CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Las facciones del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que ellas mismas se degradan llamándose “tribus”, hicieron hoy suyo al panista Ricardo Anaya, el político de derecha que tienen como candidato presidencial y que les prometió honrar las demandas de la izquierda.
Con su filosa pero monótona retórica, Anaya cautivó a los jerarcas perredistas que ni en ese acto dejaron de pelear –una de las dos facciones de la corriente Foro Sol reclamó a Manuel Granados, flamante presidente del PRD, no estar en el presídium–, a quien vistieron con un chaleco amarillo que le quedó grande.
Detrás de Jesús Ortega y Jesús Zambrano, muy venidos a menos como fuerza influyente en el PRD, y de Héctor Bautista y Héctor Serrano, los que ahora ostentan el poder real en ese partido, Anaya subió hasta el octavo piso de la sede nacional perredista para, por vez primera, asumirse como su candidato presidencial y ratificar que la fuerza dominante de la alianza es el Partido Acción Nacional (PAN).
Contradiciendo su fama de que es un orador impecable y astuto improvisador, Anaya leyó su mensaje en dos pantallas que le sirvieron de teleprómpter –y que desde que era presidente del PAN carga a todas partes–, en el que reiteró la legitimidad de la unión derecha-izquierda, en la misma enseñanza de su ideólogo Enrique Krauze.
“Y es que en el PRD y el PAN no tenemos ninguna discrepancia en la convicción de combatir los tres tumores del cáncer que agobian a nuestro país, la corrupción, la violencia y la desigualdad”, subrayó.
Retomó la romántica anécdota de hace tres décadas cuando, en 1986, la izquierda y la derecha se unieron en Chihuahua, donde Heberto Castillo apoyó la huelga de hambre de Luis H. Álvarez que protestaba contra el fraude:
“Cuando Heberto le dijo a don Luis aquella frase de que debía entregar la vida en abonos y no de contado, cuando también le dijo: ‘No importa de dónde venimos sino a dónde vamos juntos’”, rememoró Anaya, sin reparar en el camino diferente que ambos tomaron, sobre todo cuando Álvarez convalidó el fraude de Carlos Salinas en 1988 y nada dijo de los más de 500 asesinados de la izquierda del PRD.
Todo era fiesta en el PRD cuyo flamante presidente, Manuel Granados, leyó también su mensaje en las pantallas, en el que alegó que la unión de su partido con el PAN es para cambiar el régimen.
Anaya correspondió haciendo suyo el lema perredista de “Democracia ya, patria para todos”, y adujo que sólo él y su alianza son capaces de darle futuro a México, no Morena ni el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
“Coincidimos en que necesitamos un cambio de régimen, no un remplazo de autocracias. Que quede claro: Ni por la vía de la continuidad priista ni por la vía de la restauración autoritaria, concentradora de poder, unipersonal y caudillista que representa Morena”, expresó Anaya.
Leyendo las pantallas, el panista se ofreció como salida al morenista Andrés Manuel López Obrador y al priista José Antonio Meade:
“Les ofrezco mi trabajo constante para abanderar los ideales comunes de los partidos de nuestra coalición: PRD, PAN y Movimiento Ciudadano. Y les pido con humildad su apoyo, porque sólo juntos podemos concretar nuestro proyecto, poniendo siempre al frente el bien de México”.
Más tarde, ya ante las preguntas de los reporteros, el candidato de derecha ratificó que Meade “está en caída libre” y que por eso pide que sean nombrados los funcionarios del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), que él impulsó como presidente del PAN, aunque dejó impune al presidente de la República.
“Ahora resulta que le entró la prisa al PRI por los nombramientos del Sistema Nacional Anticorrupción, ahora sí, además de corruptos, cínicos, ven que su campaña va en picada, que van a perder la elección y por eso les entró la prisa por hacer los nombramientos”, expresó el panista.
“Cuidado, que nadie se confunda: Lo que el PRI quiere son tapaderas, incondicionales que les cuiden las espaldas. Por eso, como la campaña viene en picada, como ya toda la gente se enteró de que el candidato del PRI es el padre del gasolinazo, como todas las encuestas reflejan que van a perder la Presidencia de la República, ahora sí les entró la urgencia de imponer tapaderas como nombramientos en el Sistema Nacional Anticorrupción.
“Nosotros reiteramos nuestra exigencia: Esos cargos los deben ocupar ciudadanos propuestos por organizaciones de la sociedad civil, apartidistas, honestos, honorables y absolutamente independientes, nosotros somos los que hemos dado esa lucha y la vamos a seguir dando”.
Rodeados de perredistas, Anaya se encerró un rato en la sede el PRD y después se retiró, ya sin el chaleco amarillo que no era de su menuda talla.
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