realidad es que el arte mexicano es dirigido como pudo verse con la injusticia cometida en contra de Daniel Giménez Cacho en la pasada entrega del premio Ariel al cine mexicano al negársele el premio como al Mejor Actor. La función social del arte en México, y en otros países, es la de reflejar la realidad cotidiana en diversos ángulos; la realidad es interpretada por ya sean visiones generalizadas o particulares sobre la condición del mexicano en un México que cambia en la base pero que es inmutable en las esferas del poder, cuando ese poder es observado por el artista y plasma en su obra las condiciones resultantes del ejercicio del poder público las autoridades comienzan a fungir como censores, el ejemplo más claro de lo anterior es la película la Ley de Herodes la cual estuvo enlatada al ser prohibida por la Secretaría de Gobernación priista. Hoy no hace falta prohibir el arte emanado de los sectores críticos de la comunidad creativa, sólo se necesita boicotear los proyectos con ayuda de los incondicionales empresarios a quienes se les ordena no exhibir, desaparecer e incluso negar la existencia de las obras, tal como sucedió con el documental Fraude 2006 de Luis Mandoki.

A veces el artista es un ser extraordinario, tal condición le hace sobresalir casi involuntariamente, sobrepasando toda barrera de prejuicios y tranzas dentro del sistema cultural en México. Sin embargo cuando se pretende reconocer el trabajo del artista suceden muchas llamadas telefónicas que impedirán dicho reconocimiento público, pues tal evento confirmaría que el pensamiento crítico es posible en este país pero no se puede tolerar. Es por ello que los términos de la cultura son vagos en el país al ser liderada por artistas dóciles, complacientes con el patrocinador y el gobierno.

Es una lástima que Daniel Giménez Cacho haya sido omitido de un reconocimiento como el Ariel, pero su exclusión en si es un logro del movimiento renegado. Es señal de que aquellos que difunden con rabia la inexistencia del poder de convocatoria de Andrés Manuel siguen trabajando en su mayor preocupación y es la de luchar en contra de la autodeterminación ciudadana.

Comentarios: morfosdp@gmail.com

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