Autor: Álvaro Cepeda Neri Sección: Opinión
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1 Febrero 2009
Hay un texto memorable que critica al nefasto Mariano Arista, uno de los 60 presidentes del montón que ha soportado la nación (no sin deshacerse de algunos de ellos con derramamiento de sangre, ya que en nuestro Estado no funciona el juicio político, salvo cuando Juárez lo hizo contra Santa Anna), que Francisco Zarco (1829-1869), el fundador del periodismo, publicó en Las cosquillas, que él editó, dirigió y escribió para circular burlando la censura (Humberto Musacchio, Historia gráfica del periodismo mexicano). Era 1852.
En ese escrito repasaba la mala situación del país: “Al comenzar hoy nuestras tareas, vemos por todas partes síntomas de prosperidad y no podemos menos que exclamar: ¡ja ja ja, qué felicidad!” Y refiriéndose al Calderón de entonces, apuntaba: “Vemos al presidente impávido, sereno, ver que el país se acaba, que el Diablo nos lleva…” Y continuaba el devastador análisis con su precisión de siempre.
El nombre del ensayo periodístico viene muy bien al caso de José César Nava Vázquez, el mismo que acaba de ser echado de Los Pinos cuando deshojaba la margarita (algo que ver con doña Margarita Zavala, quien muestra su fuerza para despedir personal) y el último pétalo le planteaba la alternativa de renuncio o me renuncian.
Nava Vázquez acompañó a Calderón desde 1994. Es abogado por una universidad patito con una especialización en la alma mater de los panistas, la Escuela Libre de Derecho, donde aprendió derecho natural y, sobre todo, derecho positivo para graduarse como perito en contratos, razón por la cual se conectó con el fallecido Mouriño Terrazo, para asesorarlo en contratos con Pemex y los negocios de la familia de Juan Camilo.
Nava es titular de la Correduría Pública número 1, en Michoacán. Se sumó al foxismo. Ocupó algunos cargos en el Partido Acción Nacional (PAN) y lo representó en el Instituto Federal Electoral (IFE). Se incorporó, con Calderón, a la Secretaría de Energía, después de ser director jurídico de Petróleos Mexicanos. Su doble paisano Felipe de Jesús se lo llevó a la campaña electoral. Y en 2006, tras a duras penas haber tomado posesión Calderón, embarrado de ilegitimidad, nombró a Nava su secretario particular.
Panista que está vinculado directa e indirectamente a la organización ultraderechista y ultrarreligiosa de El Yunque (consultar La ultraderecha en el poder y El ejército de Dios. Nuevas revelaciones sobre la extrema derecha en México, de Álvaro Delgado, ambos editados por Plaza-Janés; y, del mismo autor: El engaño: prédica y práctica del PAN, en Grijalbo).
Nava Vázquez ha refriteado parte de su tesina para obtener la licenciatura en derecho, para presentar, como “novedad” y con los de siempre archisobados argumentos, un librito: La división de poderes y de funciones, que tiene la “presentación” de un ministro de la Suprema Corte y quien apenas se refiere al contenido del texto.
Corrido de Los Pinos por su conducta, a la luz de la religión que practican los mochos del panismo, inmoral al no respetar la divisa de que “hasta que la muerte los separe”, José César, pues, que ni siquiera alcanzó lo de Julio César (el pagano creador del cesarismo imperial y al que, como en “Fuente Obejuna, todos a una”, sus amigos lo apuñalaron por haber traicionado al republicanismo) ya fue expulsado del primer círculo del calderonismo (ver el reportaje en Reforma del 30 de noviembre de 2008).
Enviado de “estratega” de Acción Nacional y en busca de una diputación plurinominal para supuestamente pastorear a los legisladores de la camada de 2009 y así preparar el terreno para la tercera hornada panista de la sucesión calderonista (con los ahora precandidatos: Molinar Horcasitas, Vázquez Mota, José Ángel Córdova… de una caballada flaca y políticamente desnutrida).
El caso es que Nava de estratega es igual o peor que Germán Martínez, los dos pichoncitos de esa ave de rapiña que es Manuel Espino, carroñero del foxismo y de El Yunque. Es para morirse de risa el nombramiento de José César, salvo que lo que trae entre manos Calderón es que el PAN (electoralmente va como empezó y su desastre en la conducción presidencial de la nave estatal que zozobra) asegure su derrota, con dos finalidades:
Impedir que los perredistas concreten sus posibles alianzas (el lopezobradorismo con sus todavía 14 millones de votos, a Convergencia y el Partido del Trabajo; los Chuchos, como dijo Zedillo, de “cacha votos” al mejor postor, que para eso son muy chuchos). Y dejarle franco el regreso al Partido Revolucionario Institucional (aliado con el Verde Ecologista) para recuperar, ahora sí por la vía electoral, la Presidencia de la República, que retuvieron de 1946 a 2000, con el procedimiento de heredar la monarquía sexenal desde Alemán hasta Salinas.
Es necesario tener, como decía Zarco, “el mayor buen humor” para vivir en México. Ya que es de risa que Nava haya sido investido como “estratega”. De esto como táctica política-electoral no tiene, siquiera, sospecha. Hay casos de soldados que mandan a la guerra sin rifle. Nava ni soldado y menos es un “profeta armado”. Tuvo ambiciones de que Mouriño fuera el sucesor de Calderón y después, con Germán Martínez, disputar, en 2018, la candidatura presidencial.
Lo cierto es que ha concluido la “carrera” de 10 metros de José César Nava Vázquez. El suyo es un suicidio político por haberse portado mal en Los Pinos, contagiado del espíritu donjuanesco. Se ha ido con la cola entre las patas y la aureola de “estratega” de un PAN que va a la deriva en el mar del Estado de partidos.
Los análisis periodísticos ya vislumbran su caída como cobro de facturas por lo del foxismo y lo que va del calderonismo, ambas administraciones tocadas por la ineficacia, caracterizadas por una mayor corrupción que en los sexenios priistas y por la incapacidad para administrar y gobernar, generando inestabilidad e ingobernabilidad.
Nava es lo que sobra, pero como fardo lo recogen en la lancha panista, mientras los tiburones encabezados por Espino y los yunquistas rodean la embarcación. Ya éstos anularon a Germancito Martínez, el mismo que, como colofón de las notas que le escriben, se las quiere dar de intelectual en lugar de tratar de dar el estirón político.
¿Nava, estratega? Esto es para morirse de risa. El calderonista no tiene ni formación ni calidad para un trabajo que necesita algo más que los Antonio Solá (el difamador español contratado para mantener la imagen de Felipe de Jesús). Y el PAN ya no tiene manera de remontar su desastre.
Podrán hacer las cuentas alegres, como el balance de los dos años, y que han significado severos retrocesos para la nación sobreviviendo en las peores condiciones económicas, con cero crecimiento e incluso en vísperas de un decrecimiento. Así que los panistas pueden creer que Nava es su salvador y recetarles la frase del padre fundador del periodismo y las libertades de prensa: “¡Ja ja ja, qué felicidad!”
cepedaneri@prodigy.net.mx
jueves, 5 de febrero de 2009
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