Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)
16 de octubre de 2015 – Que con qué paga su vida, que con qué come y desayuna y se transporta. Que cómo es posible que un hombre que no ha “trabajado” en los últimos años pueda sobrevivir. Que por qué viajó a Europa, que con qué dinero. Que cómo mantiene a su niño pequeño que ya no es tan pequeño. Que cómo es posible. Que es inaudito. Que es poco ético.
Todos los días hay alguien en la prensa y en las redes sociales que dice que Andrés Manuel López Obrador no es un peligro para México, pero que aún así, sin serlo, es un peligro para México. Escriben y hablan y mencionan que López Obrador no debe llegar a la presidencia de la República porque López Obrador no debe llegar a la presidencia de la República. Todos los días dicen eso, y “argumentan” (es un decir lo argumentar, porque no tienen argumentos) barrabasadas y gritan frente a las cámaras de televisión y tratan de que la demás gente diga lo mismo que ellos, lo que ellos escriben y dicen.
¿Por qué tanto odio hacia López Obrador? ¿Por qué tanta fijación hacia él? ¿Por qué tanto encono y rabia?
2015: faltan tres años para la próxima elección presidencial. Enrique Peña Nieto ha sido, como presidente, un fracaso. El producto fabricado en Televisa y apoyado por quienes se sienten dueños del país se ha convertido en un títere que solamente sirve para andar de gira. Es un ente políticamente muerto que aún no termina de morir. Y el contexto es poco alentador: una crisis económica que día a día manda a la pobreza a miles de mexicanos; una crisis de credibilidad; una crisis de humanidad. Una crisis de valores. México en un desfiladero que comenzó a caer con Felipe Calderón y que, aún hoy, no termina de caer. Falta que se dé el porrazo doloroso y letal. El golpe cuando se tope con el suelo. Y parece que e acaba el tiempo.
¿Por qué atacar a López Obrador con ese encono que no se había visto desde 2006?
Para nadie es un misterio que México tiene dueños. Y esos dueños hacen y deshacen a su antojo. Así ha sucedido desde hace mucho, muchísimo tiempo. Dueños del país que se aprovechan de su dinero y de las leyes para hacerse ricos y hacer pobres a los demás.Dueños del país que piensan que la gente no debe decidir quién debe gobernar. Dueños del país que se asustan si alguien les dice que ellos, gente muy “educada”, se sienten dueños del país. Ahí, en realidad, radica el encono de esos dueños del país hacia López Obrador. No soportan que alguien diga que México tiene dueños y que se les va a acabar la propiedad porque la gente de abajo es la que manda, no los poquitos que están arriba.
Que está enfermo de poder. Que ya fue candidato dos veces. Que puede ser muy violento. Que cómo es posible que piense nuevamente en ser presidente del país. Que ya es viejo y que necesitamos a un joven. Que por qué no mejor un independiente que hable muy como echado para adelante, así como hablaba Vicente Fox antes de ser presidente. Que otra vez AMLO no. Que nuevamente AMLO no. Que ya basta de AMLO.
El miedo de ésos que se sienten dueños del país hoy se mide por encuestas. Andrés Manuel López Obrador es el personaje que mayor aceptación tiene entre los mexicanos. Y es que, esos cuentos que iniciaron antes de 2006, donde ponían a AMLO como un peligro para el México, lentamente se han caído todos. Y muchos ya se dieron cuenta (faltan otros muchos que se den cuenta) que AMLO no es el peligro, que el peligro es que continúen esos que han impedido, por las malas y por las peores, que López Obrador sea presidente de México.
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