miércoles, 15 de marzo de 2017

Mancera: el puro chisguete

Martín Moreno
+ MAM y su derrota irremediable
+ El peor Jefe de gobierno de la historia
En algunos círculos políticos de la ciudad de México, ha comenzado a correr una versión insistente: que Miguel Ángel Mancera – el aspirante presidencial un dígito (no pasa del 9 % en las preferencias electorales)-, podría declarar públicamente que se abstendrá de buscar la candidatura a la presidencia de la República, ante su falta de presencia política, de convencimiento al ciudadano y, por tanto, de sus posibilidades reales de llegar a Los Pinos en 2018. Sus garbanceros (Serrano, Granados y los hermanitos Serna), insisten en inflarlo y le endulzan el oído, pero la realidad es que su jefe tiene tantas posibilidades de ser presidente, como México de ser campeón mundial de futbol el próximo año.
En realidad, Mancera – un híbrido político que llegó a la jefatura de Gobierno gracias a que en 2012 el PRD, todavía, era una aplanadora electoral en la capital del país (con cualquiera pudo haber ganado: Barrales, Delgado, Batres,etc)-, nunca ha tenido posibilidades reales de ser un candidato fuerte y consolidado rumbo al 2018. Su gobierno ha sido más que mediocre: alta contaminación, repunte en la inseguridad, pésima vialidad, caos en los verificentros, falta de agua grave que fue reflejada en un reportaje, inclusive, por The New York Times; ineficaz operación política y una Constitución local que hoy es cuestionada e impugnada legalmente por otros poderes, además de que las nefastas “fotomultas” están salpicadas por la corrupción y el favoritismo a la empresa concesionada. El caos, pues.
Sin embargo, ¿cómo así que un político que solamente es aprobado por 3 de cada 10 capitalinos, de acuerdo a encuesta del diario Reforma, y que desde ya es considerado el peor Jefe de Gobierno en la historia moderna de la CDMX, muy por debajo de Cárdenas, AMLO o Ebrard, insiste en crearse un mundo imaginario en el que se ve como aspirante serio a la presidencia de la República en 2018? Sencillo: porque así se lo han hecho creer quienes lo rodean.
Sí: un hombre con el carácter chabacano que caracteriza a Mancera (es público que Marcelo Ebrard lo regañaba frecuentemente durante las juntas de trabajo por sus ligerezas y bromitas bobas); sin temple político ni ideología sólida; de escasas luces y de débil presencia, fue presa fácil de las ambiciones políticas del empoderado Héctor Serrano -“el Jefe de Gobierno soy yo”, es la frase favorita de Serrano (Ver Serrano: el manotazo por el control del PRD SinEmbargoMX Mayela Sánchez, Shaila Rosagel y Linaloe R. Flores 26-VIII-2014); de los hermanitos Serna, amigos íntimos y de confianza a ciegas; de Manuel Granados, su mediano operador político para lograr la errática y confusa Constitución de la CDMX. Todos ellos sedujeron a Mancera hasta convencerlo de que podría ser candidato presidencial. Y Mancera se lo creyó.
Lo lamentable no es que Mancera viva en un mundo de caramelo dónde se ve como Presidente. No. Lo deplorable, es cómo se ha deteriorado la ciudad de México desde 2012 hasta la fecha. Una ciudad con evidentes vacíos de Gobierno que ya manifestó su rechazo abierto y rotundo en las elecciones intermedias de 2015 para con Mancera y el PRD, dándole el triunfo a Morena en varias delegaciones. Hoy, ya nadie duda quién será el próximo Jefe o jefa de Gobierno en la CDMX: a quien postule Morena. La derrota de Mancera y del PRD dentro de tan sólo 15 meses, es inevitable. Merecido lo tienen.
La avaricia del grupo de Mancera, y el enanismo político del Jefe de Gobierno, han llevado a la CDMX a niveles de repudio ciudadano jamás vistos hacia un gobierno local. Ya veremos en junio de 2018, en las urnas, cómo los sueños patéticos de Mancera quedarán sepultados.
Pero por si fuera poco el desastre del gobierno mancerista, habrá que sumarle otros dos factores de peso que operan en su contra:
  • EL DERRUMBE DEL PRD. La dramática caída del partido amarillo en las preferencias electorales; el desprestigio del grupo de Los Chuchos – Zambrano, Ortega, Navarrete y compañía-, que eran el soporte político – electoral de Mancera; el éxodo de legisladores en favor de López Obrador, con Miguel Barbosa asestándole una puñalada mortal por necesidad al corazón perredista, así como el nulo apoyo de grupos políticos, hacen que la figura de Mancera sea cada vez más invisible e insignificante rumbo al 2018.
  • EL APOYO DE FUNCIONARIOS DEL GCDMX A AMLO. Los casos de Miguel Torruco y Leticia Quesada – como emblemas del Caballo de Troya-, entre muchos otros funcionarios del gobierno capitalino, que desde sus puestos operaban en favor de López Obrador, exhibió el escaso liderazgo y la fragilidad de Mancera y de su grupo. La lectura es: si tus propios empleados no te apoyan, aun teniéndolos en nómina, y prefieren operar para otro jefe, entonces no tienes nada qué hacer. Encubiertos o públicamente, los funcionarios “manceristas” ya no ocultan su filiación “lopezobradorista”, degradando, día con día, la desgastada figura política de Miguel Ángel Mancera.
Aislado – ni siquiera ha querido recorrer el Centro Histórico por miedo a ser increpado por los ciudadanos debido a su mal gobierno-; disminuido y diluido en sus posibilidades electorales, Mancera es, a estas alturas del partido, un punto agonizante en la escala política rumbo al 2018.
¿A qué le apuesta Mancera de manera ilusa? A ser…¡candidato independiente a la Presidencia! Esa es la quimera que le han vendido quienes le endulzan el oído. Terminar de resquebrajar a lo que queda del PRD y hacer una “gran alianza ciudadana” que lo lleve a Los Pinos. De ese tamaño es la farsa en la que está involucrado Mancera, quien promedia entre un 6 o 7% en las preferencias electorales, bajo cualquier encuesta. Cómo estarán las cosas que por encima de Mancera, por esta vía, están Castañeda, El Bronco o Ferriz de Con.
Por eso, en algunos círculos políticos no sólo del gobierno de la CDMX, sino también del PRD, se insiste en la necesidad imperiosa de que Mancera decline en sus loquillas aspiraciones presidenciales y se dedique a medio rescatar a la ciudad de sus principales problemas en lugar de despilfarrar imagen y presupuestos en una batalla perdida y que, de paso, suelte del cogote al PRD para que el partido tenga mayor margen de maniobra política rumbo al 2018.
Mancera, sin sensatez política, confundió los resultados del 2012: creyó que él fue quien ganó la elección cuando, en realidad, fue el PRD el que lo llevó al triunfo. Y pensó, de manera cándida y equivocada, que era el candidato que los mexicanos esperaban para el 2018. Chorradas.
Hoy por hoy, Mancera se quedó como el personaje de aquella canción popular: “Y de aquél chorro de voz, sólo me quedó un chisguete…”. El puro chisguete.
Ni más ni menos.
TW: @_martinmoreno
FB / Martin Moreno

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