miércoles, 25 de abril de 2018

Yuriria Sierra destila odio contra AMLO

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AMLO; la farsa nunca sale del clóset

Yuriria Sierra
06/17/2015

Lo he dicho siempre y lo sostengo: Andrés Manuel López Obrador me parece un farsante. Le he reconocido también sus cualidades como líder popular, como gran comunicador de masas, como la figura más relevante de una “izquierda” (sic) mexicana que casi nunca se queda en su sitio. Pero justamente ahí es donde encuentro la farsa del que se dice líder de izquierda. No es algo nuevo, lo he repetido hasta el cansancio los últimos 18 años, los mismos que AMLO lleva en campaña, 16 de los cuales han sido en busca de una Presidencia que se le niega en las urnas, a pesar de su discurso.

López Obrador, cuando dejó de ser un incendiario priista tabasqueño (tras componer el himno del PRI), se convirtió en el peor de los demagogos populistas. Siendo jefe de Gobierno del DF le encantaba pasearse en su Tsuru para dar la imagen de austero (aunque, a la postre, viaje en las mismas camionetas que los demás). El Tsuru y el departamento de Copilco como anuncio temprano de la bandera rancia y plana de cualquiera que busque el reflector y el aplauso fácil, teniendo como única estrategia la consigna disfrazada de propuesta. Así fueron los años en que AMLO gobernó el DF. 

También sus campañas presidenciales de 2006 y 2012. Así se fue del PRD para crear su partido. Insensato y arrogante, asimismo ha perdido y se ha perdido en dos comicios presidenciales. ¿O por qué ahora no reconoce como gran resultado los votos que Morena logró el 7 de junio y sólo se centra en su grito de fraude en las delegaciones que NO ganó?

Siempre ha sido arrogante, incapaz de reconocer sus errores (y en minimizar sus victorias, que le parecen pequeñas para sí mismo). Respaldado en el aplauso que recibe en las calles, ha construido una carrera a base del populismo ramplón. Ahora su partido anuncia que en las delegaciones y municipios donde van a gobernar reducirán los sueldos en 50% para destinarlos a un fondo que permita que estudiantes de nivel superior puedan estudiar. Qué bonito suena, una ayuda caída del cielo, dirán. Pero no han detallado a qué instituciones serán inscritos ni cómo pasarán de las aulas a una oferta laboral exitosa. Claro, eso no ha de importarles porque qué complicación, lo que importa es la propuesta fácil. Les importa el qué, nunca el cómo. 

Los cómos no le reditúan electoralmente. Aún recuerdo cuando, en campaña presidencial, dijo tener la solución para que el crimen organizado dejara en paz las calles, pero esa estrategia sólo la daría a conocer siendo Presidente, dice. Mientras, que la sangre se siga derramando. Así su mezquindad o, más probablemente, su hueco de propuestas. 

Y ya que mencionamos al cielo líneas arriba, y ahora que en redes sociales el querido Genaro Lozano inició el TT, #AMLOSalDelClóset, vale la pena preguntarnos, por enésima vez, qué tan de izquierda es su movimiento. Lo he dicho siempre: El Peje es un fascista disfrazado de socialista: animales, ambos, del mismo orden, alimentado de fanatismo e ignorancia.

Asuntos tan básicos como los derechos de las minorías jamás han sido temas de su agenda. Ni el matrimonio igualitario ni el derecho a decidir. La semana pasada, en una entrevista que concedió al programa El Weso, de nuevo López Obrador se mostró como el profundo intolerante que está mucho más cerca en la más extrema derecha. Lo dije desde que “congeló”, siendo jefe de Gobierno, las iniciativas de derecho a decidir y sociedad de convivencia. Y apenas hoy parecen los colegas darse cuenta.

He dicho esto desde hace 18 años. Me dio mucho gusto ver que, en un par de días, mis apreciados Genaro Lozano y Denise Dresser, o el propio Julio Hernández —entre otros—, al fin lo reconocieran. Quince años después, pero como diría el propio Peje, “más vale tarde que nunca”. Siempre me había preguntado cómo mentes que considero inteligentes se veían seducidas por el discurso simplista del gran engañatodos. AMLO no es un líder de izquierda: es más un demagogo disfrazado de falso salvapatrias, adicto a una verborrea que sólo oculta un conservadurismo extremo y todas sus fobias. El neofascismo nunca, nunca, sale del clóset, porque ahí es donde crece...

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