CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La derecha más rancia de México, en alianza con importantes actores internacionales, quiere tumbar a Andrés Manuel López Obrador. La radicalidad del presidente de la República con respecto al combate a la corrupción, la defensa de la soberanía nacional y la separación entre los sectores público y privado empieza a tocar intereses muy profundos. El objetivo de este grupo extremista sería terminar con la presidencia de López Obrador antes de que se cumplieran los primeros dos años de su mandato, ya que en este caso se tendría que convocar a nuevas elecciones, de acuerdo con el artículo 84 de la Constitución.
Tiene razón Carlos Mendoza Aupetit, director del Canal 6 de Julio, quien estrenará su nueva película, En nombre de la libertad: Cuarta transformación y ultraderecha, el próximo 1 de agosto en el Centro Cultural José Martí. La derecha mexicana, cuyo “líder” más visible hoy es el fracasado expresidente Felipe Calderón, ha tomado la decisión de aplicar las estrategias elaboradas por el escritor Gene Sharp en su polémico texto “De la dictadura a la democracia”. Este texto, de cabecera tanto para la CIA como para la USAID, es una especie de manual para la implementación de “golpes suaves” en contra de gobiernos democráticamente electos pero cuyas políticas chocan con los intereses de Washington y Wall Street.
La estrategia de Sharp se enfoca sobre todo en el terreno de la guerra sicológica. Busca deslegitimar a las autoridades constitucionales y generar miedo entre la población a partir del control de los medios de comunicación, la infiltración de las redes sociales, y la divulgación de noticias falsas, rumores e intrigas. De manera simultánea, se promueven “acciones directas”, como marchas, protestas y bloqueos, para dar la impresión de que existiera una oposición auténtica al régimen. Estas movilizaciones también buscan provocar a la autoridad con el fin de viralizar imágenes de actos de represión de parte del gobierno.
Finalmente, una vez que se haya preparado bien el escenario en los terrenos sicológicos, mediáticos e internacionales, se lanza directamente en contra de las instituciones gubernamentales con llamados a la renuncia de los más altos funcionarios, incluyendo del mismo titular del Poder Ejecutivo.
El rector de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, David Fernández Dávalos, también ha denunciado la existencia de “un ataque de carácter clasista y permanente, que se da en los terrenos ideológico, político y económico, para que el gobierno del presidente López Obrador no tenga éxito”.
A quienes dicen que López Obrador no cuenta con contrapesos, Fernández Dávalos responde que “tiene los contrapesos de los grandes capitales del país, de la prensa, de los canales de televisión, pues si bien no tiene contrapesos de carácter político-electoral o del funcionariado, esto se debe a que las élites surgidas del Porfiriato, desde 1910, están siendo desplazadas del control político de México, mas no del control económico”. (véase: https://bit.ly/2YuRZpT)
De acuerdo con el rector, los motivos por los ataques en contra de López Obrador no son ideológicos sino estrictamente en defensa de sus intereses. “Protestan por el fin de la condonación fiscal; por la lucha contra la corrupción, que fue la que hizo despegar a los grandes capitales de hoy; protestan por la cancelación del Nuevo Aeropuerto de México, porque había un negocio multimillonario alrededor; por el tema de la refinería de Dos Bocas, porque sustituye importaciones que también son manejadas por estos grupos; por el control de las compras gubernamentales, porque también han sido desplazados”.
En su importante comentario sobre este discurso de Fernández Dávalos, Néstor Martínez Cristo, coordinador de Comunicación Social de la UNAM, ha escrito que “las universidades todas, aún las más elitistas o las de derecha, tienen hoy la oportunidad histórica de ser las herramientas que encabecen y orienten los esfuerzos de una sociedad mexicana podrida, clasista, a la que le urge transformarse.” (véase: https://bit.ly/2Gjl00A)
El ejercicio de la crítica es necesaria, desde luego. Pero ella debe distinguirse de manera muy clara de los ataques clasistas, intervencionistas y desestabilizadores cuyo único fin es generar miedo y rechazo al primer gobierno electo legítimamente en las urnas en los últimos tres lustros y al primer gobierno de izquierda en México desde el sexenio del general Lázaro Cárdenas del Río.
Por ejemplo, cuando un comentarista de Televisa despotrica en contra del “Obradorismo religioso” y sus “misas mañaneras” con su “dogmática, delirante, enajenada y sectaria visión del mundo” (véase: https://bit.ly/2Srxf0a), ello no constituye una crítica constructiva sino un ataque irracional fundado en el odio y la intolerancia.
En general, se confunden aquellos periodistas, académicos y comentaristas que creen que para cuidar su “objetividad” o “independencia” deben atacar despiadadamente a López Obrador como si fuera igual a Enrique Peña Nieto. Actúan como si nada hubiera cambiado, como si México siguiera malgobernado por un puñado de neoliberales corruptos cuyos únicos objetivos fuera llenar sus bolsillos y saquear a la nación.
Es hora de que estos trasnochados se despiertan y se actualicen con respecto al nuevo contexto del país. En lugar de rechazar el cambio, habría que abrazar la nueva coyuntura y poner nuestro granito de arena, cada quien desde su trinchera, para ayudar al emergente régimen a derrotar los sabotajes de los conservadores cuyo único propósito es cuidar sus intereses y acabar con la esperanza del pueblo mexicano.
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