Salvador García Soto
En la reunión a puerta cerrada en Los Pinos, la noche del pasado 20 de enero, hubo un cuarto asistente que fue pieza clave en el armado del pacto que busca evitar que López Obrador gane la Presidencia en 2018. Luis Videgaray Caso, el poderoso canciller que ejerce el poder presidencial, acompañó a su jefe, Enrique Peña Nieto, en la negociación con Ricardo Anaya y Santiago Creel, y fue el principal artífice de esos acuerdos, que comenzaron a fraguarse semanas atrás, a partir de que el grupo de Anaya tomó control total del panismo con la elección de los 300 nuevos consejeros nacionales en diciembre pasado.
Anaya reveló desde antes a varios gobernadores del PAN la existencia de un “preacuerdo” que estaba por “cerrar” con el presidente Peña, lo que se consumó la noche de ese viernes en Los Pinos. Ahí Anaya no sólo amarró la alianza de facto para que el gobierno federal fortalezca al candidato panista en 2018, también logró que Videgaray y el presidente comprometieran “juego limpio” y “piso parejo” en los comicios del Estado de México y avalaran la candidatura de Josefina Vázquez Mota, con el compromiso de reconocer un posible triunfo de la panista y a disciplinar, en ese caso, al priísmo mexiquense.
Con el acuerdo todos ganan: Peña porque con su “amiga” Josefina en el PAN, cruza una “doble apuesta”: ganar, ya sea con su primo Del Mazo o con Vázquez Mota, a la que Videgaray financió con recursos públicos. Cualquiera de los dos representa para el presidente y su grupo cercano la “tranquilidad” de poder refugiarse en su tierra natal al término de su mandato, con protección del gobierno estatal. Pero además, con Jose, Peña atiende otro foco de preocupación en los comicios mexiquenses: el fuerte crecimiento de Delfina Gómez, candidata de Morena, quien según encuestas recientes llegó al segundo lugar de preferencias antes de iniciar campañas. ¿Quién mejor que una mujer amiga, para golpear y neutralizar a otra mujer incómoda?
Por supuesto, con el pacto también gana Ricardo Anaya, quien se erige como único interlocutor del panismo con el presidente y como apuesta de Los Pinos en el PAN para 2018. Anaya es funcional para el grupo gobernante porque garantiza control de la estructura panista y tiene la confianza de Videgaray, quien decide todo en este gobierno. Además, tiene otra virtud, a juicio del influyente canciller: es bien visto por el gobierno de Estados Unidos, por su conocida admiración por el american way of life, que lo llevó a trasladar a su familia a vivir en Atlanta y a educar a sus hijos en el vecino país. Según Videgaray, de sus pláticas con Jared Kushner, yerno del presidente Trump, se deriva que mientras López Obrador es visto con recelo y desconfianza por la nueva administración republicana, a Anaya lo ven casi como “uno de los suyos”.
Los únicos que perdieron y mucho con el “Pacto de Los Pinos” fueron los Calderón y Rafael Moreno Valle. Antes del acuerdo con Ricardo Anaya, Videgaray y Peña tenían a Margarita como su apuesta dentro del PAN. La señora garantizaba la continuidad del “amasiato” y el entendimiento que, según el periodista Álvaro Delgado, hubo entre Felipe Calderón y el entonces candidato Peña en 2012 para cerrarle el paso a López Obrador, y tenía además la cercanía familiar con Videgaray por el parentesco con su esposa. Pero al cambiar los equilibrios dentro del PAN y con el fortalecimiento de Anaya en las elecciones de 2015, el llamado joven maravilla se volvió una apuesta mucho más atractiva para el grupo peñista con miras al 2018 y su “blindaje” transexenal. De ahí que Videgaray y Peña optaran por romper con los Calderón y pactar con Anaya.
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