viernes, 1 de enero de 2010

Gobierno horrible

Acentos

Pablo Gómez
2010-01-01

La prensa extranjera comenta acerca de lo que se dice en México sobre el año que terminó ayer. Año horrible. Pero horrible ha sido la política del gobierno y, por tanto, el gobierno. Se dejó de hacer todo lo que pudo haberse hecho para defender al país de la crisis. Hubo una renuncia absurda e inicua a intentar siquiera la defensa de la producción y el empleo. En lugar de eso, se dejó que el ajuste económico siguiera un curso espontáneo y se aumentaron las cargas fiscales sobre la economía real. Sólo los monopolios salieron airosos.

Durante los próximos tres años no podrá recuperarse la economía. Lo que resta del sexenio de Felipe Calderón estará tocado por la impronta de una política irresponsable. Las cuentas que al final entregará el actual gobierno panista harán caer todas las palabras que dijo en 2006 y todas las que ha dicho a partir de entonces. El discurso oficial marcha por un lado que tiene muy poco vínculo con la realidad.

El problema es aún mayor debido a que México ha vivido 20 años de estancamiento económico, cuyo crecimiento promedio ha rondado el 1 por ciento del PIB, el mismo que el crecimiento de la población. Son dos décadas —de los gobiernos priistas a los panistas— en que el poder político se ha dedicado a defender la estructura monopólica, es decir, a las grandes corporaciones económicas, pero ha dañado a la economía en general, a la de muchos millones de personas, la inmensa mayoría de las cuales viven de su propio trabajo.

En los últimos 15 años, desde la crisis financiera de 1994-95, el mayor esfuerzo gubernamental ha sido impedir los quebrantos de los consorcios, salvar al capital monopolista a toda costa y a un alto precio para el pueblo. Y, para hacer política, se destinó irresponsablemente el excedente petrolero, el cual, ahora, sigue bajando como la espuma.
México es hoy peor que antes. Las expectativas de los jóvenes son menores.

Tenemos a 70 por ciento de la juventud fuera de la escuela y fuera del trabajo estable. Los salarios profesionales y contractuales han caído casi al ritmo que el salario mínimo. El mercado interno sólo crece del lado de las empresas monopólicas mientras que en el resto de la economía todo es retroceso.

2009 fue el annus horribilis, pero los siguientes no serán mejores. No existe una política económica que genere el impulso necesario para superar dos décadas de contención, de falta de rumbo, de dejar que las cosas sigan como vienen. Se trata, entonces, de un problema del poder. La sociedad demanda otras respuestas, el Estado vive de espaldas a este reclamo. En el gobierno y en el Congreso no se explica nada, sólo se dice que hay que esperar mejores momentos, como si éstos fueran a llegar por envío.

No habrá progreso en México mientras no sea derribado el poder actual. Bajo la oligarquía, seguiremos teniendo una modernización superficial y en gran medida aparente. Nichos de productividad en medio de la desolación improductiva. Fuerte mercado de lo novedoso para una minoría y escasez de lo indispensable para la inmensa mayoría del pueblo. El esquema de la oligarquía financiera no es la ampliación del mercado interno porque aquélla no produce maíz ni vestido. La estructura monopolista achica al país, lo hace desaprovechar su dimensión demográfica porque ésta no se expresa en mayor capacidad de producir y consumir lo producido.

El patrón mexicano de distribución del ingreso es uno de los peores del mundo. El sistema económico opera para la minoría mientras aumentan los contrastes entre la opulencia y la pobreza. Hoy tenemos más pobres que antes, pero los grandes ricos son ahora mucho más ricos.
¡Qué horrible balance!

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