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Como uno de los últimos favores contra el lopezobradorismo que pudo hacer desde la presidencia de la mesa directiva de San Lázaro, Ruth Zavaleta reveló el pasado miércoles que el primero de diciembre de 2006 había en la Cámara de Diputados “un arsenal de bombas molotov, y lo que se le hubiera ocurrido a los compañeros meter, por si había guerrita adentro de la cámara”.
Tenía que verter veneno
hasta el mismito final,
con el hocico relleno
de su materia fecal.
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Con ligereza, sonriente, pues dice que el tipo de política que ejerce la
divierte, la novoizquierdista comentó que, al ver el riesgo de que su arsenal
inflamable fuese detectado por los perros entrenados por militares que revisaban
San Lázaro, los “compañeros” que se oponían a la toma de protesta de Felipe
Calderón le pidieron a ella que negociara el retiro de esos animales, y así
“terminaron metiéndolo debajo de unos colchones”.
Lo que hay bajo esos colchones
es su baja dignidad,
sus asquerosas acciones
y su nula integridad.
es su baja dignidad,
sus asquerosas acciones
y su nula integridad.
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Ayer mismo, Zavaleta reconoció que sus palabras fueron un “error” y
una “irresponsabilidad”, porque ni le constó ni vio que hubiera las mencionadas
bombas molotov aquel primero de diciembre en que ella, en cambio, ocupó
largamente en el podio un lugar estratégico que cedió a un gesto de Manlio Fabio
Beltrones para que pudiese darse la ceremonia de protesta de Calderón...
"
Vieja bruja y pendenciera
vendida al mejor postor.
¡Repudio a la traicionera
que se unió al usurpador!
vendida al mejor postor.
¡Repudio a la traicionera
que se unió al usurpador!
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