viernes, 5 de diciembre de 2008

La presunción. Luis Javier Garrido

El gobierno de facto de Felipe Calderón, envalentonado por haber podido permanecer estos dos años, cree que por medio de propaganda puede lograr hacer pagar a los mexicanos el año próximo el costo de la crisis y aceptar una nueva imposición electoral, y está lanzando ya nuevas campañas propagandísticas.

1. La autocampaña propagandística de Felipe Calderón para festejar que ha cumplido dos años durmiendo en Los Pinos, lo mismo en entrevistas a los medios que en múltiples discursos y declaraciones, no ha logrado más que poner otra vez de manifiesto que al grupo gobernante panista no le preocupa el desastre social del país y que su primordial obsesión es seguir en el gobierno, para lo cual le resulta imprescindible imponerse en las elecciones de 2009, lo que no pudo ocultar, como tampoco que están dispuestos a todo con tal de lograrlo.

2. La afirmación que hizo Calderón en El Noticiero de Canal 2 el lunes primero de que su peor momento en el ejercicio ilegítimo del cargo en estos años fue el avionazo de Mouriño, generó gran escándalo en los medios no porque se ignorara que no le importa lo que le pasa al pueblo de México, sino porque la derecha aún se sorprende de su ineptitud, como ha acontecido en todos los lamentos y lloriqueos del último mes.

3. El patrimonialismo del PAN en el ejercicio del gobierno no se distingue del que marcó los últimos años del PRI, salvo en una cuestión: la ideológica. El reclamo panista desde los años de Salinas era que el aparato estatal debería ser compartido entre priístas y panistas, y así desde el año 2000 los panistas y sus aliados han dispuesto de empleos y se han otorgado contratos y concesiones con las mismas prácticas corruptas del pasado, pero también han actuado siguiendo otro patrón de comportamiento: entregar enclaves estratégicos del aparato estatal a cuadros de la derecha surgidos no tan sólo del partido (insuficiente para ello), sino de las agrupaciones de El Yunque, de los grupos empresariales que controlan a Calderón y de las agrupaciones afines al clero católico conservador, y a esos intereses privados les urge que el PAN se imponga en 2009.

4. El nervioso activismo de Calderón en su semana de entrevistas, discursos y declaraciones, no pudo evitar, en consecuencia, que evidenciara su obsesión por las elecciones, y dejara entrever cuál es la estrategia gubernamental para tratar de imponer a Acción Nacional como fuerza mayoritaria en la Cámara de Diputados y lograr espacios significativos en el Distrito Federal a costas del PRD. Calderón no ocultó, si se leen sus múltiples declaraciones entre líneas, que la campaña panista, coordinada por su ex secretario particular César Nava, es para ellos un asunto prioritario de Estado como lo eran antaño las campañas priístas, que él va a meter las manos y que como en 2006 el gobierno va a utilizar los medios masivos de comunicación para ello, a pesar de la reforma electoral de 2007. El problema fundamental lo sigue constituyendo, sin embargo, el PRI, ya que el gobierno calderonista tratará de tener más fuerza que los priístas, pero sin afectar su “alianza estratégica”.

5. Y es ahí donde aparece la obsesión panista que marcará la campaña para hacer ver a los mexicanos, según dijo a López Dóriga el lunes primero, por qué ellos son mejores que los otros. La afirmación que ha venido haciendo de manera reiterada en el sentido de que no permitirá que el narco penetre en la campaña de 2009, cuando éste se halla en todos los ámbitos de su gobierno espurio, hace ver los problemas que va a tener la campaña panista para hacer pasar al PRI como el portador de todos los males.

6. Los gobiernos del PAN a nivel local y federal han estado siempre marcados por insistentes señalamientos en torno a su vinculación con el narcopoder: lo mismo las administraciones estatales, desde las primeras encabezadas por Ernesto Ruffo en Baja California (1989-1995) y Francisco Barrio en Chihuahua (1990-1996) hasta varias de los más recientes, como la de Sergio Estrada Cajigal en Morelos (2000-2006), y a nivel federal la cuestión es mucho más grave. En 2000 y en 2006 se hicieron señalamientos de la muy probable penetración de dinero sucio en las campañas de Fox y de Calderón; Diego Fernández de Cevallos y Fernando Gómez Mont fueron objeto de señalamientos en 1997 por su vinculación con el cártel de Juárez; el secretario de Fox, Emilio Goicoechea, fue fotografiado con prominentes capos en fotos publicadas en 2007 y ahora con la supuesta guerra contra el narco todos los días aparecen señalados en los medios colaboradores allegados a Calderón y en particular Genaro García Luna, titular de la SSP.

7. La extrema derecha mexicana ha dado muestras de una absoluta ineptitud e incompetencia para gobernar en función de los intereses de los mexicanos, pero ha sido muy hábil para irse adueñando de los principales recursos del país en connivencia con las trasnacionales e ir controlando al mismo tiempo el aparato estatal y en particular el aparato electoral, y ése es el riesgo para lo que viene. Con un IFE y un tribunal electoral sometidos al gobierno las elecciones del año próximo corren, por lo mismo, el riesgo de ser un operativo de Estado.

8. La otra propaganda, ya no de corte fascistoide sino abiertamente fascista, que Calderón y sus cómplices están impulsando estos días en los medios sobre “el crimen organizado”, y que va paralela a las acciones de violencia llevadas a cabo por sus fuerzas represivas en el país, anuncia que en 2009 –que para los mexicanos va a ser sobre todo el año del agravamiento de la crisis– el gobierno va a crear un escenario del miedo mucho más extremo a fin de buscar someter al pueblo al proyecto de la ultraderecha, y que PAN y PRI van a entrar en abierta competencia para ello. La iniciativa totalitaria del gobernador priísta coahuilense Humberto Moreira sobre la pena de muerte no es más que un anuncio de lo que puede venir si no se ataja desde ahora a los facinerosos en el poder.

9. La apuesta de Los Pinos para imponerse parece estar sustentada en la constante de que las elecciones legislativas intermedias son de baja participación y la presunción de que por la vía de la propaganda pueden confundir a importantes sectores del electorado, pero se olvida, sin embargo, de un hecho fundamental y es que el escenario electoral tiene una importancia cada vez menor para los mexicanos y que la lucha popular se da también a través de otras formas.

10. El problema fundamental de esta derecha integrista, que trata de gobernar, es que controla cada vez más el aparato estatal, pero cada día está más distante del pueblo mexicano y de sus necesidades y preocupaciones, y por lo mismo no puede prever ni va a entender su respuesta.

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