Porque a veces la vida cotidiana dice más que cualquier campaña acerca de la personalidad de los presidenciables
La tarde-noche del domingo 18 de junio, Andrés Manuel López Obrador viajó en un vuelo comercial de Interjet de Chihuahua a la Ciudad de México. Lo sabemos porque un equipo de Nación321voló en el mismo avión que él, pero no quisimos revelarle nuestra identidad para observar cómo se comporta cuando (cree que) los periodistas no lo estamos viendo.
El tres veces aspirante a la Presidencia de México llegó al Aeropuerto Internacional de Chihuahua General Roberto Fierro Villalobos con la misma ropa que usó al encabezar a mediodía un acto masivo de apoyo a su causa en la Plaza de Armas de la capital del estado, similar a los que tuvo el viernes en Colima y el sábado en Guadalajara.
El vuelo 2252 de la aerolínea low cost debía despegar a las 17:00 horas pero se retrasó 45 minutos por un problema con los controladores de vuelo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Durante ese tiempo, López Obrador permaneció en la sala de espera, siempre con lentes oscuros. Si lo hizo para pasar de incógnito le funcionó, pues aunque algunas personas parecían reconocerlo, pocas lo saludaron, a pesar de que el logo de Morena bordado en la camisa blanca del hombre que lo acompañaba no dejaba lugar a dudas.
Llegado el momento, abordó por la puerta 3 y no se quitó los lentes hasta que, ya dentro del Airbus A320, se sentó en el asiento 11A, justo el de la salida de emergencia. No había pantallas, así que López Obrador optó por leer varios textos durante las tres horas que duró el vuelo. Alcanzamos a ver que uno de los artículos que tenía en sus manos decía en su encabezado “Moreira”, apellido del actual gobernador de Coahuila, Rubén, y de su hermano, exgobernador y ahora detractor, Humberto.
La llegada a la CDMX estaba programada para las 20:10 horas pero, debido al retraso en el despegue, el aterrizaje ocurrió a las 20:55. Al terminar el vuelo, una mujer joven esperaba a AMLO afuera del gusano de salida del avión. Ahí tomó su portafolio y él aprovechó para entrar al baño. A la salida se topó con un grupo de personas que le dijeron que iban a Cancún. Un hombre levantó los brazos como feliz de verlo y lo saludó con emoción.
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