martes, 2 de septiembre de 2008

De seguro este infeliz quiere aumentar la tarifa.

Por primera vez estoy de acuerdo con esta rata. Pero no le creo su actitud "crítica" . Sus patrones ya lo pusieron a ladrar.



Loret de Mola :


Felipe Calderón llega a su segundo año de gestión como lo han hecho al menos los últimos dos presidentes: con la opinión pública discutiendo si va caer. La imagen del mandatario con un cabestrillo sosteniéndole el brazo izquierdo es un logotipo involuntario del estado actual de cosas: con tal de que no le duela la fractura, ya no se mueve.

En el primer año logró lo que nadie hubiera apostado: tomó posesión con tribuna sitiada, resanó la institución presidencial, se ganó a la gente por “al menos hacer algo” contra el crimen, neutralizó a López Obrador y consiguió en el Congreso sacar la reforma al ISSSTE, la minihacendaria y hasta aprobar por consenso el paquete económico 2008.

Del segundo año, lo único que puede reportarse es un gobierno estancado: según las encuestas, los dos principales problemas que percibe la población son, en ese orden, carestía e inseguridad. Calderón no puede con ellos. Lo rebasan. El “presidente del empleo” tiene una economía mexicana en el último lugar de crecimiento en Latinoamérica. En sus segundos años de gobierno, a Fox y Zedillo se pedía que no hubiera otra crisis sexenal. Ahora eso no basta. A Calderón se le ha subido la bandera: se le exige mejoría, y en lugar de eso, los bolsillos se debilitan.

Suben tortillas, aceite, frijol, pan, gasolina. Los factores internacionales que mueven con especulación los costos de comida y combustibles se llevan a México en una muela.

En la inseguridad, ya se terminó la luna de miel. El Presidente que arrancó el mandato declarando la guerra al crimen no ofrece menos sangre a una sociedad que lo ha respaldado y ya no está dispuesta a esperar: se le reconocen las buenas intenciones, pero si aprendió algo de Fox, ésas no bastan.

La infección en las policías y jueces parece incurable al menos con el remedio que ha aplicado el primer mandatario: lleva 21 meses y no ha logrado que exista una policía municipal confiable.

En el segundo año, incapaz de plantear su propio juego, Calderón ha dado muestras de agotamiento y sólo reacciona al juego que le marcan otros: si matan en Juárez, para allá va el Ejército. Que ejecutan en Yucatán, pues al sur los verdes. Que suben los precios, un programa que los baja tantito. Vuelven a subir, y vuelve a presentar el programa con otro nombre; y al final, quedan más caros que antes. Que le voltea la cara el PRD, se alía con el PRI. Que le faltan presidenciables, manda a Juan Camilo a Gobernación. Que le salen los contratos, recurre al PRI para salvar a su hombre más cercano. Que no quiere Ebrard la foto, se monta en la ola Martí para orillarlo a sentarse a la mesa. Que Espino grita, manda a Germán Martínez y Mouriño a tenderle la mano.

El Presidente que se adhiere al “basta ya” de impunidad firma con Mario Marín y Ulises Ruiz. El que prometió erradicar la corrupción negocia con Elba Esther y no toca a Romero Deschamps en la iniciativa Pemex. El que logró posicionar en la agenda la reforma energética la vio secuestrada por el PRD con su discusión sobre la privatización, y por el PRI en la votación de lo que finalmente, si se aprueba, quedará como ley. Y depende de qué salga en el Congreso, salvará o no 2008.

Mientras, el estancamiento sumado a la carestía y la inseguridad impulsan la irritación y el desencanto. Y ni modo de que voltee a ver a su gabinete que, salvo un par de excepciones, ha juntado en dos años méritos para que a nadie sorprenda cualquier remoción.


SACIAMORBOS

Pero me cae que no cae.

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