Luis Javier Garrido
La soberanía e independencia de México están amenazadas como nunca en nuestra historia reciente, y las últimas iniciativas de la administración de Obama lo siguen poniendo de relieve.
1. El beneplácito dado por Los Pinos al ideólogo de origen cubano Carlos E. Pascual, experto en desmantelar estados nacionales, como embajador del gobierno de Barack Obama en México, según anuncio hecho por la Casa Blanca el 25 de marzo, marca un paso determinante en el rápido proceso de claudicación que han tenido los gobiernos panistas al abdicar ya abiertamente de sus responsabilidades nacionales y abrirle a Washington la vía para una intervención cada vez más abierta y directa en la toma de decisiones.
2. El perfil político del que está a punto de convertirse en nuevo embajador de Estados Unidos en México trastoca por completo las prácticas diplomáticas usuales, pues no es sólo un funcionario con un perfil intervencionista, como pudieron tener otros embajadores estadunidenses recientes en México –Joseph John Jova (1974-1977) o John Dimitri Negroponte (1989-1993)–, o carente de experiencia diplomática –como Julian Nava (1980-1981) o el actor John A. Gavin (1981-1986)–, sino que se trata de un teórico ideologizante del modelo político neoliberal, que se ha ido edificando como un corolario del económico, y que ha preconizado y puesto en práctica la deconstrucción de los estados nacionales, calificándolos de “inviables” o “fallidos”, para dar paso a un control de los países clave para Washington, que a su juicio no pueden ni deben tener una capacidad soberana para definir sus políticas.
3. El simple currículum del que está siendo llamado a ser el embajador de Obama en México habría bastado para que en términos de los usos y costumbres diplomáticos actuales el gobierno mexicano se negase a aceptar este embajador de perfil intervencionista, pero al parecer la decisión que aceptaron los dos funcionarios que deciden estos asuntos, el embajador del gobierno de facto en Washington, Arturo Sarukhán, y el asesor de Los Pinos en Política Exterior, Rafael Fernández de Castro –que parecen responder más a los intereses de Estados Unidos frente a México que a la inversa, como sería de esperarse–, fue determinante, dado por sentado el entreguismo de Calderón y el papel inútil que desempeñan la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, y el Senado de la República.
4. Pascual –quien nunca ha ocupado un cargo relacionado con América Latina, y que para imponer el modelo neoliberal del cual es fanático ha preconizado, según la nota de La Jornada del 27 de marzo, la necesidad de “cambiar el tejido social de las naciones” y crear estados “orientados hacia el mercado”, ufanándose de haber contribuido a desmantelar la Unión Soviética– tiene como su más preciado galardón haber intervenido de manera determinante como embajador de Estados Unidos en Ucrania, entre 2000 y 2003, en el proceso interno de ese país que condujo al poder a la Revolución Naranja, que propició la ruptura con Rusia y la entrega de los recursos estratégicos ucranianos a Estados Unidos.
5. El proyecto político que el doctor Pascual ha ido definiendo desde entonces, y que ha supuesto integrar una lista de países de alto riesgo con la misión de impulsar en ellos “una deconstrucción preventiva”, supone crear equipos para abocarse a estas tareas, que deben estar a cargo de empresas privadas y al mismo tiempo multiplicar los grupos de ideólogos para controlar a la opinión nacional: lo que ya se ha venido haciendo en México bajo la administración espuria de Calderón. Todos los estados nacionales son en su lógica “fallidos” y, por consiguiente, hay que desmantelarlos para entregar sus funciones a los organismos financieros internacionales (controlados por Washington) a las propias agencias del gobierno estadunidenses y a corporaciones privadas de cada país.
6. La creación de una oficina conjunta de Estados Unidos y México en territorio mexicano en el contexto de la supuesta guerra contra el narco, que es constitucionalmente una función del Estado mexicano, la cual hasta ahora no tiene más función que ser una amenaza intervencionista, anunciada durante la visita de la secretaria de Estado de Clinton a fines de marzo, aparece, por consiguiente, como una pieza más de las nuevas políticas del gobierno de Obama hacia México y no pueden confundir ya a nadie: un aparente nuevo estilo de los diplomáticos con un doble discurso que no logra ocultar una mayor dureza intervencionista en los hechos.
7. El nuevo gobierno de Barack Obama pretende tener un nuevo estilo personal de presentarse en el mundo, pero sus políticas no difieren mucho de las de Bush. En menos de una semana, Obama anunció una escalada militar descomunal y de larga duración en Afganistán y Pakistán (24 de marzo), países a los que por la vía de la invasión Washington ha convertido en Estados “fallidos”, e hizo saber que Estados Unidos no levantará el embargo a Cuba (29 de marzo) –que han exigido múltiples voces dentro y fuera de Estados Unidos–, reiteró su descalificación al gobierno del presidente venezolano Chávez, ordenó fortalecer el control militar de la frontera con México, y sostuvo, no obstante las zalameras palabras de algunos de sus colaboradores, que el narco mexicano es una amenaza para Estados Unidos y que la situación en México está fuera de control.
8. En la entrevista que dio a la cadena televisiva CBS el domingo 29, Obama insistió, al igual que Bush, en magnificar la situación de violencia que ha creado en México Calderón bajo la tutela de la DEA, y por consiguiente el papel de los cárteles mexicanos, aunque tuvo un desliz: aceptó que las acciones oficiales han sido en buena medida las generadoras de esa violencia.
9. La comparación que hizo entonces del gobernante ilegítimo de México con el agente estadunidense de los años de la prohibición, Eliot Ness, muerto prematuramente por el alcoholismo (1903-1957), no se sabe, sin embargo, si fue por la obsesión de éste sólo por algunos capos o por magnificar los rasgos policiales del Ejecutivo de facto mexicano.
10. El contexto internacional derivado de la crisis del modelo neoliberal de 2008-2009 ha acelerado la pérdida de la hegemonía de Estados Unidos y la consolidación de nuevos bloques de influencia, lo que ha fortalecido la obsesión de los halcones del Pentágono por los recursos no renovables y el papel estratégico del que había sido sólo su patio trasero, pero el diseño de estas nuevas políticas de intervención y de control en México con el pretexto de la supuesta guerra contra el narco tienen una falla fundamental: no parece tomar en cuenta la realidad.
11. El proyecto de deconstrucción del Estado nacional mexicano ideado por los neoliberales estadunidenses parece haberse olvidado del pueblo de México, y es por ello, y sólo por ello, que está destinado al fracaso, aunque su impacto hasta ahora haya sido devastador.
viernes, 3 de abril de 2009
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