Desfiladero
Tula: una refinería de atole con el dedo
El Senado oyó a Sarkozy
Sariñana: el asesinato del Canal 11
Jaime Avilés
Durante su sesión fotográfica con Barack Obama en un cuarto de Los Pinos, Felipe Calderón se sentó en un sillón cuyo cojín era dos veces más alto que el del mandatario estadunidense. Fue el menor de los detalles patéticos y ridículos de estos días que acabamos de vivir y que tal vez se anclarán en la memoria como la semana de la vergüenza, cuando millones de mexicanos sentimos la profunda vergüenza de estar sometidos, que no gobernados, por una clase política tan rastrera y deleznable. Examinemos cuatro de sus actos más significativos.
Maniobras conjuntas
Barack Obama vino a México a retratarse y sonreír sin decir nada, porque los acuerdos sustanciales de su gobierno con los policías y los militares del gabinete de Calderón ya los había amarrado, en su visita previa, Hillary Clinton. Estados Unidos aportará 83 mil millones de dólares más a la defensa de su frontera sur, para atenuar la violencia de las empresas mexicanas exportadoras de drogas ilícitas, pero no aplicará medidas extras para disminuir la venta de armas made in USA a los cárteles de este lado del río, porque eso acentuaría el desempleo por allá. A cambio de esto, que no abre ninguna “nueva era” en nuestras relaciones con nadie, la Armada de México participará en maniobras conjuntas con los marines.
El que esponjará las plumas e inflará el buche como pavorreal por esta medida absurda y contraria a las leyes de acá, será el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien apenas en marzo, desde la tribuna del Senado mexicano, dijo que nuestro país debía pagar, “con la sangre de sus soldados”, el precio de su participación en el nuevo contexto internacional. El martes, los propios senadores que entonces lo escucharon sin refutarlo, aprobaron la petición calderónica de enviar a nuestros marinos militares a hacer ejercicios de guerra bajo las órdenes de la flota más poderosa del orbe (salvo la mejor opinión de los piratas de Somalia). Y por esta aberración jurídica votaron los chuchos, el ala más abyecta del PRD.
Los sénateurs de Sarkozy en México –Beltrones, Madero, Graco– violaron la Ley Federal de Neutralidad, que prohíbe la participación de nuestras fuerzas armadas en simulacros bélicos con ejércitos extranjeros. En su carta a Obama, Andrés Manuel López Obrador afirmó que el movimiento que encabeza se opondrá a tales ejercicios. A la mejor esta es la vía legal para impugnarlos. La otra, la de la movilización popular, debe sumar a los familiares de los marinos mexicanos, antes que éstos sean enviados a Irak, Afganistán o, por qué no, a Corea del Norte, condenados a pagar con su sangre de pobres el préstamo de 47 mil millones de dólares que Calderón firmó hace días en Londres y cuyos réditos recaerán sobre los nietos de nuestros nietos.
Nueva refinería
Ha quedado bien claro que Calderón, su director de Petróleos Mexicanos, el traficante de influencias Jesús Reyes Heroles; la invisible secretaria de Energía, Georgina Kessel, y la banda de jóvenes contratistas que Juan Camilo Mouriño dejó incrustada en la administración pública, deben estar haciendo fabulosos negocios con la importación de gasolinas que México debería producir aquí para ahorrar, al menos, 10 mil millones de dólares anuales. Pruebas que detallen el modus operandi de estos funcionarios disfuncionales todavía no las hay, pero las sospechas de que lucran sin recato con esta carencia se multiplicaron tras el grotesco anuncio que Reyes Heroles hizo el martes, en el sentido de que Pemex construirá una nueva refinería en Tula, si el gobierno del estado de Hidalgo aporta un terreno de 700 hectáreas “antes de 100 días”. Y si no cumple este requisito, el proyecto se mudará a Salamanca, Guanajuato, donde si luego de otros 100 días tampoco hay un lote disponible...
¿Qué broma es ésta? La construcción de tres nuevas refinerías es una prioridad nacional. Un gobierno mínimamente responsable localizaría y expropiaría los terrenos adecuados y pondría manos a la obra. En cambio, el de Calderón (que es apenas una caricatura y ya desperdició dos años y medio) perderá tres meses más, y luego acaso tres más, para volver al punto de partida en octubre. Eso, más que a ineptitud, suena a plan con maña para seguir cobrando comisiones por debajo del agua.
Todos sabemos que las refinerías debieron haberse comenzado a levantar en Tuxpan, Veracruz, al norte del Golfo de México, y en Salina Cruz, Oaxaca; en Tuxpan, porque ahí desembarca toda la gasolina importada que llega a México y desde ahí se envía al resto del país mediante una red de ductos instalada para tal propósito. Y en Salina Cruz porque abastecería a toda la costa mexicana del Pacífico y supondría un ahorro extra en gastos de transporte. Además, aunque Reyes Heroles no lo dijo, en Minatitlán, Veracruz, se está reconfigurando, desde hace cinco años, una refinería obsoleta, a la que podría añadirse un segundo tren de refinación, a bajo costo. Pero no, la única planta petroquímica que en teoría edificará Calderón entrará en servicio en 2015 y costará más de 12 mil millones de dólares. Hay quienes apuestan a que en realidad será una fábrica de atole con el dedo...
Cananea y los bulldogs
Antes de ser secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont fue abogado de Germán Larrea, el magnate de los caballos de carreras que posee el consorcio minero más poderoso del país. Hoy, aunque funge como jefe de la política interior, Gómez Mont sigue siendo empleado de Larrea. Así lo confirmó a la mitad de esta semana de la vergüenza cuando, acatando instrucciones del empresario, ordenó a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) dar por terminadas las relaciones laborales de Grupo Minero México con los mil 200 trabajadores de la mina de cobre de Cananea.
Con una mano en la cintura, después de reconocer cuatro veces como “legítima y válida” la huelga que sindicalizados sostienen contra el despotismo de Larrea desde 2007, la JFCA condenó al desempleo a los barreteros, olvidando que hace un siglo, los tatarabuelos de éstos contribuyeron, también por la vía de la huelga, al estallido del proceso revolucionario que depuso a la dictadura de entonces, tan parecida a la de hoy. La historia, en todos los ámbitos de la política nacional, encuentra motivos, día a día, para repetirse.
Pero la vergüenza tiende a mezclarse con el asco, si observamos el virtual asesinato de Canal 11 que ha perpetrado el cineasta Fernando Sariñana, al transformar un espacio de reflexión y buen gusto en una mala copia de lo peor de Televisa, que incluye la censura. Hace dos años, en plena represión contra la APPO, Sariñana apareció en público junto a Ulises Ruiz, lo elogió y, haciendo gala de ignominia, se coló en el círculo de Calderón para ganar el puesto que ahora detenta. Lo que no sabe esta columna es por qué los espectadores de Canal 11 no emprenden una campaña para exigir la renuncia de este lambiscón incompetente y el restablecimiento de programas, como los de Cristina Pacheco, en su horario original. Luis Morales Campos, lector de este espacio, se opone a que Desfiladero llame bulldog a Germán Martínez, porque ese perro está “orientado a la competición en exposiciones de belleza. Es inteligente, limpio, manso y un excelente animal de compañía”, cualidades, agrega, que no posee el líder nacional del PAN.
jamastu@gmail.com
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