CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Salvo una inesperada sorpresa, todo indica que de la elección del 1 de julio del presente año emergerá un nuevo sistema de partidos, en el que PRI, PAN y PRD, que hasta la elección intermedia de 2015 obtenían la mayor preferencia electoral, pasarán a un segundo término; el PRI será el partido que mayor porcentaje de votos y puestos electorales perderá, pero el PRD el que retenga el menor porcentaje de votación. En cuanto al Partido Acción Nacional, es probable que sea el mejor librado, mantenga un porcentaje de votos similar al de las últimas elecciones y hasta gane algunas posiciones electorales adicionales a las que tiene en estos momentos, pero saldrá debilitado porque ha traicionado su espíritu original.
Mientras tanto Morena, la fuerza emergente que hasta el momento ocupa el primer lugar y, de acuerdo con las encuestas de preferencia electoral, crecerá alrededor de 25 puntos porcentuales respecto a la elección de 2015, tiene posibilidades de ganar entre tres y cinco gubernaturas y la Presidencia de la República; pero está muy lejos de la estructura formal de un partido político tradicional, pues depende totalmente de la imagen y voluntad de su actual candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y una buena parte de sus candidatos provienen de fracturas muy recientes de las tres fuerzas políticas a las que desplazará.
De acuerdo con las encuestas de preferencia electoral, está en riesgo de perder las nueve gubernaturas en disputa y la única en la que estará peleada será Yucatán, pues en Jalisco, la otra entidad en la que es gobierno actualmente, todas las encuestas coinciden en que el ganador será Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano. Pero hasta el momento también parece que Morena y el PAN lo desplazarán hasta el tercer lugar en el Congreso de la Unión, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.
Aunque no aparecen muchos priistas en las listas de candidatos de las otras fuerzas políticas, en más de la mitad de las entidades federativas hay claras muestras de descontento con el proceso de designación de los candidatos a los puestos de elección popular, particularmente aquellos que tienen más probabilidades de ganar. La inconformidad sí se ha manifestado en renuncias al tricolor, que llamaron la atención de su grupo parlamentario en San Lázaro, cuyos integrantes, en una reunión privada que sostuvieron el 13 de febrero –de acuerdo con el diario Reforma–, solicitaron a su coordinador, Carlos Iriarte, que le pidiera el presidente Enrique Peña Nieto el relevo de Enrique Ochoa en la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional.
Por otra parte, también casi sin excepción, su candidato presidencial aparece en el tercer lugar en las encuestas y lo peor es que su tendencia es descendente, es decir, tras su designación como precandidato único, en noviembre de 2017, había logrado elevar un poco sus intenciones de voto, sin embargo, tras las llamadas precampañas la tendencia se revirtió hacia la baja. De no suceder algo extraordinario en las siguientes semanas, esa tendencia se recrudecerá conforme avancen las campañas.
Pero la que era segunda fuerza política también se encuentra en problemas. Aunque su candidato Ricardo Anaya muestra una tendencia positiva en las encuestas de preferencias electorales, todavía aparece en segundo lugar; enfrenta conflictos serios en el interior del partido y destacados cuadros han abandonado sus filas para sumarse a la coalición Juntos Haremos Historia.
Germán Martínez, quien fue presidente del CEN blanquiazul, aparece en los primeros lugares de la lista nacional de senadores de Morena y seguramente integrará la próxima legislatura; también aparece, aunque para la Cámara de Diputados, Gabriela Cuevas. Pero con menos ruido a nivel nacional, también hay importantes deserciones en varias entidades del país, donde varios panistas hoy son candidatos de alguna de las otras fuerzas políticas. Así la puerta que abrió Margarita Zavala, en 2017, permanece abierta y las inconformidades de su militancia están debilitando al blanquiazul, por lo que la tendencia al alza de su candidato presidencial podría revertirse, si falla su control de daños.
Hasta el momento el PAN se mantiene como segunda fuerza a nivel nacional y casi con el mismo porcentaje de votación que en las últimas elecciones. Igualmente tiene buenas posibilidades de mantener Guanajuato y recuperar Yucatán; pero en Veracruz y Puebla la moneda está en el aire.
Tanto las encuestas de preferencia electoral (salvo excepciones poco confiables) como los conflictos que generó el proceso de selección de candidatos a los principales puestos de elección popular, dejan un saldo muy negativo para las tres fuerzas políticas que hasta la elección de 2012 acaparaban 90% de los votos ciudadanos.
El PRI, que junto con sus aliados PVEM y Panal consiguió más de la mitad de las curules en la elección intermedia de 2015 y, pese a la debacle de 2016 (cuando perdió siete de las 12 gubernaturas), logró remontar en las elecciones estatales de 2017 (cuando ganó dos de las tres entidades), sin embargo, llega a las elecciones de 2018 siendo gobierno en 14 entidades, cuando en 2012 tenía 20.
El PRD es el partido que más cuadros ha perdido, lo cual es muy lógico por el desdibujamiento que ha sufrido a partir de 2012. Los buenos resultados en el Estado de México lo hicieron albergar esperanzas de que podría mantener porcentajes de preferencia electoral de dos dígitos, pero todo indica que se desplomará hasta 6 o 5%, se convertirá en el cuarto grupo parlamentario del Congreso de la Unión y no ganará ninguna de las gubernaturas en juego.
Mientras tanto, Morena fue la fuerza política que mejor logró sortear la designación de candidatos a puestos de elección popular y hasta el momento no afloran conflictos internos; por otra parte, aparece en la pelea en seis de las nueve gubernaturas (Ciudad de México, Morelos, Tabasco, Chiapas, Veracruz y Puebla), aunque será mero espectador en Guanajuato, Jalisco y Yucatán.
Sin embargo, su líder máximo y candidato presidencial sigue haciendo declaraciones (constitución moral) y designaciones muy controvertidas (Napoleón Gómez Urrutia, en la lista plurinominal al Senado), cuyo impacto en las preferencias electorales todavía es incierto. Pese a ello parece que los más empeñados en ayudar a que López Obrador permanezca al frente de las preferencias electorales son sus opositores: PAN, PRD y PRI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario