Por Héctor González
El próximo 1 de enero, Jair Bolsonaro asumirá la presidencia de Brasil. Su arribo al poder despierta cualquier cantidad de dudas dentro y fuera de su país. Eric Nepomuceno (Río de Janeiro, 1948), escritor crítico y reconocido del país sudamericano analiza a quien será su próximo mandatario.
Escéptico, el autor de Las tres estaciones (Almadía), no encuentra parangón alguno entre Bolsonaro y cualquier otro líder político, “carece de ideología y se mueve por instintos”, argumenta y prevé que para vienen tiempos oscuros y difíciles para la América Latina en general.
¿Qué escenarios augura para Brasil con Jair Bolsonaro como presidente?
Es un momento angustiante, de muchas dudas e incertidumbre. Mi única certeza es que no vendrá nada bueno. Hay un vuelco a la derecha en América Latina: Argentina, Colombia, Chile y Ecuador. Sin embargo, dentro de este panorama uno puede discutir el programa de Macri, Piñera o Lenín Moreno; pero no puedo discutir el programa de Bolsonaro porque nadie sabe cuál es. En lo económico veremos un neoliberalismo fundamentalista, radical e inviable en un país como Brasil. En seguridad veremos un Estado semipoliciaco, con un Servicio de Inteligencia reforzado contra la oposición. El sello de Bolsonaro es disparar una catarata de frases de odio y rabia que no quieren decir nada, pero que serán traducidas en medidas represivas. Con Lula la Policía Federal ganó autonomía. Administrativamente depende del Ministerio de Justica, pero con autonomía. A partir del 1 de enero, Sergio Moro, quien fue el inquisidor que sentenció a Lula con convicciones y no hechos, se convertirá en el carcelero de la Policía Federal. Nunca he pertenecido a ningún partido, pero tengo claro que veremos un efecto destructivo para la mayoría del país. Yo no lo pasaré tan mal porque soy clase media, pero los pobres y los excluidos de siempre, sí.
¿Qué impacto puede tener Bolsonaro en la diplomacia brasileña?
El pronóstico es reservado. La diplomacia brasileña tiene una tradición, pero el próximo Ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araujo es un diplomático de quinta línea. Nunca fue embajador, es como poner a un capitán como ministro del ejército olvidando que, por encima de él, hay comandantes, coroneles y generales.
Desde hace años el gobierno brasileño ha intentado luchar contra el racismo interno, ¿qué panorama prevé en este sentido?
En ese aspecto Bolsonaro es honesto: refleja la mentalidad de la mayoría de los brasileños. Junto con Estados Unidos y Cuba, somos el país con más mestizaje del continente. Somos hijos de muchos padres y madres, hacia afuera eso transmite la idea de igualdad, pero no. Brasil es racista, misógino y conservador. Ahora, finalmente tenemos a un presidente que dice en voz alta lo que piensa casi todo mundo: que los negros son una subclase y que las mujeres deben ocupar su lugar en la casa, ganando menos, claro. Bolsonaro dijo que prefería un hijo muerto a un hijo gay. Descubrir que mi país todavía es así fue duro, yo pensaba que estábamos construyendo otra cosa, pero no. La mía es una generación derrotada, en el 1968 tenía veinte años. Tras los sucesos en Argentina, Chile, México y Brasil, hubo una marea interesante y pensé que recuperábamos algo. ¡No, qué va! A mí ya no tocará ver un cambio, quizá le toque a mi hijo de 43 años. Tal vez le parezca pesimista, pero más bien soy realista. Mis maestros me enseñaron que para cambiar la realidad primero hay que conocerla y entenderla. No veo resultados favorables antes de veinte años.
¿Cómo es que llegan al poder personajes como Trump o Bolsonaro?
Cada caso es diferente. Bolsonaro no es comparable con nadie. Donald Trump por lo menos habla inglés, a Bolsonaro ni siquiera se le entiende su portugués. El Congreso y la justicia estadounidense han bloqueado varias medidas de Trump. En Brasil la justicia es un partido político, el Partido Judicial y el Congreso es abyecto. En todos los países hay legisladores malos, sin embargo, en Brasil, la minoría son los buenos. Mi amigo Antonio Carlos Jobim decía: “Brasil no es un país para principiantes, no nos quieran medir con los parámetros normales”. Ni si quiera Hitler es comparable con Bolsonaro. Hitler tenía una ideología, Bolsonaro se mueve por instintos.
¿Cuál será la incidencia de Bolsonaro en América Latina?
Brasil tiene un peso económico y poblacional importante en la región. Lula le dio proyección de la cual aún queda algo, pero Bolsenaro la destruirá. Los chilenos y argentinos están preocupados porque si se instala un Estado represor en Brasil, los reflejos en sus países serán inmediatos. Veo un escenario muy amenazante.
¿Cómo lo ve relacionándose con Andrés Manuel López Obrador?
En la cabeza de Bolsonaro y sus asesores, López Obrador es un marginal rojo. En su neoliberalismo ultra no figura el presidente de México. Difiero de colegas y amigos que califican al mandatario brasileño de fascista o neofascista, para serlo se necesita formación e información. Bolsonaro carece de ambas, es un primate. ¿Cómo será la relación México-Brasil, de por sí complicada? No tengo idea porque el mentor intelectual de Bolsonaro es Donald Trump. Supongo que ignorará los acuerdos internacionales y el intercambio cultural o científico.
¿Encontrará un aliado en Donald Trump?
Buscará un padrino no un aliado. Lo que se había construido por décadas con Cardoso, Lula y Dilma Rousseff, se desmoronó con los dos años de Temer; tocará a Bolsonaro aniquilar las ruinas.
¿Pero la izquierda brasileña y su corrupción no son responsables de que Bolsonaro llegue a la presidencia?
Sin duda es muy responsable, pero hay un dato aritmético: el Partido de los Trabajadores tiene seis procesados por corrupción de los cuales uno, Lula, es inocente porque él no se corrompió. El Partido Social Liberal, que apoyó a Bolsonaro, tiene treinta y un condenados; y el Movimiento Democrático Brasileño, de Michel Temer, treinta y siete. El gran pecado de la izquierda de Lula fue hacer lo mismo que los otros con tal de mantenerse en el poder. No obstante, y a pesar de que hubo corrupción en su gobierno, es injusto decir que un gobierno de corruptos. Una particularidad de mi país es la existencia de una prensa hegemónica, no hay diversidad. Los medios son ecos de una misma voz: la del sistema; y eso fue fundamental para convencer a la opinión pública de que la corrupción comenzó con Lula.
¿Encuentra semejanzas entre Lula y López Obrador?
López Obrador podrá significar un cambio importante, pero creo que tendría más impacto si el escenario en Latinoamérica le fuera más favorable. Lo veo muy aislado y eso lo lamento mucho. Tiene a Trump arriba y a Bolsonaro abajo, vaya sándwich.
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