jueves, 6 de noviembre de 2008

Con un abrazo Calderón dijo todo

Fidel Samaniego
El Universal
Jueves 06 de noviembre de 2008

fidel.samaniego@eluniversal.com

Era un silencio doloroso, intenso. El Presidente de la República caminaba en la capilla ardiente directo a encontrarse con la viuda y los padres de su gran amigo. Y al estrechar sus manos, al abrazarles, sin palabras, Felipe Calderón les dijo mucho, todo.

Ahí estaban integrantes del gabinete presidencial, legisladores, amigos, compañeros y familiares de Juan Camilo Mouriño. Ahí también, militantes de otro partido, unidos en la pena, los gobernadores de Campeche y del estado de México.

Y ahí estaba el féretro. Llegó a las 20:39 horas en una carroza, escoltado por cuatro motociclistas, desde el servicio médico forense. Cuando lo posaron en la capilla, le recibieron ahogados sollozos, y miradas con pesar.

Afuera, en la calle, los representantes de los medios de comunicación. Imposible entrar. Lo impedían rejas metálicas movibles y férreos elementos del Estado Mayor Presidencial. De lo visto, de lo ocurrido en la ardiente capilla, narraban voces de quienes sí estuvieron. Lo hacían con dificultad, con el tono de la abrumadora tristeza.

Fue la noche en la que todos los rostros eran uno, el del duelo. Rostros que de pronto quedaban iluminados por los reflectores, los flashes de las cámaras.

Pocos, muy pocos de quienes acudieron querían hablar. No había ánimo para ello. No había porque insistirles. Era la apesadumbrada marcha de quienes descendían de vehículos, caminaban, entraban a la funeraria.

A las seis de la tarde se abrieron las puertas de la capilla “A”. Sin embargo, los que se congregaron, tuvieron que esperar más de 150 minutos. En otra parte de la ciudad, afuera del Semefo, las carrozas fúnebres aguardaban.

Noche de las decenas de coronas, ofrendas florales, enviadas de todas partes del país, de parte de gran variedad de personajes.

Continuaba la espera. Acudían también, el ombudsman capitalino, Emilio Álvarez-Icaza, el cardenal Rivera Carrera, el arzobispo de la Iglesia Ortodoxo, Antonio Chedraui, el senador priísta Manlio Fabio Beltrones, el perredista Carlos Navarrete con Jesús Ortega, y el Presidente del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, con su esposa, Perla Díaz de Ealy Ortiz.

A las 21:17 horas ingresó la caravana de camionetas, cuatro, una de ellas con el cristal derecho abajo. En ella el Presidente de la República.

Luego, Felipe Calderón, con Margarita, su esposa, caminaría por la capilla ardiente hasta encontrar a los familiares de su querido amigo. Y el silencio dolía. Y no hacían falta palabras para decir mucho, todo.

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