Funcionarios demagogos y desnudos
Quirino Ordaz no responde
Periodistas en protesta nacional
LUTO EN EL PERIODISMO. Representantes de varios medios de comunicación se manifestaron en varias entidades del país para condenar el asesinato de Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada en Sinaloa. Los informadores demandaron justicia ante este crimen, que se suma a la reciente muerte de Miroslava Breach Velducea, también corresponsal de La Jornada, pero en Chihuahua. La imagen corresponde a la capital de AguascalientesFoto La Jornada
E
l asesinato de Javier Valdez Cárdenas ha mostrado más desnudos que nunca a los presuntos gobernantes y sus equipos de ‘‘atención’’ a los casos de agresión a periodistas. Provistos solamente de los tradicionales bastimentos de la demagogia y los lugares comunes, esos políticos se han mostrado circunstancialmente compungidos, aspiracionalmente justicieros y sólidamente inaceptables.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong (más preocupado, en realidad, por sus tiempos políticos, por la inminencia del destape del candidato priísta a la sucesión, por su futura colocación en un tablero electoral donde el grupo central de Los Pinos no le muestra gran afecto), casi ha declarado (de manera involuntaria, se supone) el final anticipado del sexenio y su inviabilidad manifiesta: ‘‘Tenemos claro que ante estos actos las palabras no bastan; se requieren respuestas de Estado’’, dijo, en referencia al periodista ultimado en Culiacán. Y, como esas políticas de Estado no existen, ni se diseñarán ni aplicarán en lo que resta del caído sexenio peñista, solamente ofreció las recetas sabidamente ineficaces, rolleras, pronunciadas para salir del paso.
Encomió Osorio Chong las tareas del ‘‘mecanismo de defensa de los periodistas’’ y dijo que con él se ha protegido a medio millar de ellos, mientras los trabajadores de la comunicación social aseguran que ese mecanismo, las fiscalías, las comisiones y demás oficinas gubernamentales de ‘‘defensa’’ del periodismo son patrañas para entretener, simular y, en especial, para consumir partidas presupuestales. Ah, también ofreció el titular de Gobernación que pronto habrá una reunión de gobernadores para acordar medidas de protección al periodismo. Mmm.
Uno de esos gobernadores, Quirino Ordaz Coppel, no pudo responder las preguntas puntuales que en el auditorio del palacio de gobierno de Sinaloa, en Culiacán, le plantearon varios periodistas. En la página de Ríodoce, la publicación de la que era cofundador y colaborador fundamental el propio Javier Valdez Cárdenas, la reportera Roxana Vivanco ofreció una nota de lo sucedido (https://goo.gl/lc8SHR): ‘‘¿Cuándo se va a resolver el asesinato de Javier Valdez?, ¿dónde están sus asesinos?, ¿qué va a hacer este gobierno para darle seguridad al gremio periodístico?, ¿qué va a pasar con los maestros que por dar clases los están matando?, ¿qué va a pasar con los abogados que por una causa los están matando?, ¿si no se resuelve el crimen quién va a caer? Las preguntas fueron lanzadas al aire y como dardos dieron en la cara del gobernador Quirino Ordaz Coppel’’.
Marcos Vizcarra, del diario Noroeste, dijo al mandatario: ‘‘Hasta hoy no lo hemos visto como gobernador, lo hemos visto como una persona más que está ocupando una silla en el tercer piso, que posa para las fotografías, que solamente va a los eventos públicos; ya no queremos eso, queremos un compromiso real, queremos saber cuándo se va a resolver el asesinato de Javier Valdez, queremos saber quiénes son los responsables, queremos la verdad, gobernador; queremos hechos reales’’.
Bernardino Chávez Arroyo, del periódico Primera Noticias, señaló: ‘‘(...) ¿qué va a hacer este gobierno para darle seguridad, no nada más al gremio periodístico, sino a todos los ciudadanos que, si no se ha dado cuenta, nos están matando? Nos están matando y no es responsabilidad nada más de la sociedad; se tiene que cambiar la percepción de que hay violencia (... ) se necesita un gobierno con tamaños que haga lo que se tiene que hacer; estar fuera también de la impunidad, de la corrupción’’.
Miriam Ramírez, de Ríodoce, así habló: ‘‘Gobernador, yo no le voy a preguntar qué va usted hacer, yo quiero pedirle una explicación de lo que usted y su gobierno dejaron de hacer (...) ¿por qué su gobierno permite que cualquier pendejo nos esté espiando, nos esté vigilando, por qué, gobernador? (...) porque no está haciendo nada (...) nos están espiando, están afuera del periódico, están afuera de nuestras casas y en cualquier momento nos van a matar, y mañana va a ser cualquiera de los que estamos aquí. ¿Por qué su gobierno les permite estar haciendo eso?, ¿por qué su gobierno deja que nos estén matando, que estén matando a los ciudadanos inocentes en la calle?’’
Quirino Ordaz Coppel (como antes Mario López Valdez, conocido como Malova, como otros ‘‘gobernadores’’ de la entidad) solamente es un administrador de la realidad sinaloense, impuesto desde Los Pinos, sin base social ni fuerza política propias para enfrentar a los cárteles dominantes. En Tamaulipas hubo otro ejemplo de maniquís parlantes, con Egidio Torre Cantú, y así hay varios casos en el mapa nacional de la narcopolítica institucionalizada. Javier Valdez Cárdenas, el bato sinaloense, ha ayudado a mostrar con más nitidez el real andar desnudo de los reyes y virreyes de la gran tragedia nacional.
La administración de Miguel Ángel Mancera no ha hecho nada sustancial para impedir que Ciudad de México está cíclicamente en condiciones ambientales negativas, tan peligrosas para la salud pública. Cuando mucho, la aplicación de medidas restrictivas de la circulación vial, con la doble prohibición a vehículos automotores para transitar, conforme a la numeración de sus placas.
No ha hecho nada y ya no hará nada más, pues Mancera y su equipo central están concentrados en la sucesión presidencial del año próximo, con el jefe del Gobierno capitalino como aspirante a una candidatura sin probabilidades de ganar, pero sí de dividir el voto opositor, lo cual daría a Mancera y al PRD la oportunidad de cobrar algún premio político si con ello se posibilitara la victoria del PRI o del PAN. Por lo pronto, con mediciones que no generan confianza plena (pues con frecuencia los números oficiales se detienen justo en el límite que, de ser rebasado, obligaría a que el gobierno capitalino tomara la decisión de restringir el tráfico automovilístico, con el enojo de comercios e industrias) y con la desatención creciente de la alta burocracia ahora sumergida en la grilla sucesoria, en Ciudad de México se sigue respirando suciedad. ¡Hasta mañana!
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