miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Qué Compró Calderón en Nueva Izquierda?

La jornada interna del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para elegir candidatos a puestos que se renovarán en el venidero mes de julio, esperada como una consolidación de fuerza de la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como Los Chuchos, resultó otro fiasco para la izquierda moderna, institucional y negociadora, como se ostentó al marcar su distancia de Andrés Manuel López Obrador, el solitario de las multitudes.

Los resultados comiciales del domingo mostraron una apabullante realidad. Los predominantes Chuchos se quedan sólo con el cascarón de partido que ofrecieron al servicio de Felipe Calderón y sus "instituciones" que se deshacen de corrupción e impunidad.

En tanto, la fuerza ciudadana real parece seguir viva, latente, intocada y leal al odiado Peje que "se va quedando solo", como tantas veces les ha gustado insistir a los medios de comunicación, cuando deben referirse a él y no le hacen vacío.

La izquierda que Felipe Calderón esperaba tener para el amplio apoyo a su futuro contratismo y la entrega del país a España y Estados Unidos "para vivir mejor", se frustró de fea manera y quedó peor de lo que estaba.

De nada sirvieron los millones para comprar a Nueva Izquierda, por la que Calderón invirtió tanto en el Tribunal Electoral que la impuso a la mala en la dirigencia del PRD; ni tantas entrevistas en noticieros de radio y televisión, en toda la prensa que de pronto difundía a toda hora el descubrimiento de la "izquierda abierta al diálogo" al que se cerraba el Peje; ni los fondos públicos gastados en difundirla como "preocupada por México". La izquierda que compró Felipe Calderón simplemente mostró su realidad. O sea, nada.

Tampoco le funcionó el Partido Social Demócrata que le quitaron a la acomodaticia Patricia Mercado, y que intentó presentarse como "la izquierda responsable" despotricando contra Andrés Manuel López Obrador para granjearse la simpatía del gobierno calderonista y el apoyo de Nueva Izquierda del PRD, con la que ya tenía una alianza amarrada para erigirse en la "izquierda mexicana", contrape$o escenográfico del gobierno calderonista. Cuando Los Chuchos percibieron la repulsa que esos "socialdemócratas" incitaban entre las mismas huestes perredistas, de plano los rechazaron en forma grosera, sin siquiera la delicadeza de avisarles. Se enteraron por los periódicos que Nueva Izquierda había desairado su "alianza" y se quedaron como novias de pueblo: vestidos y alborotados... y frustrados.

Ahora, las urnas dominicales mostraron que Nueva Izquierda sólo domina un cascarón vacío, un membrete sin base social de la que aún se jacta en el Congreso, con tantos diputados y senadores que llegaron a sus escaños gracias a la sombra de López Obrador. Los pro-hombres del PRD, antes populares cuando junto al Peje encabezaron demandas ciudadanas y brillaron con la esperanza que despertó su hoy odiado ex-líder, ya se ven oscuros y solos junto a Calderón.

Tanto el PRD de Los Chuchos, como el PSD, son simples pompas de jabón: vistosas, sostenidas con aire muy caro, pero totalmente vacías.

Con esto, el panorama electoral inmediato de México se ve cada vez peor, más borrascoso.

El partido supuestamente "gobernante", el PAN, ya teme internamente --aunque de dientes afuera presuma su inexistente predominio-- su debacle estrepitosa que espera aminorar con las encuestadoras y televisoras, dos de sus cuatro pilares para consumar el fraude previo del 2006 (los otros dos son el Tribunal Electoral y los organismos empresariales).

El PRI "co-gobernante" --que acumuló un rosario de "triunfos" por los torrentes de dinero que a los recursos públicos locales sumó el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, en su desaforada búsqueda de la candidatura presidencial-- tampoco las tiene todas consigo, al surgir denuncias a diestra y siniestra sobre las ligas con el narcotráfico de "sus mejores hombres", por no mencionar las pilas de denuncias sin investigar, o de plano archivadas, de otros ilícitos en que el peculado o disposición del dinero ajeno, es el más leve de los delitos.

Con cartuchos ultraquemados y antinacionalistas --como Enrique Jackson, impulsor de la Ley Televisa, la del Seguro Social, y tantas otras contra el bienestar ciudadano al que decía atender--, viejos políticos remozados de pelo y cara mas no de mañas, ex-gobernadores de frustradas pretensiones y otra gente igual de discutible e impugnable, el PRI espera que se la hagan buena las encuestas compradas que lo anticipan como "ganador".

Con similar perfil de candidatos bonitos, sonrientes, pero incompetentes y serviles, los "niños verdes" (cuyo membrete mexicano ya desconoció el mismísimo movimiento ecologista internacional, por su "traición" a los ideales de vida) se uncen al PRI de nuevo, a ver si les alcanzan las migajas que el viejo partido les deje. De algo tiene que servir la franquicia familiar que el gobierno les da junto con los millones de recursos públicos. Vivir bien cuesta mucho.

El llamado PANAL (Partido Nueva Alianza), obsequio de Vicente Fox a su cuatachina cómplice Elba Esther Gordillo, temeroso de la pésima fama de su progenitora, que no logran revertir todos los millones de pesos que el gobierno le entrega cada mes a la mafia gordillista, trata inútilmente de desmarcarse de su dueña, creyendo que los ciudadanos son tan idiotas para no ver la realidad. En su desesperación, la Nueva Alianza se une al PAN para hacer de dos miserias una mísera victoria por la intervención de los "comisionados sindicales" que la profesora Gordillo ya tiene listos para la "ingeniería" electoral.

Sin aceptarlo plenamente, tal vez por propia vergüenza, muchos ciudadanos que creyeron las mentiras del PAN que les vendió Televisa, voltean hoy de soslayo hacia Andrés Manuel López Obrador como el mejor referente político, auténticamente nacionalista, para de verdad salvar lo que queda de país.

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